Diario del Cesar
Defiende la región

El poeta que respira y transpira sentimientos

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Lejos estaba don Evaristo Gutiérrez, que su hijo Gustavo, al que soñaba ver como un ejemplar Administrador de Empresas terminara siendo el adalid del romanticismo de la composición dentro del género vallenato, una música que era ajena a los refinados gustos de su familia y del entorno de la colonial plaza Alfonso López, de Valledupar, en donde vivían.

Pero, fue el mismo padre, el que incidió para que la desgarbada figura de su retoño se ‘nutriera’ de un menú folclórico muy diferente de la génesis pintoresca que se formaba en las ‘colitas’ del barrio Cañaguate, sede de los bailaderos de la gente popular y en donde se ‘colaban’ algunos miembros de la ‘sociedad’ vallenata, tal vez, para ‘escampar’ de los clásicos aires europeos predominantes en la comarca.

La incidencia musical del viejo continente despertó el interés en algunos habitantes de Valledupar por explorar y ejecutar los instrumentos patrones de las mazurcas y polkas.  Uno de ellos era Evaristo, el padre de Gustavo Gutiérrez Cabello, quien aprendió a tocar a la perfección el piano, y el violín, lo que le valió un gran reconocimiento en la región.

La fama de pianista se extendió por fuera de sus contertulios, a tal punto, que las fiestas sociales de respeto en Valledupar, tenían que ser amenizadas por el piano de Evaristo Gutiérrez.

 

PISTA DE DESPEGUE

Este episodio se convertiría tácitamente en el arranque de la vida artística de su hijo, pues en una oportunidad en la que llegó la orquesta de ‘Pacho’ Galán a tocar en el Club Valledupar, el padre de Gustavo Gutiérrez hacía parte de la nómina del espectáculo, gracias a su mágico piano que, en los intermedios de las tandas brindaba las melodías que extasiaban a los danzantes, después de bailar los tropicales ritmos de las orquestas locales e internacionales.

“Mi papá era violinista y tocaba piano, me levanté oyendo estos instrumentos, él sacaba las melodías de Johann Strauss, Ernesto Lecuona, Agustín Lara, entonces eso me marcó, al igual que mis inclinaciones por la poesía de autores como Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, y José Asunción Silva entre otros” explica el compositor, para cotejar el por qué le nació un estilo diferente para hacer versos.

De esa manera, fue creciendo, y los calendarios ya le marcaban una adolescencia que lo hacía ser con más ahínco, el discípulo secreto de su padre, esta tendencia lo llevó a tocar la guitarra, pero no para emular a Guillermo Buitrago o Julio Bovea, los que ya empezaban a proyectar el vallenato a nivel nacional, sino para irrumpir con una fusión que en principio arrancó risas entre sus amigos, quienes lo calificaron de desfasado con respecto al vallenato propio de la región.

Pero, en la mente de Gustavo Gutiérrez persistía la idea de escudriñar un formato musical distinto al de estas fronteras, su viaje mental lo trasladaba a las pampas argentinas, en donde se tocaban las milongas y las zambas, este último aire, según él, se asemejaba a lo que se hacía por estos lares, por eso a sus cuerdas lo primero que hizo fue pedirles ‘prestadas’ estas melodías sureñas.

La influencia de los ritmos gauchos, lo llevó a escrutar el acordeón de teclas que acá se le denomina concertina, fue entonces cuando descubrió que sus tonalidades le acolitaban su inclinación por los tonos foráneos, lo que lo indujo a hacer su primera composición muy lejos de los matices de los juglares compositores que ya se asentaban en la provincia.

 

SU PRIMERA CANCIÓN

Esa obra fue ‘La Espina’, la que a la postre lo sacó del anonimato, porque tuvo la dicha de que fuera la famosa orquesta de ‘Pacho’ Galán la que se lo grabara, después de que su padre se la hiciera cantar en uno de sus intermedios, cuando su piano matizaba melodías extranjeras en el descanso de los bailes del Club Valledupar.

 

/Si te hieren las espinas cuando vas por algún paso
No te quejes de la vida y apártalas del camino
Que si acaso algún viajero anda siguiendo tus pasos
Se puya y sigue el camino el camino de tu casa
Soy yo linda que vengo a verte a ti
Vengo herido la sangre brota en mí/

 

“Mi inicio como compositor vallenato fue atípico pues mis tres primeras canciones no fueron grabadas con acordeón, a mí me las grabó ‘Pacho’ Galán en un L.P que se llamó, Fiesta con ´Pacho’ Galán y sus Sabaneros en el que me incluyó: ‘La Espina’, ‘Morenita’, y   Suspiros del alma’”.

Después de que ‘Pacho’ Galán catapultara ‘La Espina’, apareció la Orquesta de ‘Billos’ Frómeta, un dominicano, residenciado en Venezuela, quien tenía la orquesta de mayor impacto en América, ésta también grabó el tema con la voz de ‘Cheo’ García y los coros de José Luis Rodríguez, ‘El Puma’, y ‘Memo’ Morales, este fue el arranque como compositor del ‘Flaco de Oro’, como se le conoce a Gustavo Gutiérrez, quien luego terminó convertido en el padre del lirismo en las canciones vallenatas.

Dentro de esa particularidad de salirse de los cánones del folclor vallenato, en otra oportunidad apareció grabando una producción musical con el auspicio de Alfredo Gutiérrez en la casa disquera Fuentes.

Luego de esa entrada triunfal a la vida de compositor con las dos más importantes orquestas del momento, ‘Pacho’ Galán en Colombia y ´Billos’ Frómeta en  Suramérica, y luego de superar el escepticismo de los ortodoxos del vallenato, Gustavo se fundamentó en ese estilo suave, que terminó convertido en el ‘faro’,  para que otros ‘capitanes’ de los versos lo emularan, dándole nacimiento a una escuela que se dedicó a cantarle al sentimiento con lenguaje exquisito, en donde el dolor amoroso y espiritual sucumben a su cadencia melódica y estructural.

Dos madrinas incidieron para que Gustavo no declinara en su revolución como compositor, ellas fueron: Cecilia Caballero de López, ‘La Niña Ceci’, esposa del expresidente López, y Consuelo Araujo Noguera, quienes lo animaron para que siguiera adelante después de las lluvias de críticas que generaron sus primeras composiciones.

Al final, se quedó Gustavo Gutiérrez con un estilo que pese a las invasiones foráneas ha seguido conservando como una sola golondrina, tratando de evitar el inmenso vació que deja el verano de letras exquisitas que son escazas en el terreno vallenato.

Coincidencialmente, este maestro, nacido en el entorno de la plaza Alfonso López, de Valledupar, ya había vaticinado la debacle melódica que se le venía al vallenato, fue en 1969 cuando el folclor conoce su profecía en una canción que tituló: ‘Rumores de viejas voces’, en la que hace la radiografía de una metástasis que invadiría el intelecto de los nuevos compositores, los que desviaron el fundamento de las raíces de Chema Gómez, Rafael Escalona o Chevo Ayala, y con la que se ganó el primer concurso de la canción inédita en el Festival Vallenato.

 

/Porque mi tierra ya no es lo que fue
Emporio de dulce canción
Remanso de dicha y de paz
Amenizado en acordeón/

 

Es tan cimentada la lírica de Gustavo Gutiérrez, que es el único intérprete del vallenato que llega al escenario regalando rosas, en una demostración de que, el adagio aquel de que “a la mujer no se pega ni con el pétalo de una flor”, es más vigente cuando se escucha un vallenato de contenido romántico como sus letras.

A pesar de que su mente sigue siendo un almacén de versos, prefiere quedarse con ese pasado que le inundó las entrañas de alegría, a pesar de que su oda a veces, parecía aferrarse al manto de la tristeza. Además, porque ve que no hay evidencias muy claras de ese material que lo nutría, porque sus amigos de las soberbias parrandas plenilunares se han ido a abrazar con la parca, dejándolo en el camino solitario de la nostalgia, además, porque el entorno de la tierra del Eccehomo también cambió, y siente que los mañanas ya no tendrán un nuevo día, porque ya no tiene a los amigos para irse a parrandear

 

/Mañana por la mañana cuando llegue un nuevo día,
voy a buscar los amigos, pa’ ponerme a parrandear
desentraño lo que siento no lo puedo remediar,
tengo siempre mil razones pa’ llorar en soledad
de qué manera la vida me ha golpeado sin piedad/.

 

Esas parrandas inolvidables de Gustavo se atornillarán en la historia como la referencia de una cofradía que dirimía conflictos con canciones, que proyectaban sus planes con versos y cosechaban la hermandad con los abrazos, los que generalmente compartían con las guitarras, desde cuya entonación emanaban ríos poéticos que embriagaban la fortaleza de una camada de cantores, uno de los cuales, hace poco, también dejó solo a Gustavo Gutiérrez, el legendario Hugues Martínez.

 

“Yo no Puedo separarme /

 De las cosas más hermosas

 Más ligadas a mi vida, /

 Como estar enamorado /

 Y escuchar de Hugues Martínez su guitarra tan sentida/.

 

Gustavo, hoy tiene en su haber muchos almanaques encimas que, surten los baúles de recuerdos, melodías y de versos, y cuya llave sabe manejar a la perfección, para sacar cada pieza en el momento que el escenario los amerite.

Ahora como intérprete de sus canciones, muestra el brío de una mocedad alimentada o reencarnada por su hijo ´’Kike’, quien se ha convertido en su sombra, llevando de la mano ese relicario humano que sensibiliza las almas que digieren un vallenato sin espinas ni tóxicos espirituales.

Hasta salidas internacionales están a la orden de un juglar que en sus soles de aurora se acomodaba raudo en las cabinas de los willys parranderos para ir a serenatear a Patillal con sus eternos compinches, pero que hoy, su delgada figura encaja perfectamente en cabinas preferenciales de los vuelos comerciales que lo llevan orondo por los escenarios del mundo, siempre con una rosa en la mano y un buen vallenato en el corazón.

Muchas son las canciones de este cantor que servirán por siempre de drenaje a los sentimientos, para evacuar la tristeza o disipar esos momentos en los que el corazón pierde el control de sus latidos, dependiendo de los estados emocionales.

En la obra de Gustavo puede estar: ‘La Espina’ que sin ‘Sin medir distancias’, te puede hacer pensar que, ‘Así fue mi querer’ con o sin ‘Confidencias’ o ‘Sin saber pedir perdón’, porque ‘Tanto que te canto’ que, ‘Se te nota en la mirada’ y que el ‘Camino largo’ trae ‘Amores que van y vienen’ y ‘Si te vas te olvido’, para que sepas que, ‘Así fue mi querer’ pero, siempre dirá que lo mantiene vivo “El cariño de mi pueblo”.