Diario del Cesar
Defiende la región

Con ganas se sale, pero también puedes recaer

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POR:
MAYRA
MANOSALVA

‘Si la hago, la pago’, ese es el lema de los adolescentes que delinquen en las calles de la capital del departamento, y este también se convirtió en el lema de Augusto (nombre ficticio para proteger su identidad), joven que permanecerá siete años y siete meses recluido en el Centro de Formación Juvenil del Cesar, con quien el DIARIO DEL CESAR compartió un día en el centro ubicado en el norte de Valledupar.

Augusto comenzó a delinquir a los 12 años cuando decidió salirse del centro educativo donde cursaba sexto grado. Se inició con pequeños robos con su mejor amigo -a quien llama su hermano- y acabó siendo coautor de un homicidio y dirigiendo una red de microtráfico en el noroccidente de la ciudad.  El joven que a sus 14 años dejó de tirar piedras y accionó su primer arma de fuego cuenta cómo permanecer recluido en el Centro de Formación Juvenil del Cesar, asegura, le ha cambiado la vida.

“Todo esto que hoy vivo ha sido parte de lo que padecí en mi hogar, es que mi padre trabajaba en un establecimiento donde venden licor y mi mamá en un billar, es decir, ellos trabajaban toda la noche y dormían todo el día pese a esto ellos no podían darnos a mis hermana y a mí todo lo que necesitábamos, pero esas cosas yo las quería; incluso por eso me salí del colegio porque quería poder tener lo que yo codiciaba”, dijo el joven que aún tiene secuelas en su mirada de tristeza.

Su deseo de conseguir las cosas que envidiaba de sus compañeros de colegio y la falta de atención de sus padres creó en él una adicción por hurtar y poder, con ello, tener todo lo soñado de una manera fácil. “Nunca he consumido droga pero si sé que lo que yo generé fue una adicción a robar, no podía estar sin robar y era todos los días que yo tenía que salir a las calles a realizar estos actos delictivos”, contó el sancionado.

Este panorama descrito por Augusto es más común de lo que cualquier ciudadano puede imaginarse, toda vez que múltiples investigaciones señalan que es la sociedad la principal promotora de esta acciones delictivas tal es el caso de la investigación realizada por la Universidad Autónoma de México que explicó que:“Cuando la sociedad actual exalta como valores supremos de la vida al placer y al dinero, y aplaude el éxito y la riqueza, obtenidos por los medios que fueren, generan un  desprecio social al hombre honesto creando un imaginario colectivo de ser débil que no es capaz de hacerse valer mientras exalta al fuerte que prevalece sobre los demás con astucia y con violencia, no habría por qué maravillarse de que algunos jóvenes sientan la tentación de recurrir a la violencia para ganar con facilidad y rapidez mucho dinero”.

Estas líneas son valederas cuando el infante que se encuentra recluido en la institución apoyada y estructurad por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, señala que en un día lograba tener en su bolsillo 600.000 pesos con lo que mantenían su familia y lograba obtener exaltación de sus allegados.

“Duré muy poco tiempo ahorrando y a mis 14 años compré en 800.000 pesos mi primer arma de fuego, también compré mi primera moto porque requería defenderme cuando se generaban los enfrentamientos. Ya dejé de ser un tira-piedra para convertirme en miembro de la banda aunque era de los más pequeños pero los grandes siempre me buscaban para delinquir”, dijo.

Es que el entorno social de violencia y agresividad de algunos barrios de la capital de Cesar han generado que los niños, adolescentes y jóvenes logren obtener muy fácilmente las herramientas para iniciar una vida delictiva, más aun en los espacios invariables donde aumenta mucho la población, pues esto genera aglomeraciones y desorden generando que en unas circunstancias de vida especificas tenga que surgir la violencia y la agresividad como medio para sobrevivir.

Bajo estas circunstancias es que el sancionado señala que se crean las hermandades y pandillas porque como grupo deben sobrevivir y generar los planes para los actos delictivos. “Los problemas de él eran míos y los míos de él, era mi hermano para todo aunque él cayó primero que yo. Cuando iniciaba en esto me pase una línea imaginaría de La Nevada a Bello Horizonte y me golpearon mucho, esto generó una guerra fuerte por lo cual surgieron más enfrentamientos y problemas entre las pandillas que estábamos y en las que lo que primero se fortalece es la lealtad”, contó con fuerza en su rostro y con ilusión de no volverse a ver en estos actos.

EL BARRIO

Desde sus inicios el barrio La Nevada, noroccidente de Valledupar, ha estado envuelto en drogas, delincuencia y homicidios perspectiva que ha generado que el Centro de Formación Juvenil del Cesar hoy contemple el sector como uno de los más hostilesde la ciudad.

Para Augusto sus días en el barrio estuvieron acompañados de este panorama, situación que para la directora del Centro de Formación Juvenil del Cesar, Daniela Pumarejo, es el principal motor al desarrollo de conductas delictivas en nuestra ciudad.

“Ellos empiezan a contar su historia de vida en la manera que se reeducan, es decir, manifiestan las condiciones psicosociales en las que crecieron y los panoramas en su mayoría son de padres alcohólicos, drogadictos o jóvenes que crecieron en condición de orfandad; al mismo tiempo descolarizados de barrios que hoy son el trascendental factor de una vida delictiva”, expresó Pumarejo.

“Yo estuve en el centro por cinco meses la primera vez y fue para mí muy duro pero poco a poco me adapte e incluso manifesté no volver hacer nada más, pero yo salí de aquí el viernes  a las 6 p. m., y en la mañana mis amigos ya estaban en la casa buscándome para que los acompañara y en efecto salí con ellos para seguir en esas falencias porque mi mamá solo me regaló 50 mil pesos y eso no me alcanzaba para nada”, indicó Augusto.

Solo fueron unas cuantas horas para que el adolescente recayera en la conductas punibles y a su vez relata que fueron cuatro meses para tener en sus manos una arma de fuego propia y una motocicleta para delinquir.

“Nosotros podemos reeducar al joven dentro del centro y enseñarle de todo, pero no podemos desconocer que el muchacho volverá a su entorno hostil, en el que hay dificultades, donde hay pandillas, drogas e infinitas situaciones que los pone contra la pared y es donde el joven debe decidir hacer su vida lejos de la ilegalidad o se deja permear de ese entorno y vuelve a los mismo”, subraya la directora del antiguo Cromi.

Para los profesionales médicos en el tema estos adolescentes, que reciben sanciones por parte de la justicia colombiana, han hecho de estos patrones y ejemplos conductas propias.

“A estos jóvenes se les debe hacer un estudio del área familiar, área sociocultural. Lo que permite que se identifique dónde vive, con quién se relaciona, cuáles son sus amistades, si tienes objetivos en la vida y si los tiene claros, entre otras. Es allí donde se logra identificar si tiene algún trastorno de disociación de la personalidad, puesto que su comportamiento parte de un conjunto de acciones”, indicó la experta en el tema psicológico consultada por este medio.

Situación que es corroborada por Augusto quien explica que dentro de las nuevas generaciones el principal lema es ‘Si la hago, la pago’. “Todos mis amigos de ese momento están en la cárcel pagando por diferentes delitos”, refirió.

¿CUÁLES SON LOS DELITOS?

Para Pumarejo los procesos judiciales de estos jóvenes siempre son delitos de hurto, tráfico, porte y fabricación de arma de fuego, accesorios, parte y municiones; tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, homicidio y abuso sexual, los cuales generan perfiles delictivos distintos.

“El 95% de jóvenes que ingresan a la institución son consumidores de psicoactivos, no se presenta el 100% porque la conducta delictiva del adolescente que se encuentra vinculado a hurtos, homicidios, extorsión y venta de estupefacientes es en su mayoría de consumidor activo, mientras que el joven que ingresa por abuso sexual es un chico respetuoso, escolarizado, no es consumidor y es un joven tranquilo; es decir, este restante genera que solo el 95% de nuestra población tenga una adicción por las drogas”, sustenta.

Delitos que son corroborados con las cifras presentadas por la Policía Nacional de Infancia y Adolescencia quienes señalan que en lo corrido del año han sido aprehendidos 62 menores de edad vinculados a casos de homicidio, mientras que el año pasado habían sido 84.

“El Cesar aún maneja cifras reguladas para otros departamentos porque los centros de establecimientos como Bogotá, Bucaramanga, Medelín, Meta, entre otros tienen capacidad de 400 sancionados y se encuentran más bien sobre habitados y nuestra historia es distinta porque contamos con 35 cupos como máximo de capacidad, y al momento tenemos 32 jóvenes”, afirmó Pumarejo.

Finalmente, señaló que dentro del centro en los últimos cuatro años solo han permanecido recluidas tres chicas.

¿QUÉ PASA DESPUÉS DE SALIR?

“Lo que deseo al salir es poder ser el orgullo de mis hijos e irme de Valledupar porque quiero un mejor futuro y no quiero delinquir más, aquí aprendí amar el estudio y entender que existe otro camino”, concluyó Augusto.

Este camino que espera recorrer el joven es el que muchos anhelan cuando salen del Centro de Formación Juvenil del Cesar pero el que muy poco cumplen. “Cuando ellos salen nos percatamos que las realidades familiares que viven son muy difíciles porque hemos identificados casos donde tenemos muchachos que trabajan por salir adelante y se convierten cuando están acá, pero se conoce que los padres no son ayuda porque son personas que venden estupefacientes, son maltratadores y sus amigos son influencia muy fuerte que los hace recaer”, declara la directora del centro.

Asimismo, Pumarejo hizo referencia al caso de Luis Rodolfo ‘Luisito’ Hernández Espitia quien estuvo por 18 meses en el centro y meses después recayó en las conductas delictivas.

“El centro siempre identificó el perfil tranquilo de Luis Rodolfo pero él siempre mostró querer ser adulto, maduro y de querer ser el más grande; sin embargo, durante su instancia aquí mostró su empatía con los procesos estudiando, vinculado a todas las actividades y aquí se graduó de bachillerato, pero la ambición de tener dinero y obtenerlo lo llevo a este lugar porque son muchachos que desde pequeños adquieren un perfil delictivo muy alto”, dijo.

Al mismo tiempo, la gerente del centro señaló que no todos los casos terminan en esta situación, puesto que dentro de los entes gubernamentales del departamento se encuentra trabajando un joven que decidió no recaer en las conductas delictivas.

“El joven se alejó de su entorno, este muchacho cuando salió de aquí decidió no volver a su panorama delictivo y él toco las puertas en el ICBF, las entidades gubernamentales y les decía: ‘No me dejen volver allá’, ‘Denme trabajo’ y hoy puede contar otra historia porque fue su decisión no volver a su hogar. Fue tanto así que él se trajo a su familia para acá”, remató.

Igualmente, el DIARIO DEL CESAR conoció que la Alcaldía de Valledupar, la Gobernación del Cesar y el ICBF son entidades que no se desvinculan de los jóvenes sancionados que permanecen en el Centro de Formación Juvenil del Cesar.