Diario del Cesar
Defiende la región

La otra pandemia sobre ruedas

20

La preocupación tanto de la prensa como de las agencias de seguros por el geométrico crecimiento de la tasa de accidentalidad en Colombia debe parecernos no sólo razonable sino digna de atención de las autoridades, como quiera que las muertes y lesionados en accidentes de tránsito en el mundo, ha sido catalogada por la Organización Mundial de la Salud-OMS, por su contexto mundial, como una verdadera pandemia.  El hecho impacta de forma grave a millones de familias en el universo, a los sistemas de salud, a las compañías de seguros, a los presupuestos oficiales, a la empresa privada.

Además del capital humano que se pierde considerado en millones de personas, la OMS ha destacado que más veinte mil niños y jóvenes pierden la vida cada año en las carreteras y vías urbanas e interurbanas en el mundo, cuyos costos económicos representan más de 510 mil millones de dólares.    En nuestro país, el problema tiene sensaciones críticas. La accidentalidad vial se ha convertido en la segunda causa de mortalidad, después de las muertes violentas por homicidio que representan el 60% de los decesos.   Según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, la tasa de accidentalidad en Colombia supera los 380 accidentes diarios por cada 100.000 habitantes, lo que representa más de 1.300.000 accidentes y más de veinte mil muertes anuales, que se generan principalmente por exceso de velocidad, mal estado de las vías, conductores en estado de embriaguez, consumo de estupefacientes, fallas en la atención y vehiculares, y algunas otras.

A pesar de que a partir de 2.002 los colombianos contamos con un Código Nacional de Tránsito y desde 2022 con una Ley de Seguridad Vial enfocado en el sistema de seguros, las perspectivas de prevención y tratamiento de accidentes de tránsito en el país no son alentadoras y los factores de riesgos viales como el error humano, los de seguridad y mantenimiento de las vías y el  factor vehicular,   ni han sido paliados ni le han sido aplicadas estrategias positivas para aminorar el incremento accidental ni la siniestralidad vial. Sin referirnos al pésimo estado de la infraestructura vial, el trasladado de los mandatos legales hacia la instrucción y educación humanas, tampoco hacia la  acción preventiva,  han sido estrategias positivas de gobierno alguno, mostrándose en muchos aspectos, prácticas negativas como la ausencia total  de controles policiales y de reguladores de tránsito en las ciudades,  el mal manejo de la propiedad vehicular y de las sanciones y comparendos, el otorgamiento y control de las licencias de conducción siempre en manos de la corrupción, el desorden vehicular en las ciudades, el nulo control de los excesos de velocidad,  que constituyen parte apenas de las razones en el incremento de la siniestralidad vial, de la que los medios de comunicación hoy inexplicablemente se sorprenden.

Capítulo aparte merece el tema de la accidentalidad de motociclistas y sus acompañantes,  en el que tienen gran participación tanto el Ministerio del Transporte  como el de  Salud, generada por muchos factores, entre ellos el incremento exponencial de los vehículos -se calcula que el parque automotor en Colombia es de más de 7 millones de motos-  la inobservancia de las normas de tránsito, abusos de la velocidad,  la permisividad de la autoridad  policial y de tránsito, el nivel cultural, sociológico y de capacitación que la mayoría de los conductores motociclistas presenta, que hacen vulnerables a estos actores del transporte en Colombia, cuyas muertes  representan más del 77% de los accidentes y más del 79% de los heridos en estos siniestros,  con la consiguiente congestión de clínicas y hospitales, gastos financieros, y la siempre lamentable pérdida de vidas humanas. La Organización Mundial de la Salud-OMS, máxima autoridad en el mundo, ha señalado que el tema debe tratarse como una pandemia, con la diferencia que esta no la originan animales, sino seres humanos en ruedas.

*Abogado laboralista*Profesor universitario.*Escritor