Diario del Cesar
Defiende la región

Lo que hay detrás 

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Muchos sectores de la sociedad han quedado atónitos de la bien orquestada campaña internacional iniciada contra Colombia para presentarla como un país paria en materia de Derechos Humanos, pero además, como la Nación destrozada que hay que recogerla de las cenizas. La gente no se alcanza a imaginar lo bien organizada que ha estado esta campaña, moviendo millones de millones de dólares en lobby y pago de oficinas de gestión para poder llegar a movilizar a artistas, cantantes, organizaciones y cuanto famoso ha visto la oportunidad de hacerse su billetico a costa de expresar un lamento hipócrita y cínico sobre la situación que verdaderamente vivimos.

Se ha pronunciado gente que ni si quiera nos conoce. Nos atreveríamos a decir que tampoco sabe dónde estamos ubicados geográficamente. Pero el libreto hay que cumplirlo y al pie de la letra. Y en eso nos ganaron como sociedad. Porque hay que decirlo, eso que muestran no es Colombia. Aquí nadie tiene la intención ni el propósito de ocultar nada. Si ha habido excesos de la fuerza pública, pues ahí está la justicia operando. Hace poco dos policías fueron condenados por maltratar y matar a una persona y muy seguramente que como resultado de todo esto que se ha vivido saldrán muchos integrantes de la fuerza pública. Pero deberían de mostrar además a los vándalos y criminales tratando de quemar vivos a los policías; a los delincuentes incendiando los Cai, destrozando los bienes públicos y privados, los saqueos y asaltos y toda esta barbarie que se ha conocido a través de las redes sociales.

Se tiene siempre la excusa de que son vándalos y criminales que no tienen nada que ver con las marchas pacíficas. Estamos de acuerdo. Pero quien responde. Es que la protesta social siempre ha existido y los sindicatos, las centrales obreras, los descontentos, estudiantes y trabajadores, salen a las calles, vociferan, expresan sus consignas y arengas y se recogen. Pero lo de ahora no es así. Lo de ahora es una marcha de miles de insatisfechos que no se sabe quién los invita, quien los organiza, quien responde por ellos, y le dan rienda suelta a lo que estamos observando. Que protestan por sus derechos, nadie le discute eso. Que protestan contra el Gobierno, bien hecho que lo hagan. Que rechazan las políticas de un Presidente desconectado con la realidad del país y que el tiempo nos está dando la razón en que la falta de experiencia, de capacidad de gestión, de oler y saborear la estructura del Estado y los problemas del país, hacían inviable que ascendiera al poder; también tienen razón, pero la democracia en las urnas dijo otra cosa y tenemos que respetar su mandato, gústenos o no. Todo lo que quieran expresarse es respetable y tal vez en alguno o muchos puntos no estaremos de acuerdo nunca. Pero de ahí a presentarnos como un país paria, como un país donde se mata a la juventud (como si esto fuera una política sistémica del Estado cuando los casos que se han presentado han sido aislados y muy lamentables por cierto), eso no es cierto. Lo que dicen los organismos internacionales supuestamente defensores de la sociedad y de los estados democráticos dejan mucho que pensar. Solo escucharon a una sola parte, y con claro interés e intención de causar daño. Aquí no estamos defendiendo al Gobierno ni nada por el estilo. Ni más faltaba!. Nos duele es Colombia. Verla maltratada, pisoteada, violentada y señalada en una campaña mediática paga, financiada con recursos que todos quisiéramos ver de dónde vienen. Recursos que muy seguramente serán empleados en la próxima contienda electoral, porque no lo quepa la menor dudas es que detrás de todo esto, lo que le apuntan es llegar al poder en el 2022. Y ahí sí entonces valdría la pena hacernos la pregunta, ¿a qué monstruo nos estamos enfrentando?. Para saber a qué atenernos. Si nos presentan de la manera que no somos, por ahí se deduce lo que harían en un eventual régimen con el que no se estaría de acuerdo por el estilo totalitario y represivo con el que terminan los lobos vestidos inicialmente de inocentes ovejas.

Lástima por el pueblo colombiano que no se da cuenta a donde lo están llevando y a lo que mucha gente, pero mucha gente se está prestando, sin percatarse que la llevan, como dicen los jóvenes de hoy, al matadero. Dios se apiade de este país.