Diario del Cesar
Defiende la región

Fiestas de Diciembre, ojalá sin pólvora

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No importa qué tan duro haya sido el año, cuando se instala diciembre una enorme carga de energías positivas parece poseerlo todo en el país y con especial fuerza en el Caribe colombiano. Luces, rostros alegres, barrios engalanados, bullicio de niños, abrazos de bienvenida y el retorno de una música, casi centenaria, que se entona a todo pecho y se baila como si fuese la gran novedad de fin de año.

Por esto y muchísimas cosas más que nos unen e identifican, la bienvenida a diciembre, Navidad y Año Nuevo no puede convertirse en un festival del miedo, ni un problema de salud pública por la quemazón de pólvora, mucha de ella clandestina, ilegal y de alta peligrosidad, por parte de quienes, en su irresponsabilidad, someten a los niños a los más pavorosos riesgos.

Sin duda los logros de los programas pedagógicos y disuasivos contra este espectáculo siniestro y el lanzamiento de globos de mecha han arrojado importantes resultados en los últimos años, hecho que se refleja en la disminución de quemados e incendios en viviendas y empresas.

En el caso de la pólvora el descenso de las tragedias de niños y adultos mutilados o con cicatrices imborrables son evidentes y la meta es llevarlas a cero.

El Caribe ha registrado descensos importantes en esta lucha. No obstante, queda mucho terreno por recorrer para romper con una tradición que se disparó en los años 80, debido a la influencia mafiosa, y tuvo su pico en la “alborada polvorera” de “bienvenido diciembre”  de grupos armados desmovilizados con un festival de explosiones, fuegos artificiales y tiros al aire, sin precedentes.

No solo son las personas las que sufren en esta explosión de adrenalina ciudadana, los animales domésticos, perros, gatos, aves, caballos (…) y la fauna urbana también terminan seriamente afectados. Se recomienda sedar y aislar en cuartos oscuros a caninos y felinos para protegerlos.

En estas fiestas, las finales de fútbol y otras celebraciones con pólvora, los niveles de contaminación se disparan, hecho que trae serias consecuencias para las poblaciones más vulnerables, niños menores de cinco años, mayores de 65 y entre quienes sufren cuadros clínicos respiratorios.

Debe tenerse en cuenta que por el tamaño microscópico de la partícula que genera la pólvora, altamente tóxica, 2,5 micras, ningún filtro la retiene, la única posibilidad de evitar que ingrese al sistema respiratorio es no quemar estos elementos.

El daño por la quema de artefactos explosivos y luminosos, sobre todo de aquellos, que son clandestinos y no cumplen con las medidas mínimas de seguridad, no es solo para el pirómano, el 50 % de los quemados son espectadores o transeúntes que nada tenían que ver con este lamentable espectáculo. Ni un volador, taco, papeleta, “matasuegras” o “tumbarranchos” en manos de un menor de edad.

También hacemos un llamado a los padres de familia para que no se conviertan en cómplices de la tragedia. Se necesita que los adultos actúen con responsabilidad. Y a la ciudadanía, su mayor colaboración denunciando ante las autoridades, organismos de socorro, la Policía, los abusos que se cometan con la pólvora. Hagamos el esfuerzo e impidamos que los irresponsables nos dañen la fiesta. Es también responsabilidad de todos.