Deberían servirnos estas elecciones próximas para empezar a vislumbrar una Santa Marta y un Magdalena prósperos de y con ciudadanos libres y en equidad. Es ese mi deseo, como sé que es el de muchos de los nuestros, que desde el pensar sereno, la decencia y la reflexión quieren que lo cuál sea la voluntad mayoritaria, lo que ojalá se vea reflejado en satisfactorios resultados, mismos que ojalá se cumplan para bien y no como hasta ahora, lo que desafortunadamente ha sido lamentable para todos en la ciudad y el departamento.
No se trata de ser crítico con los de ahora ni con buena parte de los nuestros que ingenuamente han caído incautamente en los engaños de quienes propalan orientaciones y adoctrinamientos que inducen al odio con todos los perjuicios que ello implica, y son los mismos que han satanizado a la antecedente clase política sin tener en cuenta en lo más mínimo, aquello de ver la paja en el ojo ajeno que no la viga en el propio.
Hoy se palpan mayormente en nuestras unidades territoriales las inequidades y desigualdades existentes entre los distintos de ellas y, por lo tanto, entre sus gentes, así como con las diferencias en los indicadores comparativos que se dan entre unos y otros de los departamentos del país; una de las razones por las que no debemos permitirnos bajo punto de vista ni circunstancia alguna, repetirnos en la más reciente historia citadina y departamental, debido a que no es de recibo repetirnos en más de los mismo; esto es, demagogia, autoritarismo, populismo, lo que se confirmará de elegir a los suyos para tener más de lo mismo, lo que nos seguirá llevando como hoy, a los peores de los escenarios previsibles, que tendríamos en dosis muy superiores a las que ya nos han venido dando a conocer, que han sido políticas que han favorecido las desigualdades y la ausencia de cambios y transformaciones que nos han hecho menos prósperos, lo que nos ha llevado a sentir una mezcla hiperbólica de frustración y desesperanza.
Hoy vivimos agudamente polarizados. Desprovistos de su tan anunciada prosperidad. Nada de nada. Es evidente que tal ensayo nos ha salido a samarios y magdalenenses más caro que nunca, y ello lo hemos pagado todos con creces. No se justifica que sigamos viviendo como estamos en medio de tensiones, viendo concesiones, prebendas, beneficios y canonjías por doquier y a discreción para los suyos. De repetirse ellos en el poder, se acrecentarán aún más los desequilibrios, como consta en todos y cada uno de nuestros municipios y debe ser ello algo que realmente nos preocupe.
Roguemos todos que los próximos resultados en las urnas no nos lleven a escenarios funestos para que se sigan imponiendo inequidades y desigualdades. Pensemos el porvenir de los nuestros y territorios en verdadera prosperidad e igualdad de oportunidades, lo mismo que puedan contar con todas las herramientas e instrumentos para poder llevar avante sus iniciativas, planes, proyectos y programas; no más sea truncado por completo el anhelo de nuestros pueblos. Queremos en adelante una Santa Marta y un Magdalena prósperos. Es lo debido y en nuestras manos está que ello suceda. *Jurista.