Diario del Cesar
Defiende la región

Otro capítulo

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Como dicen algunos comentaristas franceses, el voto en favor de Trump en 2024 es bien diferente del que obtuvo en 2016. Ahora se hizo a conciencia de lo que realmente es el presidente Trump. El programa de televisión ‘el aprendiz’ mostró algunos aspectos de su personalidad, pero los votantes la conocieron mucho mejor durante su presidencia y aún mucho más desde el momento mismo cuando perdió las elecciones -la reelección- frente a Biden. Desde entonces ha habido una variedad de sucesos significativos que han mostrado otras dimensiones de su personalidad. El presidente Trump aparece ahora como una persona aún más radical. Y conviene preguntar si sus adversarios mantienen la misma percepción sobre él y sobre los votantes que tuvieron en 2016 y si lo que ocurrió después no tuvo consecuencias.

El editorial del periódico Le Monde, dos días después de la elección de Trump se titula: ‘El fin de un mundo americano’ y comienza así: “Esta vez, ellos han escogido con pleno conocimiento de causa”. En 2016, cuando le confiaron la Casa Blanca por la primera vez, los electores americanos ignoraban cómo sería una presidencia de Donald Trump, e intentaron un salto a lo desconocido. En 2024, la situación es diferente: no solamente los electores republicanos conocen perfectamente a su candidato hasta en sus comportamientos menos gloriosos, pero es más radical todavía que hace ocho años. Y al final se refiere a Trump como “el jefe del Ejecutivo de la primera potencia mundial que califica a sus oponentes como enemigos interiores, y que considera que algunos de ellos son dignos de un pelotón de ejecución, vilipendia a los medios disidentes y amenaza con enviar el ejército para hacer la cacería de los inmigrantes ilegales…”.

Al respecto he leído un comentario del profesor Michel Shifter, expresidente de Diálogo Interamericano, en un podcast, hace cuatro años y que resulta muy revelador ahora. Shifter comienza recordando: “Esto no es lo que somos”, una frase que “he escuchado más de mil veces” de parte de diversos dirigentes. Esto implicaba que el triunfo de Trump en 2016 no era representativo de lo que había sido Estados Unidos, “y que Estados Unidos volvería a la normalidad una vez que los votantes pudieran regresar a las urnas”.

Pero el trumpismo demostró en el 2020 que “había dos realidades separadas, dos conjuntos de valores. El trumpismo demostró no ser un fenómeno fugaz, sino un movimiento que probablemente persista”. Y más adelante dice Shifter: “Es fácil imaginar diversas estrategias que Trump podría haber empleado para asegurar una segunda victoria”. 2016, 2020, 2024…

La guerra sigue, concluyó Shifter. Y ahí está ahora el triunfo que algún periódico francés denomina como “un mandato fenomenal”.

Otras reflexiones de Shifter no son menos dicientes. ¿Y qué diría ahora el distinguido profesor cuando su análisis de hace cuatro años ayuda -y de qué manera- a entender lo que ocurrió en 2024 y cuando todos los factores relevantes parecen haberse agudizado?

Muchos quieren sacar lecciones de lo que está sucediendo en la principal democracia. No parece que los diagnósticos sobre la crisis de la democracia liberal, ya viejos de más de dos décadas, sean suficientes. Y las comparaciones fáciles no son aconsejables. Los contextos son bien diferentes y las personalidades también.

*Exministro de Estado