Isabel dos Santos, la considerada mujer más rica de África, ha sido acusada de haber construido su fortuna —2.000 millones de dólares— a partir de acuerdos preferenciales y transacciones lucrativas con el dinero del Estado angoleño.
La acusación se basa en decenas de documentos filtrados sobre acuerdos que involucran tierras, petróleo, diamantes y telecomunicaciones, firmados cuando su padre, José Eduardo dos Santos, era presidente de Angola, país del sur de África rico en recursos naturales.
Los documentos muestran que tanto ella como su esposo tuvieron acceso a valiosos activos estatales en una serie de negocios turbios.
Dos Santos dice que las acusaciones en su contra son completamente falsas y que el gobierno angoleño está llevando a cabo una “cacería de brujas” por motivos políticos.
La hija del expresidente ha hecho de Reino Unido su hogar y posee costosas propiedades en el centro de Londres.
Está bajo investigación criminal por las autoridades en Angola por corrupción y sus activos en el país han sido congelados.
Uno de los acuerdos más sospechosos se realizó desde Londres a través de una filial británica de la compañía petrolera estatal angoleña Sonangol.
Dos Santos había sido puesta a cargo de Sonangol en 2016, gracias a un decreto presidencial de su padre, José Eduardo dos Santos, quien mantuvo un fuerte control sobre su país durante los 38 años que estuvo en el poder.
Pero cuando el presidente dejó el cargo en septiembre de 2017, su posición pronto se vio amenazada, a pesar de que su delfín provenía del mismo partido. Isabel dos Santos fue despedida dos meses después.
Los documentos filtrados muestran que cuando salió de Sonangol, Dos Santos aprobó US$58 millones en pagos a una empresa de consultoría en Dubái llamada Matter Business Solutions.