Diario del Cesar
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Festival Vallenato detrás de bambalinas

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Detrás de cada Festival Vallenato se mimetizaron cuentos, historias y personajes que terminaron siendo parte de todo ese embrujo que develaban los acordeones cajas y guacharacas, episodios que fueron apéndices de cada certamen folclórico que se hace en Valledupar cada mes de abril.

Desde el primer encuentro se fueron tejiendo esas redes palpables o abstractas de acontecimientos que terminaron siendo piezas de este ajedrez, llamado Festival Vallenato, dando origen a algunos personajes, quienes aparte de los reyes, se convirtieron en figuras icónicas de la provincia.

En el primer Festival si bien se recuerda a Alejandro Durán como el ganador, no es menos ‘visible’ para la memoria, el recuerdo del maestro Emiliano Zuleta, quien tenía el rótulo de ganador, por toda su habilidad, el carisma y simpatía que despertaba entre el público y los mismos organizadores, ese favoritismo le hizo confiar como la vieja fábula de la tortuga y la liebre. Zuleta confiado de su triunfo se fue a  celebrar y se pasó de copas, ausentándose del lugar. Al seguir el concurso, fue llamado insistentemente y no apareció lo que fue causa de eliminación.

En esos hechos que marcaron la historia que, para algunos pasaron desapercibido, pero para otros no, en el segundo Festival se recuerda la tarima de madera que fue fabricada por el maestro Augusto Cárdenas  Castellanos, un adalid de la ebanistería, además, vecino de la plaza en la carrera 5, en ese festival que ganó Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza, para escenificar las cargas, hicieron una especie de pozo para simbolizar la Laguna Sicarare, lugar que, según la leyenda,  los indios Tupes envenenaron a los españoles, en venganza por el maltrato a una indígena.

“Como Valledupar era una ciudad aún pequeña, dejaron la escenografía allí, pero en la noche, al conocerse el fallo de la eliminación de Lisandro Meza que era el favorito, se armó una gresca que terminó con mucha gente revolcada en esa laguna, incluso hasta los policías que trataban de controlar la turba”, así lo relata Emilio Alfonso Arias Acosta, uno de los veteranos locutores de la región.

 

CARPA Y ‘CHICHE’ BARRANCAS

De ese anecdotario festivalero no se puede sustraer la apariciones repentinas en la plaza Alfonso López, de Adelaida ‘La Carpa’ una mujer de origen guajiro, del corregimiento de Los Haticos de San Juan del Cesar, era amante de la quiromancia y solía recolectar algunas monedas leyendo las cartas, con cuyo recaudo compraba atuendos que la hacían particular, sus llamativos aretes, anillos y collares, en su retahíla. Mientras los acordeoneros repicaban notas, ella, le daba rienda suelta a su estribillo, cuando le leía las cartas a las mujeres especialmente: “Veo solo copas y copas, entre más copa le dan más copa quiere” para referenciar la presencia de esa baraja en el aspecto amoroso, y entre risas se marchaban en medio de la multitud.

Como no recordar a un diminuto acordeonero que desde que comenzaba el festival se terciaba su instrumento al pecho y solo se lo descolgaba cuando se cerraba la competencia, pero nunca se inscribió como tal, lo suyo era tocarle a la público en toda la plaza por donde se deslazaba en pos de una moneda o de un trago de ron primordialmente, al final terminaba rendido en cualquier parte de la plaza pero nadie  jamás atentó contra su patrimonio, su viejo instrumento, era un Valledupar, de otras costumbres.

Su nombre era Víctor Solano, conocido popularmente como ‘Chiche’ Barrancas por haber nacido en esa población del centro de La Guajira, fueron muchos años en el transcurso de los primeros festivales que se le vio deambular entre aplausos y risas por su particular estilo de tocar, casi siempre la misma canción.

 

OTROS ELEMENTOS

A medida que el Festival Vallenato iba creciendo se iban sumando elementos que hacían más notoria esta integración cultural, llegaron las empresas licoreras que incursionaban con su agresiva publicidad y hacían circular una muñeca gigantona que bailaba al ritmo de los acordeones, mientras los muchachos corrían detrás de ella, para descubrir cómo se movía semejante ‘armastote’.

En esa estrategia, en una ocasión mandaron una tractomula cuya cisterna llegó full de aguardiente, el propósito era que, durante los cuatro días se bebieran todo ese contenido de degustación, no más que se veían las colas de los bohemios con caneca en mano frente al respectivo surtido para el aprovisionamiento del licor.

Por su parte una cervecería sembró en medio de la plaza a un costado del ‘Palo de Mango’ una gigantesca carpa promocionando uno de sus productos en medio de una estelar nómina de agrupaciones, en esa oportunidad estaba en boga la famosa Irene Martínez y su éxito ‘Mambaco’, quien era una de las artistas más aclamadas en ese escenario.

Pero pasaron otras cosas que al público no trascendieron, pero que detrás de bambalinas causaron su impacto, como cuando Eliécer Ochoa, sobrino de Calixto Ochoa tomó a escondidas el acordeón de su tío un día previo a la final del Festival en 1970.

Se fue de parrandas con el instrumento y en medio de la celebración le partió un pito, y en vez de comunicarle, puso el acordeón en su puesto como si nada hubiera pasado, al llegar el llamado de Calixto Ochoa, al notar el desperfecto, estuvo a punto de retirarse, pero Emilianito Zuleta, quien era el contendor del maestro Ochoa, de una manera caballerosa, le prestó el suyo y así pudo participar, con tan mala suerte para Emiliano que lo derrotó con su propio instrumento.

Esa historia se repitió años después entre Juancho Rois y Julián Rojas, siendo este un adolescente, quien fue descubierto por Juancho en Bogotá cuando manipulaba los acordeones de su hermano Jorge Rojas, allí Rois le vio sus dotes y lo invitó a Valledupar a un Festival Vallenato, lo inscribió a escondidas y le buscó los acompañantes para que participara en ese certamen de 1991, como Julián no tenía acordeones, ‘Juancho’ le prestó los suyos, la historia fue testigo de que esa noche del 30 de abril, el alumno se ganó al maestro en uno de los festivales más polémicos,  dada la figura que representaba Juancho Rois al lado de Diomedes Díaz.

 

DESCALIFICACIONES

Dentro del ramillete de cosas curiosas en los festivales vallenatos, no se puede obviar las eliminatorias que sufrió Diomedes Díaz, en una primera ocasión cuando era el guacharaquero en acordeón aficionado de un participante de la sabana, de nombre, Francisco Palencia Barragán, en plena actuación en uno de los quioscos, se le cayó la guacharaca al ‘Cacique de La Junta’ como después lo llamaron, eso fue motivo para la descalificación.

Años después, en 1987, Diomedes Díaz volvió al concurso de la canción inédita vallenata, en donde ya había ocupado un tercer lugar en 1977, se presentó con una obra alusiva al maestro Rafael Escalona, pero se subió con un suéter que tenía una leyenda impresa en inglés, pero el jurado apegado al reglamento, le hizo saber que era prohibido cualquier letrero y por eso fue descalificado, lo que no gustó a los seguidores de Diomedes que, para entonces colmaban el auditorio de la casa de la Cultura, en donde se desarrollaba el concurso.

Y siguiendo con las descalificaciones en pleno concurso, se recuerdan las de Julio Rojas cuando en 1993 en plena tarima Francisco ‘El Hombre’, pararon su actuación, pues su cajero se había presentado con una caja con plástico sintético en el parche y no el tradicional cuero de chivo que dice el reglamento, al año siguiente volvió y consiguió la segunda corona.

Por su parte, Enrique  Díaz llamado ‘El Tigre de María La Baja’ cayó eliminado por negarse a realizar los llamados solos de caja y guacharaca, que son intervalos en los que los acompañantes deben hacer una demostración de su versatilidad con los instrumentos en el aire de puya, Díaz, temperamental como era, no acató la recomendación y fue sacado del concurso.

La más reciente descalificación la vivió Jorgito Celedón en 2016, cuando las eliminatorias de la canción inédita se realizaron en el balneario ‘La Pedregosa’ en la que participaba con la puya ‘Dígalo Cantando’ no le llegaron los acompañantes, quienes en su mayoría eran intérpretes de grupos profesionales que actuaban en la noche y por la mañana era el concurso, por lo tanto les era difícil llegar a tiempo por el trasnocho, Jorge llegó,  pero no algunos acompañantes,  ya se habían hecho los tres llamados respectivos por parte de presentador, se quiso darle la oportunidad ante la asistencia del público, pero los demás concursantes protestaron, sellándose definitivamente al eliminación.