Diario del Cesar
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Así es el papel de la mujer en el crimen organizado

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El Observatorio Colombiano de Crimen Organizado de InSight Crime y la Universidad del Rosario presentaron este lunes un informe que analiza el rol de las mujeres en el crimen organizado en América Latina. Una de las conclusiones del documento señala que esos papeles de la mujer van desde “cocineras y raspadoras hasta dueñas de imperios de la droga o redes tráfico y trata de personas”, es decir un abanico de funciones con las que desafía la división existente del trabajo basada en género.

El documento consigna que el factor socioeconómico es uno de los elementos que influye para que las mujeres se integren a estas redes de crimen en cualquiera de sus formas. “En sociedades caracterizadas por la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades no es de extrañar que la necesidad se torne un factor decisivo de participación en la ilegalidad”, reseña la investigación.

Sin embargo, una segunda teoría da cuenta de la influencia familiar para reclutar a las mujeres y llevar a las mujeres a cometer hechos delictivos. Quienes son los principales promotores de estas situaciones son las parejas sentimentales de ellas, quienes a su vez son los jefes de las organizaciones criminales.

El narcotráfico es una de las actividades ilegales en las que más se percibe el rol de la mujer en la cadena de esta renta ilícita. Es frecuente verlas en la primera parte de la cadena como cocineras, raspachinas o jornaleras, y también en el eslabón final haciendo de mulas, es decir, personas que van cargadas con varias dosis de drogas.

El informe condensó que esta figura de correos humanos fue creada por una mujer: Griselda Blanco, conocida como ‘la madrina de la cocaína’, para transportar marihuana y cocaína al mercado estadounidense.

“Estas ‘mulas’ transportan los estupefacientes de un lado a otro, y que constituyen el eslabón más débil o de mayor subordinación dentro la cadena del narcotráfico”, sostiene el documento.

Uno de los papeles que más ha cobrado visibilidad en lo que hace referencia a la narcocultura es la presencia de modelos o reinas de belleza en círculos de grandes capos que, incluso, las han convertido en sus compañeras sentimentales. Usadas en ocasiones como correos humanos o para que cumplan la función de testaferros, son las fichas claves para continuar el negocio en los casos en los que sus parejas son detenidas.

Así sucedió con Clara Elena Laborín, esposa del capo mexicano Héctor Beltrán, que asumió las riendas de las células creadas por su esposo para la distribución de droga. O Angie Sanclemente, llamada la ‘narcomodelo’, acusada de reclutar hermosas y voluptuosas mujeres para movilizar a Europa cargamentos de cocaína y por los cuales recibía pagos de hasta 5.000 dólares.

Otra de las actividades criminales da cuenta de la participación de las mujeres en las estructuras dedicadas al tráfico de migrantes, considerada como una de las economías criminales más rentables en el continente debido a los altos flujos migratorios de personas que cruzan de manera irregular las fronteras.

“En esta economía ilegal las mujeres juegan diversos roles dentro del tránsito de migrantes indocumentados por diversos países y fronteras a lo largo de América Latina”, indica la investigación y hace referencia a que como parte de estas estructuras se hallan coordinadoras logísticas, coyotes y jefas de la organización.

En un sentido similar se relata que hay presencia de mujeres en lo referente a trata de personas que es la actividad ilícita más lucrativa del planeta.

Allí se encuentran reclutadoras y jefes de red. Las primeras se encargan del ofrecimiento de falsas promesas de trabajo con exorbitantes salarios en otros países del mundo y lucrativos contratos en el mundo del modelaje.

“Estas mujeres a menudo se encargan de obtener documentos de viaje y preparar a las víctimas antes de enviarlas a otros lugares donde eventualmente serán explotadas”, describe el informe.

Las segundas, también llamadas, madame, “ejercen algún grado de mando o autoridad al interior de las redes de trata de personas con fines de explotación sexual, juegan un rol particular en esta economía criminal. Estas mujeres usualmente ocupan los eslabones intermedios dedicados a labores de reclutamiento y cuidado de las mujeres para sus redes, y de coordinación y mantenimiento de contactos y clientes en sus zonas de influencia”.

BOGOTÁ (Colprensa).