Diario del Cesar
Defiende la región

Santo Ecce Homo bendijo al pueblo vallenato

438

En la sombra de un frondoso árbol de mango, instalado en la restructurada Plaza Alfonso López sirvió de refugio para Albert Enrique Sosa Martínez, un santandereano devoto de Santo Ecce Homo, de quien asegura “me ha hecho muchos milagros”.

Desde 1953, el hombre de estirpe campesina vive en Valledupar, a donde llegó huyendo de la violencia que azotó su región. Aquí creció y sentó su familia en el populoso barrio El Carmen en cuyo aposento germinó una de las tiendas más reconocidas del sector.

A sus 82 años siente una inmensa devoción por Santo Ecce Homo, reflejada en un escapulario  y un cuadro deteriorado que carga debajo de sus brazos. Además, es un agradecido con el patrono de los vallenatos porque gracias a él “sobreviví a una enfermedad renal que padecí desde joven, fueron muchas las oraciones y muchos años de súplicas, desde entonces no dejo de alabarlo en cada una de las celebraciones”.

Mientras escucha el sermón del Obispo Óscar Vélez Isaza, en la matinal eucaristía en la Iglesia Inmaculada Concepción, el hombre de piel arrugada y abarcas agrestes cuenta su historia llena de infortunio. “En 1998 fueron a matarme a mi casa porque no quise darles plata a unos muchachos, me imagino que eran extorsionistas, afortunadamente me dio tiempo de huir por el patio, oré mucho y desde entonces encontré en Santo Ecce Homo un refugio para mi desgracia. Por allá no volvieron. Por eso todos los años participo de esta celebración. Le debo mucho a nuestro patrono”, reconoció.

Albert Enrique Sosa Martínez, con un bastón, acompañado por uno de sus nietos, fue uno de los miles de feligreses que participaron de la tradicional eucaristía y procesión de Santo Ecche Homo.

 

LA CEREMONIA

 

“Levantemos la mano cuando Santo Ecce Homo pase sobre nosotros, dile tu eres el rey de mi vida, quiero alabarte sin parar, he venido a contemplar tu amor, bendice mis proyectos, mi familia, mis amigos, mi hogar”, palabras del Obispo de Valledupar, Monseñor Óscar Vélez Isaza, una vez la posesión inició el recorrido por la Plaza Alfonso López.

Miles de feligreses atendieron la cita con una devoción que cada día crece en la capital del Cesar; niños, jóvenes y adultos abarrotaron el nuevo escenario hasta altas horas de la tarde atendiendo el fervor cristiano por Santo Ecce Homo.

Este año la lluvia no apareció. Entre aplausos, alabanzas, la ceremonia se desarrolló  en medio del calor vallenato que quiso rendirle tributo a la tradicional eucaristía como señal de fe en medio del fuerte incienso.

A las 6:45 de la tarde, la procesión recorrió todo el Centro Histórico de Valledupar; con la mano arriba en señal de alabanza, miles de feligreses mostraron su pasión por su Santo Patrono. Fue el día señalado para muchos que están en mora con la gracia de Jesús. Las muestras de cariño hacia su santo patrono, estuvieron intactas.

“Cuando perdemos las esperanza nos sumergimos en el infierno, derrama miradas protectoras sobre tus ojos”, mensaje que recalcó el sacerdote, en medio del sermón litúrgico.

La tradicional ceremonia recordó los momentos de Jesús atado a la cruz. La historia asegura que cuando Poncio Pilato lo estaba azotando, sus palabras eran “he aquí el hombre”, eso significa Ecce Homo. Desde ahí nace esta festividad que este año movió alrededor de 25.000 personas, aproximadamente. Es un momento precioso para el recogimiento, es una fiesta de la misericordia y reconciliación, en la que el pueblo reestablece su relación con Dios. Ecce Homo es el hijo de Dios.

La romería estuvo integrada por feligreses de diferentes latitudes de la región, que llegaron para sumarse a la devoción del eterno patrono de Valledupar.

Algunos llevaron a sus hijos pequeños para presentarlos al patrono y recibir su santa bendición y desencadenar en ellos una devoción transmitida de generación en generación.

Fue un momento de fervor y exaltación. El pueblo se reencontró con su patrono, lo aduló, le rogó mejoras y milagros, o simplemente, celebró su regreso con una fe y una constancia fuera de lo común. Llegaron personas de las afueras de la ciudad, se aglomeraron en la plaza Alfonso López tratando de conseguir la mejor visibilidad para adorarlo o tocarlo.