Diario del Cesar
Defiende la región

Otra vez el descontrol y la irresponsabilidad 

247

No hay que buscar culpables. Culpables somos todos ante la arremetida de la Tercera Ola de contagios de covid-19 que como ya nos lo muestran las cifras, es incontenible en el país. El relajo, la guachafita, las covifiestas y los patios rumberos se apoderaron de las comunidades, se bailó con el virus hasta mas no decir, y ahí ese comportamiento nos está pasando la cuenta.

La gente aduce una especie de “fatiga de medidas restrictivas”, pero resulta que el virus está ahí matando gente y las camas UCI ocupadas y el colapso del sistema hospitalario latente. A la gente no se le puede dejar exclusivamente la responsabilidad para contener la pandemia. Se necesita la acción coercitiva del Estado.

Dos países vecinos del nuestro, Brasil y Venezuela, aparte de estar sufriendo un incremento exponencial de los casos, son un serio riesgo para Colombia. El primero, por la nueva cepa que aun es objeto de estudio, pues su letalidad parece más severa, y el segundo, por la huida incesante de sus nacionales hacia nuestro territorio. Los brasileros han sido víctimas de la irresponsabilidad absoluta del presidente Bolsonaro, y los venezolanos, de la dictadura corrupta que aunque hace unas semanas anunciaba unas supuestas “gotas milagrosas” llamadas Carvativir, a duras penas tiene para vacunar con las dosis que les llegan de Rusia y las experimentales enviadas por su dictadura tutelante, la cubana.

Es evidente la preocupación en Colombia del gobierno central y de los departamentales por el incremento de casos. En Santa Marta se adoptaron medidas restrictivas, como el toque de queda y la ley seca, para contener en lo posible el desbordamiento de grandes núcleos de personas que no están cumpliendo las medidas de protección. Hemos pedido a la Alcaldesa que decreto el confinamiento total las 24 horas de manera sectorizada, es decir, en aquellos barrios donde los contagios son mayores para que la gente a la fuerza se quede en casa.

En las últimas semanas, el Magdalena ha visto duplicar sus tasas diarias de contagio y de muerte. Y pese a ello, la gente sigue con su irresponsabilidad. Flota en el ambiente la hipótesis de que mucha gente, al ver a sus mayores ya vacunados con la primera dosis, ha considerado que los peores riesgos pasaron. Es un error que hay que atajar. A la población mayor de 80 años le falta la segunda dosis, y para llegar a la llamada “inmunidad de rebaño” faltan muchísimas personas, que hasta ahora no han recibido ni siquiera la primera ampolleta.

Un año con las medidas restrictivas puede cansar, pero no es tampoco muy difícil ser razonables, y aceptar que las medidas son llevaderas, y que redundan en beneficio individual, familiar, comunitario y social. El cuidado individual es el cuidado de todos. El Covid sigue aquí, mientras la ciencia y los sistemas de salud trabajan más allá de sus límites para contrarrestar sus estragos.

Pasó la Semana Santa, y con las lecciones aprendidas de diciembre, que trajeron una oleada de contagios cuyos efectos se vieron en enero, esperemos las consecuencias del desorden que por anticipado ya se están viendo. La conciencia de cada uno debe tener claro que el virus mata, y está buscándote sino te cuidad.