La seguridad, conceptualmente hablando, bien se dice que es la capacidad de dar respuesta efectiva a riesgos, amenazas o vulnerabilidades y estar preparados para prevenirlos, contenerlos y enfrentarlos, identifica a una situación de ausencia o disminución de riesgos para un determinado entorno social y natural.
Según la ONU, es una “situación en la que los Estados (o unidades territoriales en general) consideran que no hay peligro de un ataque militar, presión política ni coerción económica, con lo que pueden proseguir libremente su desarrollo y progreso”.
Es sin lugar a ningún género de dudas, uno de los más grandes anhelos del ser humano, ya que en todo buscamos seguridad, de tal modo que la seguridad como tal constituye un bien preciado, un bien que cuando disfrutamos de él no lo valoramos de manera suficiente.
Seguridad es tranquilidad, razón para que se diga normalmente que si no estamos o no nos sentimos seguros no podemos disfrutar de casi nada y no somos capaces de hacer muchas cosas. Si no estamos seguros, estamos inquietos, intranquilos.
Y aunque cada tiempo establezca nuevos comportamientos y paradigmas que se reformulan para adecuarse a los cambios sociales, en materia de seguridad la sociedad no puede innovar mucho por cuanto es la seguridad una idea que no es divisible. Tampoco es relativa. Hay o no hay seguridad.
Es la seguridad un todo que importa. Presupuesto necesario de la creatividad, la productividad, el ocio, el bienestar, el libre ejercicio de los derechos individuales, políticos y sociales.
Lo pacifico conduce a vincular la seguridad y la paz, puesto que sin seguridad no hay ni habrá paz.
Nos afanamos por mejorar las magnitudes que reflejan nuestra prosperidad, como son tasa de empleo, renta per cápita, real nivel de protección, déficit y demás, lo cual requiere necesariamente para su favorable evolución y consolidación, de la seguridad, la cual es sin duda valor fundamental, acción fundante y punto básico como cardinal de toda sociedad.
Es una de las primeras, sino la primera responsabilidad del Estado. Un Estado que no garantice, apoye, fomente, impulse, potencie y propicie con éxito la seguridad de los ciudadanos hasta el punto en que sea posible, no cumple con una de sus más esenciales funciones, para convertirse de alguna manera en un Estado fallido, lo cual afecta significativamente y en grado superlativo lo enormemente sensible que es en esta materia la percepción de la ciudadanía en particular y comunidad en general, lo que determina robustecer la prevención de acciones que trastornen en la forma en que lo hacen, todo cuanto la afecta.
La seguridad debe y tiene que ser un objetivo irrenunciable, garantizarse, nunca sacrificarse y sí ponderarse en todo tiempo, momento y lugar que menester sea, lo que es algo que así entiende la mayoría social, debido a que no es de recibo y nada puede demandar que tengamos que sufrir un déficit de seguridad individual o colectiva. La inseguridad, en ello se coincide, es una lacra insoportable, ya que atenta en definitiva contra el cuerpo social en su conjunto.
La seguridad, para que mejor sea, debe contar con el apoyo irrestricto de la ciudadanía y en tal derrotero compete defenderla, toda vez que en ello se cifra en inmensa medida la tan anhelada tranquilidad. saramara7@gmail.com
*Abogado