Entre miedos y retos, una mujer es ejemplo de palmicultura sostenible
NELCY VEGA JURADO TRABAJA DESDE EL CORAZÓN
“En cada hoja de palma, la comunidad y la naturaleza encuentran su equilibrio. La palma es vida y nos beneficia económicamente a todo”, con esta premisa, una familia del municipio de Becerril, Cesar, se ha convertido en ejemplo de superación y productividad con los cultivos de palma de aceite, la nueva bonanza en estos territorios cuyo norte es la sostenibilidad y el legado familiar.
A pocos minutos de la cabecera municipal, en el kilómetro 7+105, vereda Socomba, se encuentran la Finca Socomba, el paraíso que su historia y el empeño de una mujer entusiasta, se ha convertido en el mayor ejemplo de una palmicultura sostenible casada con la conservación el medio ambiente.
Llegar a la Finca Socomba es respirar naturaleza, sus espacios perfectamente conservados y el susurro del río Maracas, la convierten en un lugar que hoy es el pilar de una lucha familiar incansable.
Con los brazos abiertos y una sonrisa que irradiaba felicitad total, Nelcy Vega Jurado, la promotora de este gran logro, recibió a más de 60 palmicultores en la Finca Socomba, en el marco del encuentro Colombia Palmera Zona Norte, para mostrar su experiencia desde la familia, en este gran reto que ahora representa la principal actividad agropecuaria en el país.
No dejaba de agradecer la presencia a sus colegas, pero a la vez los invitaba a hacer las cosas bien, como la principal clave del éxito en el este proceso productivo.
Tiene 54 años, oriunda de Capitanejo, Santander, es madre de tres hijos, y aunque es de profesión odontóloga, su amor al campo lo heredó de su padre que dejó un legado importante que hoy da sus frutos.
Nelcy vega Jurado, ha llevado el legado de su padre y asumió el reto del cultivo de palma de aceite que hoy es ejemplo en la región.
ENTRE EL MIEDO Y EL RETO
“Desde pequeña siempre vi a mis padres trabajando la producción de arroz y tabaco, una lucha incansable que me permitió valorar la familia. Tuve contacto directo con el campo y con las dinámicas productivas que existen en los pueblos agrícolas de Colombia”.
Buscando un destino citadino, Nelcy salió de la ruralidad para hacerse una profesional, pero siempre en su mente tenía regresar al campo. A pesar de que la violencia le arrebató en 2002 a uno de sus seres más queridos, nunca perdió las ganas de trabajar por sus sueños y metas.
“No tenía idea de cómo enfrentar la palmicultura, pero la decisión de regresar a sacar adelante lo que mi padre había dejado, era el objetivo junto a mi hermana, familiares y ahora mis hijos que se han convertido en actores de este proceso que en la actualidad es ejemplo de pujanza en mi familia”.
Nelcy confiesa que aunque estaba invadida por el miedo, una voz en su interior le decía que podía con todo. Fue así como en 2005 regresó para recuperar el negocio familiar, un proyecto de siembra de 24 hectáreas que dejó su papá, logrando llevarlo a 44 hectáreas con una producción inicial de 13 toneladas por hectárea para el año 2012.
Los resultados y las buenas prácticas que implementó en su cultivo de palma, se reflejaron más tarde en una producción que hoy ronda las más de treinta toneladas por hectárea año de palma de aceite.
“Regresé a la finca a enfrentar mis miedos y a empezar a creer en mí y en la gente. Empecé a implementar las mejores prácticas agronómicas de la manera correcta, de la mano del equipo técnico y social del núcleo palmero. Poco a poco fui conociendo más sobre el riego y el plateo… Yo les digo a mis colaboradores que amen lo que hacen, así como lo hago yo con las palmas, por eso no me atrevo a decir hasta dónde puedo llegar”.
La finca Socomba es un paraíso, que su historia y el empeño de una mujer entusiasta, la han convertido en el mayor ejemplo de una palmicultura sostenible.
Vega insiste en la sostenibilidad, para ellos, en su finca se ha estimulado la implementación de plantas nectaríferas, cercas vivas, reducir el uso de químicos y se concientiza sobre el buen uso del agua. Pero además, se promueve el respeto por la flora y la fauna que hay en el territorio, considerando que para cuidar el planeta no es necesario ser estudiado.
Esta mujer irradia una energía interminable, sus espacios de producción para ella son el paraíso más grande que la vida le ha dado. “La palma transforma nuestra calidad de vida, ofrece futuro para nuestros hijos y lo más importante se dejan huellas en la conservación de medio ambiente, a través de buenas prácticas de sostenibilidad”.
Por ello, Vega hizo parte de “Sembrando futuro, por un río Maracas protegido y reforestado”, una campaña ambiental creada por el Programa de Aceite de Palma Sostenible de Colombia el Grupo Empresarial Oleoflores y la Asociación de Palmicultores de Becerril (Asopalbec), para concientizar a los productores de palma de aceite sobre cómo proteger a las especies endémicas que habitan alrededor del río Maracas.
Asimismo, realizó un compromiso simbólico con los niños y niñas de la vereda para que fueran los encargados de salvaguardar las especies nativas de la región. Hoy en día, la comunidad también está vinculada a estos procesos que traen desarrollo y crecimiento en la zona.
“Trabajar desde el corazón, es la clave del éxito. No es nada difícil enamorarse de los cultivos de palma de aceite, en cada hoja conseguimos esperanza y futuro. Un productor sostenible reconoce, teje y construye palmera”, aseguró.
Compartir las experiencias es el mayor tesoro con el que pueden contar los pequeños palmicultores del Cesar.
CESAR, ZONA PALMERA POR EXCELENCIA
El Cesar es el segundo departamento con mayor área sembrada. De las 100.000 hectáreas de palma africana, 78.000 están en plena producción en 18 de los 25 municipios. En esta actividad se destacan la zona norte representada por Valledupar, San Diego, Codazzi, Becerril y La Jagua de Ibirico; la zona noroccidente con Bosconia y Copey; el centro con Tamalameque y Curumaní; y sur con San Martín y San Alberto.
Nicolás Pérez Marulanda, presidente Ejecutivo de Fedepalma, explicó que los departamentos del Cesar y Magdalena están clasificados en la Zona Norte Palmera Colombiana, territorios que han llevado en grande este importante desafío.
El Cesar es uno de los principales departamentos palmeros del país, con una alta participación de productores de pequeña escala, que se han entregado a los modelos de alianzas entre pequeños, medianos y grandes palmicultores.
El cultivo de palma en el Cesar va en crecimiento, sus bondades naturales y el empuje de los pequeños productores lo convierten en el segundo departamento de Mayor importante en el país en este sector de la economía.
El 60% del inventario agropecuario del Cesar, viene de la palma de aceite, es decir, hoy es la principal actividad agropecuaria de este departamento.
“La clave del éxito está en intercambiar experiencias para que otros palmicultores puedan aprender de sus vecinos, de sus colegas, oír las historias de vida para complementar el trabajo más científico y técnico que acompaña a los palmicultores. Producir a través del conocimiento, es la clave para lograr el éxito”, aseguró.
Asimismo, Carlos José Murgas, directivo de Oleoflores SAS, reiteró que el cultivo de palma de aceite trasciende a las nuevas generaciones, cambiando vidas y permitiendo a las familias educarse para salir adelante. “Se alcanza un buen grado de desarrollo que nace de los cultivos con buenas prácticas y manejo sostenible del negocio; eso es lo que está haciendo la gente de este país, con visión y bajo las premisas de la sostenibilidad”.
El sector palmero del país cuenta con cerca de 7.000 productores de los cuales 72% lo son a pequeña escala, es decir con menos de 20 hectáreas, aunque en promedio los pequeños tienen 8,6 hectáreas. Es por ello, que el cultivo está asociado al progreso y a generar nuevas oportunidades, no únicamente a subsistir.
El 31% de los productores palmeros son mujeres. La importancia de ellas es clave no solo en términos de productoras sino también en la generación de empleo femenino que aporta el sector, el cual se calcula superior a 14% del empleo directo. El sector palmicultor genera más de 197.000 empleos totales, siendo 82% empleo formal.
El 60% del inventario agropecuario del Cesar, viene de la palma de aceite, es decir, hoy es la principal actividad agropecuaria de este departamento.