Diario del Cesar
Defiende la región

El debate electoral y el engaño a la ley

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La ciudad de Valledupar y muchos otros municipios del Cesar comienzan a verse inundados de publicidad sugestiva con nombres y refranes que tiene un claro trasfondo político alusivo desde luego a las elecciones que se avecinan, las del mes de octubre.

En Colombia ha hecho carrera el adagio de que hecha la ley, hecha la trampa. Y quienes no respetan la ley ni las normas electorales se las ingenian para transgredirlas y arrancar desde temprano en una lucha partidista que para este año no será nada distinto a lo que ha venido ocurriendo: torrentes de dinero, tráfico de influencias, sobornos a los electores, compra de jurados, urnas ´preñadas´, votantes falsos o muertos, y un sin número de irregularidades frente a las que el poder de la Organización Electoral poco o nada hace.

Pero veamos que está ocurriendo con la publicidad electoral. Sabido es que la norma establece unos tiempos para que los distintos candidatos a cargos o corporaciones de elección popular procedan a realizarla con determinadas frecuencias tanto en radio, prensa escrita, televisión y vallas publicitarias. Contrario a ello la comunidad viene observando en taxis, vehículos particulares, buses del servicio urbano, vallas, pantallas electrónicas y hasta en programas radiales, mensajes ´cifrados´ de quienes ya se sabe van a participar como candidatos en la contienda electoral. Ello es una trampa a la ley; una clara violación a las normas, pero sobre todo deja ver el talante del candidato, de no respetar nada.

Ahora bien. La comunidad ya está advertida de quienes son respetuosos de la Ley y quienes le hacen el esguince a la misma porque muy seguramente tendrán ese comportamiento cuando asuman funciones públicas.

Las elecciones de octubre son elecciones serias, en donde estará en juego el futuro del Cesar, de Valledupar su capital y de los municipios del departamento. Son elecciones donde se debe elegir a los más capaces, a quienes presenten las mejores propuestas en materia de gobernabilidad, transparencia en el manejo de los recursos públicos, desarrollo y progreso. No se trata solamente de la foto del momento y del apoyo electoral, ni el de los mejores jingles ni el de los apoyos al compás de un acordeón. Los electores deben tener el máximo grado de responsabilidad cuando enfrenten el tarjetón en el cubículo . De esa decisión depende a quien se vaya a elegir, a qué gobernante se le va a encomendar la administración del municipio o el departamento, por lo tanto ese grado de responsabilidad es compartido.

La comunidad debe abandonar de una vez por todas esas actitudes o apatía; esa indiferencia y abstención que la ha caracterizado en los últimos procesos electorales para que en esta ocasión haga presencia masiva y se haga sentir en las urnas para que de un vuelco radical en las costumbres que hasta el momento se han tenido. Ahí es donde radia el éxito de una sociedad, en aplaudir lo bueno o castigar lo malo, rechazar las viejas prácticas y corruptelas electorales para repartirse el poder.