Diario del Cesar
Defiende la región

Una huelga de hambre que los puede llevar a la muerte 

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POR 
NINOSKA 
REYES URDANETA 

Catorce días han pasado desde el inicio de una de las acciones más contundentes para exigir sus derechos laborales, la huelga de hambre que desde el lunes 3 de agosto mantienen los trabajadores del Hospital Rosario Pumarejo de López en Valledupar. A la fecha, la lucha se mantiene y aseguran no cesar en sus acciones, hasta tanto no les paguen la deuda de hasta once meses de salarios pendientes. 

Pero los días pasan, médicos, enfermeras y trabajadores de servicios generales empiezan a perder sus fuerzas físicas. A punta de líquido y el ánimo de sus compañeros, se han mantenido encadenados, sentados o acostados en la puerta principal del hospital, que hoy luce cerrada al público y colmada de pancartas con mensajes alusivos a sus peticiones.

Durmiendo en una silla o en una colchoneta tirada en el suelo, transcurren las noches para las seis personas que se niegan a consumir alimentos como herramienta de lucha no violenta, para reivindicar el cumplimiento de sus derechos.

Las noches parecen interminables, la plaga acecha, mientras el torbellino característico de un hospital, les impide conciliar el sueño. Sin embargo, a su alrededor los cuidan sus compañeros de trabajo, quienes además llevan un mes y 10 días en cese de actividades programadas y ambulatorias.

A un costado tienen además suficiente líquido como suero, agua y otras bebidas que suplantan sus alimentos. Días atrás, estos médicos y enfermeras en huelga, tenían como tarea atender a los pacientes en sus puestos de trabajo, ahora a ellos cada cierto tiempo los chequea un personal, para garantizar que no haya descompensación y puedan seguir en su lucha.

Para el aseo personal se confunden entre los usuarios del centro de salud, pues solo tienen la posibilidad de utilizar los baños y el agua que dispone el hospital para sus pacientes. “Pero esto no impide que sigamos en pie de lucha, al contrario, ha permitido escuchar los testimonios de muchos trabajadores en los pasillos, quienes por temor a ser despedidos, se abstienen de revelarse y solo nos ponen la mano en el hombro asegurando que el objetivo se alcanzará”, manifestó Sindy Paola Arias Herrera, auxiliar de enfermería en huelga de hambre.

Sentada en el medio de los protestantes, uniformada y con sus elementos de bioseguridad contra el Covid-19, Sindy Paola no dudó en elevar su voz de protesta, sus ojos llenos de lágrimas y una delgadez que empieza a notarse, alcanzó a reiterar que esta lucha es necesaria, “no aguantamos más, es muy triste llegar a casa y no poder proveer de alimentos a la familia, no se justifica que seamos indiferentes para la autoridades de salud del país y el departamento”.

En su caso, la deuda salarial alcanza los siete meses, tiempo en el cual ha contado con el respaldo de su esposo, pero igual hay necesidades y ha tenido que acudir a préstamos, a familiares y hasta vender el sueldo a la misma cooperativa que los contrata. Además de tener una deuda, desde hace dos años, que le quita la tranquilidad.

 “Mi sueldo es de 860.000 pesos, un monto que no alcanza para sostener una familia, entonces no se justifica el retraso en el pago a quienes a diario lo damos todo por este hospital. Aquí mucha gente se abstiene de hablar, de protestar por miedo a que los boten, pero qué más castigo el que hemos tenido por todos estos meses, venir hasta a pie desde nuestras casas a cumplir, y nadie voltea la mirada hacia el futuro de los trabajadores de la salud”, manifestó entre sollozos reiterando que allí se quedará hasta que Dios se lo permita, pero la meta es lograr el pago.

EMPIEZAN A PERDER PESO

Sindy Paola, quien por más de 8 años ha prestado sus servicios como auxiliar de enfermería en el área de psiquiatría, manifestó además que durante estos días de huelga, ha perdido peso. Antes del 3 de agosto estaba en 72 kilos y al día de hoy pesa 65, además de mostrar el rostro demacrado y ciertas afecciones estomacales, producto de la nula ingesta de alimentos.

“He sentido muchas nauseas, mareos, gastritis y debilidad, que ha ameritado de la asistencia de algunas de mis compañeras de labores, pero todo esto valdrá la pena, el testimonio de quienes padecen tantas necesidades nos llena de fuerzas para seguir”.

Julio Julio Peralta, es otro de los médicos en huelga de hambre, y quien en algunas oportunidades ha requerido de asistencia médica. “Son muchas horas sin consumir alimentos, solo líquido y la debilidad se está haciendo presente, nos estamos descompensando, pero el ánimo sigue allí y continuaremos hasta que sea necesario, solo la fe y las esperanzas de salir de esta pesadilla nos mantienen firmes en la causa”.

MALTRATOS E INJUSTICIAS 

Entre lágrimas y sus manos atadas con una cadena, intervino Dalgis Pacheco González, trabajadora de servicios generales en el HRPL, quien desde el viernes se unió a la protesta ante las arremetidas de las que ha sido víctima, en el área de atención de pacientes con Covid-19.

“Mi deuda asciende a los 6 meses y 16 días de sueldo, y aunado a eso recibo constantes atropello por parte de mi jefe inmediato, quien  vive amenazando con botarnos si algo decimos. Por eso estoy aquí, por eso me uno a la lucha y aquí me quedaré hasta que sea necesario”, afirmó mientras lloraba de impotencia por la situación vivida.

No dudó en explicar que acarrea una deuda de más de 4 millones de pesos con el banco, los cuales utilizó para comprar una motocicleta, con la que su hija se gana la vida y ahora también fue inmovilizada. “Tengo a mi cargo dos nietas y vivo sola con ella y mi hija, necesito hacer algo para salir de esta situación, de lo contrario las consecuencias serían peores”.

Dalgis, al igual que muchos de sus compañeros, vive a diario la pesadilla de estar prestando plata para el alimento de su familia, además de buscar el mejor pretexto para sus deudores, que durante más de seis meses ha  esperado por sus pagos.

El panorama es de tristeza e impotencia en el área de Consulta Externa del hospital. Un palo de mango los cobijan del sol, frente al edificio administrativo, mientras reciben la solidaridad de muchos vallenatos, colegas y compañeros, que esperan que esta pesadilla termine y renazca el centro de salud más importante del Cesar.

Mientras tanto, los anuncios no cesan, pero las acciones siguen en espera. Recientemente el Ministerio de Hacienda autorizó la transferencia de 15.000 millones de pesos al Ministerio de Salud, amparado en la Resolución 753 de 2020, los cuales resolverán en gran parte el problema. Aunado a esto, el Gobierno Departamental giraría 3.000 millones de pesos por pago de servicios, que serían utilizados para el pago de un mes de salario.