Durante once años defendió los tres palos de la escuadra bananera, lo que le permitió pasar al Atlético Bucaramanga (2 años) y Tolima (2 años), donde brilló por su agilidad en el arco.
A la edad de 75 años y a causa de un paro cardiorrespiratorio falleció Maximiliano ‘Chimilongo’ Robles, ex portero histórico del Unión Magdalena, Bucaramanga y Tolima.
Su corpulencia y fortaleza le mereció el respeto de los delanteros que poco se atrevían a enfrentarlo. Él mismo se denominó como ‘un asesino del área’.
Desde su lecho de enfermo se animó a multiplicar sus experiencias en el balompié colombiano impartiendo sus conocimientos a los más pequeños, ellos fueron el motor que lo mantuvo para seguir adelante, construyendo a las nuevas promesas del deporte en Santa Marta y el país y que hoy lamentan su partida.
La mítica cancha La Castellana del barrio Pescaíto, la cual, lo vio nacer como guardameta, fue por mucho tiempo, el recinto donde transmitió sus atajadas y voladas a los niños y jóvenes que tiene como proyecto de vida el fútbol.
Durante once años defendió los tres palos de la escuadra bananera, lo que le permitió pasar al Atlético Bucaramanga (2 años) y Tolima (2 años), donde brilló por su agilidad en el arco.
“Se fue una gran persona a quien admiré mucho por su forma de ser. Como deportista un bravo por defender a su Unión Magdalena. Voy a extrañar su saludo y sonrisa de siempre ‘ hola familia’”, expresó Peter Robles, periodista y amigo de ‘Chimilongo’.
“El ‘profe’ Chimilongo era un ser humano especial, con un don de gente notable, una persona de una sensatez propia de su naturaleza, un trabajador incansable y un conocedor de la posición del arquero en su totalidad, un sabio transmitidor de los conceptos que necesita un arquero para progresar en su proceso de formación y como profesional era un arquero con una presencia que imponía respeto por su personalidad”, dijo Harold Cantillo, comunicador y vecino de Maximiliano Robles.
SU CARRERA
‘Chimilongo’ comenzó en el fútbol en los años 60 con el equipo Directo a la Malla, escuadra de barrio, que le permitió dar sus primeros pininos como deportistas.
Allí, poco a poco se dio a conocer, a pesar del bajo nivel de sus compañeros. De ahí, pasó a Liberia y posteriormente a Parroquial, Panadería Hebrea y Scotland. Esta última escuadra, fue el trampolín, que le permitió llegar a la Selección Magdalena.
Después de un torneo nacional con el combinado departamental en Ibagué, fue llamado al Unión Magdalena a mediados de los 70, donde se consagró como una de las figuras de la institución bananera.
También actuó en el Atlético Bucaramanga y Deportes Tolima.