Diario del Cesar
Defiende la región

La fe de los católicos en eucaristía de sanación

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POR:
NINOSKA
REYES URDANETA

Dieciséis horas de viaje desde la ciudad de Cúcuta, hasta la capital del Cesar, Valledupar, no fueron motivos para que Liseth Moreno perdiera la fe en llegar a la eucaristía masiva, que por la sanación y liberación realizarían en la capital del vallenato.

Sentada en la parte derecha del altar, cuyo espacio fue la plaza Alfonso López, la encontramos aferrada a la Santísima Cruz, orando y a la vez agradeciendo a Dios por la gracia de haber llegado a esta tierra, en compañía de diez hermanos de su iglesia, que al igual que ella, buscan liberarse de las fuerzas malignas.

Liseth vestía un traje blanco y sobre su pecho colgaba un santo rosario que tocaba una y otra vez mirando hacia el cielo, en busca de una respuesta a las cosas que hoy día perturban su vida.

“Dios está presente en este lugar, esta brisa nos está abrazando porque él quiere sanarnos, liberarnos y alejarnos del maligno que tanto daño está haciendo a nuestra familias, pero a través de nuestras creencias podemos impedir su actuar”, narró la mujer de 53 años, quien formó parte de las más de 7.000 personas que la noche del jueves acudieron a la jornada masiva de sanación, presidida por el padre Claudio Barbut, de la diócesis de Rumania y Doriam Rocha, padre de la parroquia Inmaculada Concepción en Valledupar.

La diminuta mujer, con sus ojos llenos de lágrimas y un rostro que imploraba ayuda, no dudó en contar su historia para justificar su presencia en ese lugar, que además de turístico, se convirtió en un espacio santo y libre del asecho del demonio.

“Yo vine aquí a buscar tu bendición…”, era la letra de la música que al fondo se escuchaba mientras Liseth insistía en afirmar que la sanación, la santidad y la paz son tres elementos que deben existir en la familia. “Pero en mi casa no los hay, y por eso he buscado de Dios, porque me salvará de la pesadilla que hoy vivimos”.

Manifestó que desde hace tres años uno de sus cuatro hijos, de 18 años, está ahogado en el mundo de la drogadicción y ante tantos problemas, su esposo abandonó el hogar, decidió huir sin importar el bienestar de sus seres queridos.

“Desde entonces mi vida ha sido un sacrificio, a esta hora no sé dónde está mi hijo, mi llanto ha sido mi escape y hasta en quitarme la vida he pensado, porque no puedo más, no veo luz en este túnel que quizás Dios me ha puesto como una prueba de vida”, dijo entre lágrimas llevando sus manos al corazón esperando que sea tocado por el Padre de los cielos.

Allí permaneció sentada, pidió un poco de agua para poder seguir hablando, y alcanzó a insistir “estoy aquí porque quiero que las ataduras que existen en mi hogar sean destruidas y me toque el Espíritu Santo para sanar y liberar”.

Eran las 6:30 de la tarde, y al fondo se empezaron a escuchar los cantos que anunciaban el inicio de la eucaristía. Dios es el creador del cielo y la tierra, para él no hay nada imposible, y cuanto más arriba levanten sus manos, mayores serán las bendiciones que derramará sobre su vida.

Así el padre Doriam Rocha inició la misa y orando a una sola voz, las miles de personas repetían: “yo no vine solo por venir, vine a buscar una bendición, a alabar,  bendecir, a glorificar y orar al que todo lo puedo, al que todo lo que quiere lo hace, en el cielo y en la tierra”.

Todos con las manos arriba, llorando, cantando y alabando a Dios reafirmaron que su objetivo era buscar una bendición para alcanzar la paz y tranquilidad.

Enmisa de sanación se hace énfasis en los carismas y dones del Espíritu Santo, a fin de pedir por la fortaleza física y espiritual que es la salud de los fieles. Son celebraciones en las que se pone un acento especial en las peticiones de salud, porque la fe nos hace esperar este don de Dios, y se pide por la salud sobre todo del alma, pero también del cuerpo.

SANA MI VIDA, LIBERA MI VIDA

Ya eran las 8:30 de la noche y allí permanecían las miles de personas pidiendo con fe, para que Dios concediera su voluntad. Se vivía un ambiente de regocijo entre los presentes que miraban fijamente el altar donde reposaba la Santa Cruz y la imagen de la Virgen María.

“Sáname Señor, libérame Señor; sana mis pensamientos, libera mis pensamientos, que sea tu divina voluntad…”, así el padre Claudio Barbut tomó la palabra y bajo su don de sanación hizo un recorrido entre la multitud y con la Santa Cruz en manos, pedía a los fieles tener fe y que a través del ayuno el hombre se consagra con Dios. Es la manera de ser santos.

Y así entre oraciones y alabanzas la eucaristía continuaba, mientras el padre Doriam anunciaba el momento de la oración fuerte, del rompimiento de ataduras y de recibir la presencia de Dios.

La Iglesia tiene una parte ordinaria como los sacramentos que son de sanación y el medio más grande que tiene el hombre crea o no. En la acción extraordinaria, están las opresiones demoniacas como la dependencia al alcohol, la droga, a una sexualidad desorientada y la ludopatía que está arrastrando a tantos jóvenes en la sociedad.

Por otro están las infestaciones, que tienen que ver con los entierros, maleficios, contaminaciones de la ropa, lugares, entre otras acciones. También existen las vejaciones, que es cuando le ponen un espíritu a la persona que le muerde, aruña, lo llama, abre y cierra las puertas, extravía las cosas, enferma y ocasiona accidentes que no tienen una explicación lógica ni científica.

Y por último, están las posesiones que son pocos los casos en el mundo, y es cuando ya el demonio maneja a una persona en su totalidad, y la lleva a hacer cosas que se salen de control.

Ante estas situaciones, la Iglesia tiene unas oraciones de deprecativas, a través de las cuales se le pide a Dios que libere y sane a las personas; también están las oraciones imperativas que solo hace un sacerdote con la facultad del Obispo, que se llaman exorcistas.

La eucaristía de sanación es un momento único, ya que muchas personas empiezan a sentir la presencia de Dios. Algunos lloran, a otros les tiembla el cuerpo, gritan o reciben un descanso del espíritu y se desploman. En algunos casos se presentan comportamientos violentos.

SACRAMENTALES

Previo a la exposición del Santísimo Sacramento, fueron liberados y bendecidos los sacramentales como el agua, la sal y el aceite; además de los rosarios y cualquier otra imagen santa que para el momento portaran los fieles.

Así la multitud llevó entre sus manos uno por uno y mediante la oración fueron bendecidos para que al llegar a sus hogares se sintiera la presencia de Dios.

Ya para el momento eran las 10:00 de la noche. El cansancio no vencía a nadie, pues todos sentían la presencia del Altísimo, más cuando el padre Doriam Rocha tomó en sus manos el Santísimo Sacramento para acercarse a los presentes.

A medida que iba descendiendo su aguda mirada empezaba a focalizar la presencia del mal. Llantos, gritos, risas y desmayos empezaron a observarse en el lugar que indudablemente fue tomado por la presencia de Dios.

Mientras el padre Doriam imponía frente a la persona el Santísimo, y con su mano derecha tocaba la cabeza, muchos empezaban a sentir a Dios dentro de su cuerpo, caían desplomados y otros empezaban a llorar sin control liberando y sanando.

Entre estas personas se encontraba Liseth, quien a pesar de las horas pasadas seguía llorando y orando; y no fue la excepción para recibir a Dios. Al llegar su momento el padre oró sobre su cabeza y frente al Altísimo esta sufrida mujer se desmayó, el Espíritu de Dios descansó sobre su cuerpo, alcanzando de seguro la paz y bendición que tanto esperaba.

Liseth tenía entre sus manos una botella de agua bendita y su rosario enlazando entre los dedos. Al momento de reaccionar, alcanzó a tomar un sorbo de agua y con sus manos aún temblorosas dijo Dios es poderoso, él todo lo puede.

LLEVAR LA IGLESIA A LA FAMILIA

Una vez vivida esta experiencia, el padre Claudio Barbut manifestó “nuestra sanación pasa por la familia, amar a los padres y santificar a la familia. Hay gestos que en el hogar tendremos que implementar y creo que esto es el eje de la celebración, la sanación de la familia y todos por ser bautizados, tenemos misiones grandes y una tarea por hacer en este sentido”.

Los gestos de la santa misa se tienen que implementar en la familia, como la Santa Cruz. Si no hay la señal de cruz, no hay bendición de la comida ni la lectura del evangelio como lo hay en la misa, no hay una mirada de Cristo hacia tu hijo. Los gestos de la misas hay que insertarlos en la familia para domesticarla. Es así la Señal de la Cruz, el perdón y la gloria.

“Sigan siendo fieles a Cristo y a la Virgen María, mucha fe al lado de los sacerdotes, obispos y el Papa. Amen a los sacerdotes ayunando por ellos y haciendo obras de caridad para que Jesucristo entre a nuestras familias”, afirmó el padre Barbut.