Durante las casi dos décadas del régimen chavista en Venezuela, el Hemisferio Occidental y muchas naciones en el Mundo, especialmente en Europa, permanecieron indiferentes ante lo que ocurría en la vecina nación, donde a partir del segundo mandato de su líder muerto ya pintaba para donde iba y lo que buscaba. Logró expandir su modelo socialista en algunos países de las Américas del Sur y Central, hasta darse el lujo de constituir lo que muchos llamaron ´el eje del mal´ a nivel criollo. Recordemos que con la anuencia o patrocinio de Chávez ascendieron al poder la encausada corrupta de Cristina Kirchner en Argentina, la reelección del corrupto y condenado presidente brasileño Lula Da Silva y luego su sucesora doña Dilma elegida y luego destituida; el pervertido y acosador sexual y exobispo Fernando Lugo en Paraguay; Evo Morales en la deprimida Bolivia; el prófugo Rafael Correa en Ecuador y el extirpador Daniel Ortega en Nicaragua. Esa fue la nómina que en su momento configuró Chávez en el continente, y desde luego ninguno de esos países se atrevían a censurar lo que ya estaba pasando en la Patria de Bolívar. Con algunas excepciones desde luego, Colombia, Chile, Uruguay y Perú, que tomaban distancia, pero nunca encararon como se ha hecho hoy a un régimen plagado de cuanto delito se pueda uno imaginar. Muerto Chávez ascendió a quien él eligió como su sucesor: Nicolás Maduro.
A partir de ahí todo empezó a cambiar y el mundo a darse cuenta que no podía seguir callando o haciéndose el de la vista gorda ante un gobierno despedazado por la avaricia de una camarilla de ladrones y narcotraficantes que destrozaron a la prospera y pobre Venezuela.
Con ocasión de su visita a los Estados Unidos, el presidente Iván Duque lanzó una expresión cierta y demoledora en el auditorio ‘Enrique Iglesias’ del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con sede en Washington:
todos debemos unirnos en luchar por la libertad del pueblo venezolano, y no vamos a dejar de hacer nada que se requiera en ese frente”, dijo.
Y luego explicó– “la indiferencia nos hace cómplices, o, lo que es peor, el silencio nos puede hacer cómplices de una tragedia en Venezuela”. Y eso es exactamente lo que ocurrió. Muchos gobiernos se escudaron en supuestos principios de no intervención en los asuntos internos de otros países mostrando una diplomacia con hipocresía que terminó haciéndole daño al propio pueblo venezolano, al que ahora se pretende liberar de las garras del dictador y su banda
El nuevo Gobierno de Colombia ha sido claro en que a la dictadura de Venezuela “hay que denunciarla”, y así lo ha hecho a través de la Corte Penal Internacional (CPI). Algo que en el anterior mandato nunca se hizo a pesar de las reiteradas violaciones a las libertades y el cercenamiento de la democracia.
Ese cerco diplomático sin precedentes impulsado por Colombia para que la democracia retorne al vecino país, está dando resultados insospechables, hasta el punto que muchos creen que los días de Maduro están contados, o que el régimen está ´madurito´ para desaparecer y liberar a ese país del oprobio en que se encuentra.
Y desde luego que los Estados Unidos ha sido también un abanderado por solucionar esta tragedia en Venezuela, por cuanto han resultado eficaces unas medidas económicas que debieron tomarse antes y no esperar que la situación haya hecho metástasis.
Quienes defendemos la democracia y los principios rectores de la libertad anhelamos para el pueblo venezolano su recuperación económica con sentido social, y bajo el debe patriótico de todos reconstruyan una Nación que debe volver a ser prospera y pujante.