La República Bolivariana de Venezuela vive –no sé si la cuarta, quinta o sexta- una nueva embestida feroz, como siempre liderada por las multinacionales de la “información”, contra su modelo político y económico, después que Chávez le dio sopa y seco a Adecos y Copeyanos en unas históricas elecciones que pusieron fin a más de cinco décadas de “puntofijismo”. Algo así como el “Frente Nacional” que se impuso en Colombia, creado para el reparto del poder entre liberales y conservadores tras la derrota de Rojas Pinilla. Allá fue contra Pérez Jiménez, generales del Ejército, ambos amamantados entonces por USA.
Es de pensar que, así como ya ha sobrevivido a las cruzadas del paro petrolero, del paro empresarial, la toma de la plaza de Altamira por algunos de los que secundan la presidencia del comodín Guaidó, al golpe militar de abril de 2002, a las marchas violentas donde quemaron vivo a un ciudadano, al bloqueo económico y al asalto de sus cuentas bancarias en el exterior, el nuevo festín anti-madurista, también periclitará. Y será peor si a USA y sus adláteres continentales, se les ocurre una aventura militar para deponer al “régimen”: podríamos estar ante un conflicto regional de las magnitudes de los que ya se viven en África y Asia (Hussein y Khadafi) por algo semejante.
Debía ser apenas una propuesta de vida entre mis padres, cuando sucedió la Revolución cubana en 1953. Pero recuerdo que apenas tendría unos ocho añoscuando ya escuchaba en la radio de Las Américas toda la porquería que se hablaba de Castro y de sus barbudos. En una troja hecha por mi padre, en el campo, donde pasábamos la prima noche(antes de irnos a la cama) mirando al cielo y descubriendo lo que nos mostraba el universo, las emisoras, entre ellas las cubanas, se disputaban el dial por dejarse escuchar mejor. Y así, unas veces la mencionada, y otras Radio Rebelde o Radio Habana, mostraban realidades distintas, que mi padre nos esclarecía. ¡Ni para qué mencionar las barbaridades que entonces se decían de los Castro y de Cuba, que fueron graduados de monstruos, y, como dicen hoy, estado fallido!
Es decir, que lo de Venezuela es la repetición del mismo libreto de hace más de seis décadas: a Cuba la invadieron, tras ser expulsada de la OEA en Punta del Este. Los cubanos, en una acción rápida, derrotaron a más de 1500 mercenarios armados por USA para deponerlo por la fuerza. Tras esa derrota llegó el oprobioso bloqueo de más de cinco décadas, condenado hoy por la casi mayoría de los países miembros de la ONU.Pero ahí sigue. A Castro, después, trataron de asesinarlo de las formas más inverosímiles. No sé si será un sacrilegio decirlo, pero Dios lo protegió, y para despecho de sus enemigos, murió de viejo. ¡Y bien viejo!
A Venezuela se le quiere aplicar la misma vacuna a través de una pseudo ayuda humanitaria, que de tal no tiene nada. Porque si se quisiera ayudar de verdad, lo primero que habría que hacer es levantarle el infame bloqueo que se le ha impuesto, y que ha llegado al extremo de asaltarle sus cuentas internacionales. Y si nuestro país estuviera interesado en ello, la susodicha ayuda la estuvieran repartiendo en todos los municipios y departamentos colombianos donde abunda un mundo de mujeres, hombres y niños, que dicen ser venezolanos, pidiendo en los semáforos o hacinados en cualquier rincón. Pero no. Volvemos es a aparecer como proxenetas de la consumación de otra brutalidad internacional.
*Arquitecto y Docente