Por William Rosado Rincones
Las mujeres en el folclor vallenato han venido luchando por derrotar la influencia del machismo que por siempre las ha vedado en ciertas facetas del género, sin embargo, desde las primeras apariciones, los obstáculos se han ido superando y hoy es común y casi equiparable su protagonismo, aunque les ha costado y aún hay episodios en los que no han penetrado, por la misma intensidad del trabajo.
Por ejemplo, las parrandas de amanecidas, piquerias, opíparos sancochos que pueden ser un obstáculo en sus dietas y la misma ingesta de trago, son apenas las puntas de Icebergs que se asoman en el camino, para lograr igualar al género opuesto que se pavonea en tales escenarios.
La muy bien posicionada imagen de mujeres como Ana del Castillo, Karen Lizarazo, Brenda Arrieta, Margarita Doria, Loraine Lara, Maribel Cortina, y tantas otras que hoy asoman su brillo en esta constelación vallenata, es el producto del camino que desde los inicios labraron congéneres como Rita Fernández, Fabry Meriño, Cecilia Meza, Ludys de la Ossa, para destacar algunas que figuraron con la música vallenata en pleno, aunque hay registro de la ‘cieguita’ Lucy González y Esthercita Forero, quienes también tuvieron que ver con la grabación y ejecución de algunos vallenatos.
En el registro criollo, coincidió el inicio de las damas en estas lides con la creación del departamento del Cesar, la aparición de un conjunto integrado plenamente por mujeres, quienes se sometieron prácticamente al escarnio público al saltar a la palestra en un ritmo dominado por los varones, y eso fue precisamente en el Primer Festival de la Leyenda Vallenata, en donde se vio un acordeón acariciando los pechos de una mujer, esa osada dama fue Rita Fernández Padilla, quien presentaba en sociedad, un grupo llamado: ‘Las Universitarias’, junto con Cecilia Meza, hermana de los reyes vallenatos, Ciro y Álvaro Meza Reales..
Ese arrojo abrió el camino, y los teclados de los acordeones empezaron a sentir el manicure y sutil paso de unos dedos suaves, comparablemente decentes al de las callosas manos de los primeros juglares que abruptamente pulsaban con fuerza sus entrañas en pos de la nota pegajosa que arrancara los aplausos de los ávidos consumidores de esos ritmos parroquiales. Las voces también empezaron a matizar las tonalidades femeninas, para acompasar a las guerreras del acordeón que habían saltado a la arena.
Poco a poco se fueron sumando nombres a lo largo de la provincia, donde el vallenato comenzaba a tener dominio: Amparito Jiménez, Lely Méndez, Teresa García, Cecilia Meza y ya en un tiempo más moderno Adriana Lucía, Jadith Muegues, Esmeralda Orozco, Anny Puello, Patricia Teherán y otras, que pulieron el sendero por donde hoy transitan: Ana del Castillo y Karen Lizarazo, las más destacadas.
EL AUGE DE PATRICIA Y CHELA
Pero capítulo especial y más rimbombancia merecen un par de mujeres, las que le dieron el auge comercial como tal, al género femenino, la historia las muestra como dos agraciadas chicas, la acordeonera, ‘Chela’ Ceballos, de Barrancabermeja, y Patricia Teherán la vocalista, oriunda de Cartagena, su ímpetu folclórico, produjo una creciente femenina que entró con buen indicativo en la competencia.
Eran dos jóvenes mujeres en el albor de los años 80 las que irrumpieron en el desafiante machismo del vallenato buscando matizar ese dominio con el romanticismo, era una voz melodiosa la de Patricia y las notas candentes pulsadas por unas manos frágiles pero de agilidad asombrosa, zurda por demás, lo que le daba una connotación especial a su ejecución.
Esas damas desafiantes: Graciela ‘Chela’ Ceballos y Patricia Teherán, necesitaron de largos ensayos, y así lograron la perfección y se lanzaron a un mundo arropado de temas alusivos a la parranda y a los desengaños amorosos en donde las mujeres casi siempre eran las protagonistas pasivas.
El éxito fue inmediato, acogiendo el respaldo de disqueros y especialistas de la radio. ‘Las Musas’ del Vallenato’ fue el nombre escogido, mediante esta razón social hicieron tres producciones musicales y conquistaron no solo Cartagena donde nació la iniciativa, sino que se expandieron al mercado nacional, incluyendo la plaza más dura, como lo era Valledupar, en donde llegaron apadrinadas de Omar Geles y Miguel Morales, con quienes lograron penetrar a la Meca del Vallenato.
‘Con Alma de Mujer’, ‘Guerreras del Amor’, y ‘Explosivas y Sexys’, fueron las tres producciones que las catapultaron, de donde se desprendieron éxitos como ‘Triste y Sola’, ‘La Guerrera del Amor’, ‘Que Desastre’, ‘Otro en tu lugar’, ‘El Amor que Soñé’ y ‘Me Dejaste sin Nada’ entre otros.
Por cosas de la vida después de 6 años de unión, se separaron y cada una armó toldas aparte, Chela prosiguió con su hermana Danny Ceballos y Anita Puello, mientras que Patricia se unió a Maribel Cortina.
Con vidas paralelas, cada una explotaba sus éxitos, pero el destino cruel y despiadado, las quería tan juntas que se las llevó al más allá en circunstancias diferentes, así, las arrancó del paraíso que acababan de conquistar, pero eso sí, la historia vallenata las reconoce como las labradoras de una senda que aunque la encontraron ya con la huella de Rita Fernández y ‘Las Universitarias’ y otras gladiadoras, ellas la pavimentaron en una autopista que gloriosamente hoy transitan las afamadas Ana del Castillo y Karem Lizarazo, quienes tienen a su favor el auge mediático que cada día más, las monta a los peldaños de la popularidad.
Pasaron 23 años después de la época gloriosa en la aparecieron ‘Las Musas’, para que se volverán a unir, pero en el Olimpo de la eternidad, allí llegó primero Patricia tras el trágico accidente que en 1999 le apagó su voz, y en el año 2106, se dio el fallecimiento de la acordeonera quien perdió la batalla frente a un cáncer que le bajó la ‘nota’ a su vida musical hasta acabar la melodía de una vida llena de aplausos.
En san Cristóbal Venezuela se cerró el acordeón de ‘Chela’ en donde estaba radicada buscando alternativas de trabajo y de combate el fatídico mal que al final le rompió los pitos al acordeón de esperanzas que buscaba las melodías de la supervivencia.
FABRY, DESAFIANTE COMPETIDORA
Otro capítulo de interés en el folclor en referencia a las mujeres, tiene que reconocérsele a Fabriciana Meriño, conocida cariñosamente como ‘Fabry’ de una prosapia nacida para la música, descendiente de El Molino, en el departamento de La Guajira, quien en aquel primer festival, cuando Rita Fernández presentaba debidamente uniformadas a su grupo Las Universitarias, a manera de exhibición, Fabry estaba en el pelotón de curtidos acordeoneros de gran fama en la comarca, iba como competidora, la única que expelía los olores perfumados de una dama, los demás eran exponentes de un sudor experimentado en las largas travesías que les daba el sello de ‘machos’ en la contienda, pero eso no la amilanó y se metió a la ‘candela’ con una excelente primera presentación que dejó boquiabiertos a jurados y observadores.
Ese glamur de mujer le costó la eliminación porque previo a la segunda ronda, se fue al salón de belleza, y mientras la peinaban le hicieron los respectivos tres llamados y la eliminaron por no acudir, algunos atribuyen que eso fue deliberado porque su juvenil nota había apabullado en primera ronda a los reconocidos competidores y no era conveniente que ese primer festival, se lo ganara una desconocida.
Tenía para entonces escasos 16 años, mientras sus opositores sobrepasaban los 30 y hasta los 40 años, eran siete los concursantes de reconocida trayectoria: Alejo Durán, Ovidio Granados, Luis Enrique Martínez, Emiliano Zuleta Baquero, Toño Salas, Alcides Moreno y Lorenzo Morales.
Dos años después volvió al Festival, ya con más pulso y más madurez pero el escenario era el mismo, afamados juglares frente a su osada intención sin un registro fonográfico que mostrar, nuevamente el machismo le pasó por encima. Infortunadamente, al año siguiente, en 1971, murió en un trágico accidente de carreteras sin dejar registro de su ejecución.
Con estos destellos del trasegar femenino, se colige que no ha sido fácil, pero que ahora con el boom de las redes sociales y la apertura y equidad de géneros, las mujeres tienen el camino expedito para lograr una figuración paralela a los tradicionales exponentes del sexo masculino. Lo hecho por Patricia y Chela Ceballos, y las recientes alternativas de Ana del Castillo, que ‘moja’ prensa permanente en los ámbitos folclóricos y de su vida personal, tiene, junto a Karen Lizarazo y Brenda Arrieta, todo el camino despejado, para que el ‘ay ombe’ tome tesituras más suaves y sentimentales.