Ya han pasado dos meses desde cuando se declaró la conmoción interior para el Catatumbo y no se tienen noticias de cómo va la erradicación remunerada de 25.000 hectáreas de coca en esta martirizada comarca. Que fue justamente uno de los objetivos de la conmoción anunciados con todo el bullicio en el consejo de ministros que se transmitió por TV, justamente para anunciar lo que se iba a hacer en el Catatumbo con el estado de excepción constitucional.
Sería bueno que el Gobierno anunciara cómo va este programa de erradicación, puesto que apenas resta un mes de vigencia de la conmoción y el silencio ha sido sepulcral hasta el momento.
El Gobierno es muy dado a anunciar con espectacularidad políticas cuyos resultados luego se desvanecen, una vez que pasan los fogonazos iniciales. Es lo propio del Gobierno Petro: le gustan los anuncios vistosos sobre lo que va a hacer, pero luego los resultados se pierden en el letargo de la inercia administrativa.
En este caso poder acreditar resultados contundentes en la lucha contra los narcóticos es apremiante. La fatídica fecha de la certificación por parte de los EE. UU. se acerca inexorable (noviembre de 2025).
¿Y qué tenemos para acreditar hasta el momento fuera de que vamos en 250.000 hectáreas sembradas de coca que muy posiblemente cuando llegue la fecha de la certificación ya estarán cercanas a las 300.000 hectáreas, la más alta desde que existen estadísticas sobre sembradíos de coca en el país?
El Gobierno arguye que los esfuerzos se han hecho en el campo de la interdicción y del decomiso de estupefacientes. Y es cierto. Allí hay algunos resultados para mostrar. Infortunadamente cuando se dividen las hectáreas sembradas en coca por el número de toneladas decomisadas, la ley de hierro de los números quebrados nos indica que el porcentaje de decomisos como proporción del área sembrada es el más bajo también en la historia del país.
No va a ser por lo tanto fácil sacar pecho en la Casa Blanca y pedir que no nos caiga el golpe de la descertificación este año. Las recientes declaraciones de nuestro embajador ante el Gobierno de los Estados Unidos muestran a las claras que el Gobierno colombiano no se siente confiado del éxito que pueda tener nuestro alegato contra la descertificación.
Y ¿qué puede suceder si nos descertifican? Con la administración Trump puede suceder cualquier cosa. Desde que nos ubiquen en una deshonrosa lista de países parias hasta que resuelvan utilizar contra nosotros el arma arrojadiza preferida por Trump: los aranceles punitivos.
Cualquier elevación que le impongan a las tarifas que deben pagar nuestras exportaciones a los Estados Unidos- aún si es leve- puede resultar letal. Recordemos que exportaciones como las de café o flores trabajan con márgenes muy estrechos en el mercado estadounidense. Y muy fácilmente cualquier gravamen arancelario pueden sacarnos fácilmente del mercado dejando nichos libres que inmediatamente serán ocupados por otros países con los mismos productos o sucedáneos.
Colombia debe prepararse para estos eventos. Cumpliendo lo que el mismo gobierno ofreció, es decir, erradicar 25.000 hectáreas en el Catatumbo en el breve plazo de tres meses de la conmoción interior que ya está próximo a cumplirse; y prepararse para cualquier contingencia que pueda sobrevenir en nuestro comercio con el principal cliente que tenemos: los Estados Unidos.
Por eso resulta incomprensible que a la fecha no se conozca nada sobre cómo marcha la erradicación remunerada en el Catatumbo; y que ni siquiera tengamos ministro/ministra de comercio exterior nombrado en propiedad.
Menos anuncios, insultos y peleas, y más gerencia gubernamental es lo que se requiere con apremio.
*Exministro de Estado