Diario del Cesar
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 Iglesia reconoce milagro que hizo el médico José Gregorio Hernández

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De acuerdo a lo estipulado en el proceso, lo próximo es que el caso del doctor Hernández pase a la Comisión de Teólogos y cardenales. Si es avalado por las dos, solo resta la aprobación del papa Francisco para que sea nombrado beato.

El médico venezolano fue declarado venerable en 1986 por el papa Juan Pablo II, por lo que miles de feligreses acuden a él para pedir un milagro de sanación y agradecer por los favores recibidos.

Un milagro que habría realizado el médico venezolano José Gregorio Hernández, a quien se le atribuyen capacidades curativas tras su muerte, está a punto de ser reconocido de manera oficial por la Iglesia y sería un paso para avanzar en su proceso de beatificación.

Así lo informó la Arquidiócesis de Caracas a través de su cuenta en Twitter.

La Congregación para la Causa de los Santos en la Santa Sede revisó el caso. “Este jueves se reunió la Congregación para la Causa de los Santos en la Santa Sede. Se analizó el presunto milagro atribuido a la intercesión del Venerable Dr. José Gregorio Hernández, el cual se superó exitosamente. Solo falta una consulta teológica y la plenaria de Cardenales”, informaron.

El milagro, que sería reconocido por el propio papa Francisco, es el de la recuperación de una menor de edad que recibió un impacto de bala en la cabeza y su familia, cuando la estaban atendiendo, invocó el nombre del médico y en el hospital juraron que días después ella se recuperó al punto de que no parecía la víctima de un balazo.

Ese milagro de José Gregorio Hernández, el médico, científico y religioso venezolano que falleció hace 100 años y al que se le atribuyen varios hechos como el de la niña, por lo que está actualmente en proceso de beatificación por parte de la Iglesia católica.

Su influencia, además de estar en la medicina, está también en los milagros que, dicen los creyentes del poder sanador del médico, incluso han salvado vidas que parecían perdidas sin esperanza alguna.

Por esto, desde 1949, entonces, se inició el proceso de beatificación de José Gregorio. En septiembre de 1985 se aprobó el expediente sobre José Gregorio Hernández, momento en el cual fue declarado “Venerable” por el Papa Juan Pablo II.

“La Comisión de Médicos de la Congregación para las causas de los Santos ha aprobado el milagro realizado por el Dr. José Gregorio Hernández. Vamos camino a su pronta beatificación. Alabado sea Dios que nos mira con amor”, dijo Basabe en su cuenta de Twitter sin aclarar a que hecho se refiere.

Según el protocolo de la Iglesia Católica, un hombre o mujer es considerado siervo de Dios y venerable antes de ser beato, algo que solo se consigue con un milagro comprobado.

En el último paso de la canonización el beato es considerado santo, por cuanto la Iglesia otorga permiso para rendirle culto público y le asigna una fiesta litúrgica, que por regla general es el día de su muerte.

En Venezuela y sus países vecinos Hernández, que en vida se dedicó a las causas de los más pobres y es recordado por su caridad y generosidad, es considerado un santo al que el imaginario popular le atribuye numerosos milagros médicos no comprobados.

Pero también forma parte de los altares espiritistas y santeros, dos corrientes religiosas que sintetizan las creencias católica, africana y de los aborígenes americanos.

En Venezuela numerosos sacerdotes espiritistas aseguran que realizan intervenciones quirúrgicas con la ayuda de Hernández, pese a que no tienen conocimientos de medicina ni abren los cuerpos de los pacientes.

El médico considerado santo en Venezuela murió el 29 de junio de 1919 en Caracas, cuando un vehículo lo atropelló y en su caída se fracturó el cráneo al golpearse con una acera.

A partir de 1907, intentó varias veces dedicarse a la vida monacal pero la enfermedad y algunos rechazos frustraron sus anhelos.

Durante los 23 años en que ejerció efectivamente la docencia universitaria, el doctor Hernández dictó un total de 32 cursos, en asignaturas de su competencia, con asistencia de 694 estudiantes. Hermosa síntesis analítica de una personalidad de excepción, concebida y expresada dentro de la más compleja simplicidad.

Los intentos por lograr su beatificación no se han detenido desde 1949 continúa y la fe alrededor de Hernández parece no ceder. Sin ir muy lejos, al recorrer la Avenida Caracas se puede encontrar con la una casa en la que está el ‘Consultorio del Doctor José Gregorio Hernández – Médico de los Pobres’, a donde llegan devotos de su figura a pedir por su salud o la de sus seres queridos. Y ese es uno de los cientos de sitios de adoración al médico con los que cualquiera se puede topar caminando por ahí.

El día que José Gregorio Hernández falleció, arrollado por el único automóvil que había en Caracas en 1919, estaba comprando unos medicamentos para una paciente suya que no tenía cómo pagarlos. José Gregorio tenía 54 años.

Él iba a ver una paciente que sabía que no tenía cómo pagar sus medicamentos y en esa salida fue que lo atropellaron y se fractura el cráneo. Murió en el hospital Vargas, en donde trabajó.

Ese era el carácter de José Gregorio. Solía pedir su sueldo en monedas, para poder hacer donaciones a las personas que se encontraba en la calle.

Y todos los días, de 1:00 a 3:00 p.m., se dedicaba a atender a los pacientes más pobres. Esta idea le habría venido de su madre, a quien el médico perdió cuando apenas tenía 8 años. Ella fue quien lo inició en el catolicismo y cuando ella falleció fue un punto de inflexión en la que sería su vida futura de medicina y servicio.

De una inteligencia feroz y curiosidad insaciable, los profesores del pequeño José Gregorio recomendaron a su padre trasladarlo desde la pequeña localidad de Isnotú a Caracas, para que lo formaran docentes con más experiencia para responder sus continuos e insistentes porqués.

A los 13 años ya estaba seguro de que quería ser un siervo de dios, como lo llaman algunos de quienes admiran su vida y obra. También estaba convencido de que al crecer sería médico, porque quería ayudar a las personas que no podían pagarse uno, como había visto que ocurría en su natal Isnotú.

Años después, y con una beca, viajó a París para aprender sobre Bacteriología, Microscopía, Histología, Fisiología Experimental y otras áreas. También se formó en Berlín y Madrid, con apenas 27 años.

Al regresar a Venezuela empezó a consolidar su legado médico: fundó el Instituto de Medicina Experimental y el Laboratorio del Hospital Vargas. Además, se le atribuye la fundación de la anatomía patológica en su país. Y, también, fue el responsable de llevar el primer microscopio que tuvo ese país.

Pero fue al mezclar la medicina científica con lo que hoy podría llamarse medicina alternativa cuando alcanzó su legado más amplio. Dedicaba mucha parte de sus citas con pacientes a hablar con ellos, a conocerlos y a acercarlos a dios. Todo esto sin jamás cobrar un solo peso.

Incluso, solía dejar monedas en la puerta de su consultorio, por si alguno de quienes lo visitaban necesitaba llevarse un poco de “sencillo”, como le decía él.

Esa vocación de servicio a los pobres y su profunda creencia en dios y la religión católica hicieron de él una figura mística, legendaria que aún desde el más allá continuaba curando enfermos a través de otras personas.

Y aunque esas historias de milagros y curaciones imposibles se hicieron tradición y parecen contarse desde hace generaciones, a partir de este jueves se contará una vez más, pero esta vez en la pantalla gigante.

La Medium del Venerable, de la directora Celmira Zuluaga cuenta la historia de una mujer escéptica que termina conectada en un plano espiritual con el médico venezolano.

LA HISTORIA

Nacido el 26 de Octubre de 1864 en el pueblecito de Isnotú, estado de Trujillo, Venezuela. Crece en aquel ambiente sencillo de campesinos. Sus padres, Benigno Hernández y Josefa Antonia Cisneros, son propietarios de la tienda del pueblo. Gregorio es el mayor de seis hermanos.  Su madre, mujer muy piadosa, muere teniendo el solo ocho años.

Mucho le debemos a la atención de Don Pedro Celestino Sánchez,  primer maestro del pequeño Gregorio en Isnotú, quien supo descubrir las habilidades del niño y recomendó a su Padre que lo enviase a estudiar a Caracas. Allí estudió medicina con tal éxito que el Presidente de la República lo envió a la Universidad de París, a la Facultad de Medicina, para que desarrolle estudios en Microscopia, Histología Normal, Patología y Fisiología Experimental.

De regreso a su patria, cumplió con creces lo cometido: traer las piezas necesarias para un Gabinete Fisiológico y enseñar en la Universidad Central la especialidades científicas que él cursó.  Ejerció su carrera con mucho éxito. Fue Profesor de medicina en la Universidad Central en Caracas.

Habiendo cumplido con sus compromisos y también con su familia, a la cual se trajo a vivir en Caracas y la ayudó a encaminarse, Don Gregorio quiso llevar a cabo su vocación religiosa. Se embarcó rumbo a Italia con la intención de ser monje de clausura y así dedicarse solo a Dios en la oración. En 1908 entró en la Cartuja de Farneta tomando el nombre de “Hermano Marcelo”. Pero nueve meses después de su ingreso, se enferma de tal manera que el Padre Superior ordena regresar a Venezuela para recuperarse. Dios tenía otros planes para su siervo. Gregorio por su parte nunca cedió en su amor por la Iglesia y la vida religiosa. Decía que el sacerdocio es “lo mas grande que existe en la tierra”.

Llega a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibe permiso para ingresar en el seminario “Santa Rosa de Lima”.  Pero su corazón sigue anhelando la vida radical del monasterio. Pasados tres años, se decide intentar de nuevo. Esta vez se embarca para Roma con su hermana Isolina. Ingresó en los cursos de Teología en el colegio Pío Latino Americano pensando así prepararse para el monasterio. Pero una vez mas sus planes se vieron frustrados por la enfermedad: una afección pulmonar que le forzó retornar a Venezuela.

Don Gregorio ya no intenta mas la vida religiosa. Comprende que Dios lo llama a la vida seglar. Será un seglar católico ejemplar sirviendo a Dios en sus hermanos desde su vocación de médico, pues así también se puede y se debe ser santo. Continuó ejerciendo como médico ejemplar. Dedicaba 2 horas diarias a servir a los pobres. Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado   por un vehículo. Una testigo declaró que Don Gregorio, al ver que le venía el carro, exclamó: “¡Virgen Santísima!”.  Fue llevado en carrera al hospital donde un sacerdote alcanzó impartirle la Unción de los Enfermos antes de que muriera. Caracas se conmovió y muchos decían: “ha muerto un santo”. Fueron tantos los que asistieron a su vela que tuvieron que intervenir las autoridades civiles para organizar el desfile incesante.

Venerado sobre todo en su patria y en Colombia. Son muchos los que peregrinan a su pueblo natal para rezarle y ofrecer ex-votos.