Ayer 21 de noviembre tuvo lugar en Colombia una de las mayores manifestaciones de protesta de los últimos años. Las razones para el paro nacional fueron variadas, pero el mayor problema fue su estigmatización y la manera como el Gobierno enfrentó el reto.
Fueron manifestaciones organizadas por estudiantes, obreros, artistas, profesionales, amas de casa y gente del común que propusieron abrir un espacio para decirle al Gobierno del Presidente Iván Duque que el grueso de la población siente un enorme inconformismo y frustración con su administración y el rumbo que lleva el país.
Esta vez, 29 años más tarde, volvieron a ser los estudiantes los iniciadores de las protestas, si bien por razones no muy diferentes a las de hace casi tres décadas, los factores, las condiciones y el ambiente en que tienen lugar sí son distintos.
Independientemente de los actos vandálicos y criminales que se presentaron, no se puede desconocer que hay entre millones de compatriotas un sinsabor a frustración y decepción con un Gobierno que no tiene liderazgo, que no ha mostrado esas ejecutorias del que se esperaba, y que solo ha servido para imponer en su creencia que mas nadie es útil para sacar al país adelante que exclusivamente aquellos servidores acólitos al partido que Gobierna. El Presidente debe recapacitar y corregir. No hacerlo es actuar con torpeza y ceguera política.
Para los expertos y analistas la marcha de ayer jueves le terminará dando la razón a sus promotores porque es mentira que no se estén cocinando reformas que pueden afectar a trabajadores y pensionados, por lo que la fuerza que ya ha desplegado el paro nacional va tener que ser tenida en cuenta. Pero es que además, la gente salió ayer a protestar no solo por esos dos temas, sino por una serie de hechos que siente cada día más la ciudadanía que no está representada por un gobierno que no puede pasar de agache y mucho menos hacerse la ´Shakira´: ciego, sordo y mudo.
El asunto no es cuantas personas salieron a manifestarse, si fueron trescientas mil, un millón o dos millones. El asunto es que lo ocurrido ayer es un campanazo de alerta para que el Gobierno Duque entienda que no todo el país está de acuerdo con su administración. Que el grado de insatisfacción es enorme y lo será mucho mas si no escucha a esas voces que ayer se pronunciaron.
Si a todo lo anterior le agregamos las comprometedoras declaraciones del embajador ´Pachito´ Santos concluimos que estamos en etapa de mucha sensibilidad para la institucionalidad y la gobernabilidad del mismo Duque
Pero, además, los comentarios de Santos se suman a otros episodios en los que miembros del gabinete o del Centro Democrático como partido de gobierno han mostrado públicamente discrepancias mutuas y diferencias de criterio. El pasado martes, la ministra de Trabajo, Alicia Arango, dijo a medios de comunicación que el presidente Duque no está de acuerdo con la propuesta de su jefe de Hacienda, Alberto Carrasquilla, de eliminar el régimen pensional de prima media. “El presidente no lo apoya”, dijo la ministra refiriéndose a su homólogo. Ese mismo día, la senadora María Fernanda Cabal, una de las figuras más mediáticas del Centro Democrático, afirmó que al Gobierno de Duque “le ha faltado conectarse con la base del uribismo” y “no me siento representada por su gabinete”.
Y estas dos grietas recientes no son las únicas. Desde la renuncia de Gloria María Borrero a la cartera de Justicia, en mayo, se escuchan voces que hablan de una crisis institucional. Crisis en la que no se ve el liderazgo del piloto, quien ha pasado a convertirse en un espectador mas. Otra situación similar vivió la ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez en febrero, cuando le costó lograr consensos alrededor del Plan Nacional de Desarrollo para impulsar su aprobación y tampoco tuvo éxito en promover una reforma política.
Al parecer esas diferencias lo que ratifican es que el liderazgo del presidente no parece ser muy fuerte, en la medida en que no queda muy claro cuál de las posturas es la que él asume”.
Y lo mismo va a ocurrir con lo que ayer ocurrió. No va a haber respuesta alguna porque quien gobierna no las tiene. Y así se van alimentando lo que muchos dicen en privado, pero que en cualquier momento lo expresaran en público. ¿Esperará el Presidente Duque que llegue ese momento y todos al unísono empiecen a hablar por ejemplo, de seguir lo que está ocurriendo en el Continente?.