Diario del Cesar
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Otros valores

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En muy pocos días conoceremos el resultado de la votación popular para la escogencia del presidente de los Estados Unidos y entonces entraremos en el proceso de conocer el número de votos que cada candidato habrá obtenido en el Colegio Electoral que es el que, finalmente, dice quién fue el ganador. Luego tendríamos la certificación que haría el Senado de los Estados Unidos presidido por Kamala Harris y que se limita a certificar el número de votos electorales que cada candidato obtuvo.

No se trata en esta columna de referirme a las encuestas o a las proyecciones o a las adivinaciones que se hacen con respecto al resultado final. Me parece que estos datos están bien divulgados y lo estarán aún más en los próximos días. Lo que quiero resaltar es el cambio de valores que ha ocurrido y que es tan notorio en este proceso electoral.

Para comenzar diría que lo acontecido el 6 de enero de 2021 ,cuando el presidente Trump encabezó un proceso contrario al que legítimamente se había declarado, que le otorgaba el triunfo a Joe Biden y a Kamala Harris y que sigue vigente hasta la fecha, en virtud del cual se consideraba que había existido un fraude y que la certificación electoral que presidida por el vicepresidente Mike Pence debía reconocer los resultados que enviara el Consejo Electoral era disputada por el propio presidente de la República y candidato Donald Trump y que, además, se promovía una manifestación que resultó amenazante contra la vida del vicepresidente Pence y de la entonces presidente de la Cámara, Nancy Pelosi y que muchos calificaron como una insurrección. Un hecho inusitado en una democracia y con mayor razón en la más significativa en el mundo.

Esto dio lugar a un proceso de destitución del presidente en el Congreso que no tuvo éxito como quiera que se trataba de un proceso eminentemente político. Y, así, Trump salió librado de un comportamiento que cualquier observador extranjero habría dicho que lo inhabilitaba para siempre como nuevo candidato presidencial.

No fue así. Ocurrió todo lo contrario. Su partido, el Republicano, adoptó la actitud inusitada de Trump, lo mismo hicieron casi todos sus congresistas y dirigentes importantes y sectores de la opinión pública que hoy lo tienen a las puertas de ser reelegido como presidente. Un cambio descomunal en los valores políticos que han caracterizado esa gran nación.

Ahí no para el cambio de valores. Las ejecutorias de Trump como inversionista antes de ser presidente han sido muy controversiales, por decir lo menos. De ninguna manera ello afecta el sentimiento de sus simpatizantes y copartidarios. Los escándalos sexuales que lo han rodeado y que inclusive lo han llevado a pagar sumas enormes de indemnizaciones tampoco han tenido la incidencia que era de esperarse en un proceso electoral. No era así. Y la manera como se ha referido a buena parte de los migrantes, particularmente a los mexicanos, es realmente inaceptable. No olvidemos que su esposa es migrante. Claro que no lo es de México ni América Latina. Pero hay un buen número de migrantes latinos que apoyan a Trump, así como un buen número de mujeres que también lo siguen y con bastante pasión. El número de mentiras que dice en su campaña y que dijo como presidente no lo afectan para nada. Existe un pinochometro que lleva esa contabilidad. No pasa nada. El contenido de buena parte de su campaña habría desacreditado y derrumbado a cualquier otro candidato en otra época.

Así se entienden las enormes dificultades que Kamala Harris ha tenido que afrontar. Todo su desempeño como fiscal, como senadora, como vicepresidente ha sido completamente deformado, ridiculizado y hasta vulgarizado. Difícil defenderse de una retórica tan contundente y que encuentra eco en miles de voces que concurren a los estadios o a las plazas para respaldar a Trump.

Podríamos seguir la enumeración. Y lo que es bien claro es que una victoria de Trump dejará perplejo a todos los analistas políticos en el mundo que ya no sabrán qué es lo que hay que enseñar o aconsejar en una campaña electoral. Ojalá esto no sea sino un episodio desafortunado que jamás se repita.