Diario del Cesar
Defiende la región

Por favor, sea consciente y responsable, aíslese

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Los colombianos desafortunadamente no hemos querido entender que nos encontramos frente a un ´asesino invisible´. Y lo vamos a denominar así para que los incrédulos entiendan. Para que los que se resisten a cumplir las normas sanitarias sepan que están jugando con un virus que mata sin tener en cuenta nada. Y para los escépticos, para aquellos que creen que estamos frente a una mamadera de gallo, ayer, solo en 24 horas, el coronavirus mató a 640 personas en Italia, país donde lastimosamente no tomaron en serio lo que estaba pasando en China, y hoy, con mucho dolor, los italianos registran más muertos de los que hubo en el país asiático. Increíblemente Italia está aportando en estos momentos a la tragedia que vive la humanidad, más de 4 mil víctimas, mientras que los chinos tuvieron 3800. Y lo que se viene para Italia, es peor. Apenas lo que está viviendo es el inicio de lo que podría ser un holocausto.

De tal manera que la sociedad colombiana debe ponerse seria. Los ciudadanos deben abandonar ese reto, esa indiferencia y falta de cooperación. Si quienes violan las normas creen que es asunto de ellos, están equivocados. Con su irresponsabilidad se está contagiando y posiblemente matando a otras personas. Es una pandemia, es real y es grave. La oportunidad que tenemos los colombianos es el de acatar al máximo políticas que ayuden al distanciamiento social para que el ritmo de contagio sea más lento.

Mientras los infectólogos y científicos en el mundo están haciendo su mejor esfuerzo por entender y resolver el fenómeno, mientras tanto es irrefutable que los países que han tomado medidas drásticas de aislamiento e implementado los test con rigor son los que mejor están resolviendo la crisis. Solo basta con comparar los datos de Corea del Sur frente a los de Italia.

Nació en China, se expandió por Asia, pasó a Italia y de ahí se regó por Europa. Así, uno a uno, invade al resto del mundo. La ventaja de Colombia radica en que puede observar el desarrollo que ha tenido el virus en otros Estados para crear y ajustar su estrategia de respuesta. El pecado ha sido no tomar medidas contundentes a tiempo.

Una de las razones de estos descuidos radica en no tomar en serio las cifras y no advertir la imprecisión de las mismas. Este desfase en los datos se genera porque las personas contagiadas demoran varios días en mostrar síntomas y ser diagnosticadas. Por tanto, sin saberlo, han expuesto a todo su entorno antes de ser aisladas. Como consecuencia, el número de personas afectadas tiene unos crecimientos exponenciales a grandes velocidades, poniéndole así una presión extrema al sistema de salud con niveles críticos de atención y haciendo que aumente la letalidad global que hoy está en 3,7 %, según la Organización Mundial de la Salud.

Otra de las razones es el rigor de los test. El coronavirus es invisible, pero está activo generando contagio y poniendo en riesgo, sobre todo, a niños, adultos mayores con cuadros clínicos y personas vulnerables. Es clave que las autoridades colombianas exijan y cumplan los protocolos de identificación, control y aislamiento. La oportunidad de Colombia está en implementar al máximo políticas que ayuden al distanciamiento social para que el ritmo de contagio sea más lento, menor el número de muertes, decrezca la presión al sistema de salud y la cura o la vacuna tengan tiempo de aparecer. De todos depende vivir este tsunami con mayor control y serenidad.

Como individuo cada uno es libre en su actuar, por tanto, debe asumir su responsabilidad con calma y acatar absolutamente todas las recomendaciones de las autoridades para cuidarse. Con esta actitud sana, desde el ser y el hacer, se convierte en un miembro de la sociedad que puede sentir satisfacción porque su rol protege a toda la comunidad y lo convierte en un influenciador positivo para su familia, amigos y entorno. No hacerlo, insistimos, aumenta la velocidad de contagio del país, la exigencia al sistema de salud y los muertos. Ante este reto enorme tenemos hoy una bella oportunidad de reencontrarnos como personas, con nosotros mismos y el otro, cumpliendo con el deber ser, haciendo el bien.

Como familias y amigos, cada círculo debe velar por la conciencia y disciplina del grupo. Proteger a niños y mayores, no olvidar a los vecinos, especialmente si son adultos mayores, y a las personas vulnerables.

Finalmente, la invitación es a vivir esta etapa desde la conciencia, con serenidad y una sonrisa. Es, sin duda, una época exigente en la que el compromiso responsable y generoso de cada uno es anónimo pero trascendental.