El nuevo modelo es el resultado de un trabajo concertado entre la sociedad civil, la academia, la industria de alimentos y el Gobierno Nacional, el cual fue presentado esta semana en la Casa de Nariño en un acto encabezado por el Presidente Iván Duque Márquez
Es sin lugar a judas un paso de impacto fundamental para derrotar la desnutrición o los malos hábitos alimenticios. Con esta propuesta se busca también rediseñar la tabla nutricional haciéndola más simple, así como el aumento de su tamaño para facilitar su lectura. Es necesario, además, presentar el contenido de nutrientes por 100 gramos o 100 mililitros y por porción.
La propuesta se nutre de diversos modelos gráficos del mundo y límites nutricionales de varios países latinoamericanos. El modelo se adoptó en el marco de la actual reglamentación del país y de las normas internacionales sobre la materia. El principal objetivo es que la información nutricional que está en la etiqueta se presente de forma clara y comprensible para el consumidor, así como evolucionar el marco normativo actual, pasando de acciones voluntarias a obligatorias.
El modelo determina incluir el sello frontal de advertencia, el cual será monocromático, con reporte sobre el contenido en azúcares añadidos, sodio y/o grasas saturadas. Los límites para establecer estos criterios en el país actualmente están armonizados con la tendencia regulatoria regional. Con esta propuesta se busca también rediseñar la tabla nutricional haciéndola más simple, así como el aumento de su tamaño para facilitar su lectura. Es necesario, además, presentar el contenido de nutrientes por 100 gramos o 100 mililitros y por porción. El último paso en la adopción del etiquetado nutricional en Colombia deberá darse en mayo de 2021 y su obligatoriedad, se estima, comenzará en noviembre de 2022. Estas disposiciones se implementarán en un tiempo aproximado de 18 meses, una vez se expida la resolución para que la industria realice los ajustes pertinentes.
Visto todo lo anterior, se entiende la importancia para los colombianos del nuevo modelo de etiquetado nutricional que tendrán los alimentos envasados, el cual fue lanzado esta semana. Es una de las medidas más relevantes de los últimos años para mejorar los hábitos alimenticios de la población, combatiendo de forma paralela tanto el sobrepeso y la obesidad como la desnutrición.
Se trata de un proceso regulatorio bastante complejo que durante año y medio fue concertado entre entidades gubernamentales, la industria de las bebidas y alimentos, la academia y redes científicas así como las organizaciones civiles de consumidores. Se logró un acuerdo sobre cuál debe ser la información obligatoria en las etiquetas de los productos, su ubicación frontal, los símbolos característicos de alerta y todo lo relacionado para que el consumidor conozca los componentes de lo que está comprando y tome una decisión objetiva al respecto. También se rediseña la tabla nutricional de cada alimento y bebida procesada, haciéndola más simple y entendible, incluyendo además la presentación del contenido de los nutrientes por cien gramos o mililitros y según cada porción.
Tema clave en todo este mecanismo es que el modelo adoptado no solo cumple con la reglamentación interna, sino que está enmarcado en las normas internacionales sobre la materia, que cada día son más exigentes y obligatorias, al punto que las empresas que no las cumplen son sacadas del mercado y deben pagar millonarias multas al Estado respectivo así como afrontar cuantiosas demandas civiles por parte de los consumidores que se consideren afectados por dicha infracción en el etiquetado nutricional.
Definido ya este modelo lo que viene ahora es un proceso no menos complicado y trascendental. Se trata de educar al consumidor sobre qué es y que implica que un alimento empaquetado o bebida envasada sea alto en azúcares añadidos, en contenido de sal o sodio o de grasas saturadas. De nada serviría que estos sellos monocromáticos de advertencia se ubiquen en la parte frontal del etiquetado de los productos, si los padres, madres, adolescentes y niños no saben a qué se refiere ni las consecuencias que traería ingerirlos.
Según el cronograma, el último paso en la adopción de este modelo de etiquetado nutricional en Colombia será en mayo de 2021 y la obligatoriedad del mismo comenzará en noviembre de 2022. En el entretanto, el Gobierno deberá expedir la respectiva resolución para que tanto las industrias de alimentos y bebidas colombianas como las extranjeras se adecúen a esta nueva reglamentación para hacer de nuestro país una sociedad de consumidores bien informados, al igual que con mejores hábitos nutricionales.
Como se dijo, este es un primer paso muy importante, pero no es el único que hay que dar en un país que, como el nuestro, está botando al año más de 10 millones de toneladas de alimentos en buen estado. Ya otras naciones nos llevan la delantera en cuanto a regulación de la llamada “comida chatarra”, prohibiendo incluso su venta en ámbitos escolares o a menores. También hay regulaciones cada vez más exigentes sobre la comida ultraprocesada e incentivos más eficaces para el consumo de alimentos en su estado más natural posible. Colombia va en la dirección correcta y, lo mejor, es que lo está haciendo por consenso y no tras los álgidos debates que se han dado entre productores y consumidores en otras latitudes del mundo.