La falta de una política de Estado en seguridad, no de gobierno, sería una de las razones para que este flagelo se mantenga rampante, como se ha visto especialmente en las dos últimas administraciones.
Todo indica que este año crecerá el número de casos y de víctimas por masacres en el país. En las últimas horas, cuatro personas que estaban en un establecimiento público del municipio de Corinto, Cauca, fueron tiroteadas por sujetos que dispararon de manera indiscriminada.
Según Indepaz (Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz) en lo que va de 2025 se han registrado 67 asesinatos colectivos que han dejado 221 víctimas.
En el marco de la precampaña para las elecciones presidenciales de 2026, varios aspirantes responsabilizan al Gobierno Petro por el alto número de masacres y víctimas. Argumentan que se debe al crecimiento y fortalecimiento de los grupos armados debido a que sostienen su fallida política de paz total, así como por el incremento de los cultivos ilícitos porque se redujo la erradicación forzada.
No obstante, en el gobierno anterior el número de masacres, así como de víctimas fue similar a lo que hoy ocurre, a pesar de que el entonces presidente Iván Duque no adelantó mesas de conversación con grupos armados ilegales y llevó a cabo una acción a fondo de erradicación de cultivos ilícitos.
Las cifras recogidas por Indepaz, que le ha hecho seguimiento a este flagelo en los últimos años, indican que en 2024 hubo 76 masacres que dejaron 267 víctimas; en el 2023 hubo 93 de estos episodios con 300 muertos. Mientras que en el año 2022 se documentaron 94 casos, que dejaron 300 víctimas.
En tanto que, según las cifras que tiene el Ministerio de Defensa, entre enero y septiembre de este año hubo 71 masacres, que han cobrado 250 vidas (Ver tabla completa sobre el particular con indicadores de esta cartera).
LO QUE DICEN LOS EXPERTOS
Camilo González Posso, presidente de Indepaz, dijo que “las masacres que se han presentado tienen varios orígenes. Unas son de retaliaciones que tienen que ver con confrontaciones y problemas locales; pero también otras de dinámicas de grupos criminales; y una tercera por presencia de grupos armados”.
Advirtió que no hay una estadística que “las discrimine muy bien, pero digamos que se mezcla todo este fenómeno en su mayoría de criminalidad común. Se disputa por momentos de cosecha, pero por la territorialidad sí se ve que coincide con zonas de distintas violencias crónicas”.
Explicó: “hay una diferencia con lo que se presentó con el ciclo de masacres en los años 90 y que siguió en este siglo, que fueron masacres más ligadas a lo que fueron las ofensivas paramilitares”. Añadió que ahora hay una diversidad de actores y circunstancias y “no están asociadas a una criminalidad política, sino que están más focalizadas”.
Frente a la afirmación de algunos sobre que las masacres se explican por el incremento de los cultivos ilícitos en este Gobierno y el fortalecimiento de los grupos armados, González Posso conceptualizó que “si se habla solamente del tema de masacres, no se podría llegar a la conclusión de la relación directa entre disputas del narcotráfico y este fenómeno de masacres”.
Señaló que la territorialidad de las masacres no muestra «una coincidencia de todas ellas. Miren el fenómeno del Valle, de algunas zonas de Antioquia, no necesariamente están asociadas al narcotráfico, en fenómenos de criminalidad sí”.
Expresó González que el incremento es en la violencia común, «el secuestro, las extorsiones, incluso homicidios, están más asociadas con violencia común que con los mismos grupos armados, que son terribles, por supuesto. Y el fenómeno es más urbano que rural. Entonces, si un gobierno próximo quiere hacer una política de seguridad, no puede partir de la base de que el problema es simplemente que hay grupos armados, que son un problema, debe plantear una política mucho más de conjunto teniendo en cuenta todas estas multiplicidades de violencia y la mutación progresiva. Cada vez tenemos menos violencia con sentido político y más violencia mafiosa o de delincuencia común”.
Por su parte, Néstor Rosanía, director ejecutivo del Centro de Estudios en Seguridad y Paz, dijo que hoy ya no se vive «un conflicto ideológico político de izquierdas y derechas, sino un conflicto de portafolios de economía ilegal”.
En segundo lugar, subrayó que un país que tiene más de 90 masacres por año, “en otro lugar del mundo eso sería un país en una guerra civil, pero aquí es tan grave el tema de la seguridad que hasta en el Gobierno Duque y en el Gobierno del presidente Petro, siendo gobiernos de derecha e izquierda, respectivamente, dicen que vamos bien en seguridad, cuando con esas cifras es una catástrofe”.
Añadió Rosanía que “uno de los problemas estructurales de la seguridad es que en Colombia se aborda la seguridad como una política de gobierno y no una política de Estado. Entonces, cada cuatro años arrancamos de cero en estrategias de seguridad, no se sostiene ninguna política y casi que llega cada gobierno y cada ministro con su gente”. Sentenció: “esa falta de norte en materia de seguridad la termina pagando la gente”.
NO HAN PODIDO EVITAR LAS MASACRES
Por otra parte, Carlos Chacón Monsalve, director ejecutivo del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga y magister en Seguridad y Defensa Nacional, expresó: “se esperaba que este Gobierno, que llegó con la bandera de evitar el asesinato de líderes sociales y las masacres, hubiera desarrollado un protocolo para priorizar la protección de esos sectores de la población, pero eso no se hizo”.
Añadió que “es lógico que no se afecten de manera contundente todas las estructuras, no solamente los cabecillas, porque el gobierno anterior lo que hizo fue priorizar objetivos de alto valor estratégico, y este Gobierno ni siquiera eso. Apenas hasta ahora han empezado a verse operaciones contra ciertas estructuras en clave de golpear algunos de sus operativos, de las personas que participan de la estructura, sin que se siga priorizando desarticular las estructuras”.
Advirtió Chacón que “en la medida que los grupos criminales sigan teniendo presencia territorial, utilizarán las masacres como mecanismo de control social para garantizarse que ellos tengan el control de la población, los medios de producción de las economías ilícitas, sea narcotráfico, sea minería ilegal, lo que ellos tengan a la mano controlar, porque la masacre manda un mensaje, no solamente para eliminar enemigos, sino que manda un mensaje de control territorial”.