Por
WILLIAM
ROSADO RINCONES
En la madrugada de hoy culminó la XVI versión del Festival Tierra del Cachaquito en el corregimiento de Mariangola, población a media hora de Valledupar en la vía a Barranquilla, este año no solo se vivieron los momentos comunes de un festival, cuales son, los concursos y espectáculos nocturnos, sino que se volvió a tener en ese suelo a un personaje que aprendió en ese territorio, el arte de arreglar acordeones, y que hoy es un gran personaje a nivel mundial.
Se trata de Domingo Rafael Vega Ramírez, nacido en Fundación Magdalena, quien desde joven llegó por esos lares en su oficio de operario de Bulldozer de la firma Caterpillar. Sus inicios en el arte de los acordeones se dieron de la mano de un mariangolero de cepa, muy ligado a la música vallenata, Ovidio Granados, quien para entonces, hacía parte del grupo, Los Playoneros del Cesar.
‘Mingo’, como lo llaman popularmente, fue un alumno adelantado de Ovidio Granados en el arreglo del instrumento de fuelles, pero Ovidio se mudó para Valledupar y lo dejó, huérfano en Mariangola por lo que decidió irse para el Carmen de Bolívar, en 1969, pero luego volvió a Mariangola donde nacieron algunos hijos.
Su afinidad con Granados no llegó por amor a la música, sino porque, ‘Mingo’ provenía de una familia de carpinteros y por eso lo buscó para que le fabricara los diapasones, así comenzó esta amistad que aún perdura. Su pericia por el arreglo de acordeones se regó como pólvora y fue contactado por muchos acordeoneros hasta que resolvió irse Barranquilla en donde reside con una muy acreditada fábrica de acordeones, lo que le permitió fundar la empresa con sus hijos quienes todos saben del arte.
Lo curioso, es que, Mingo, a pesar de manosear tantos acordeones, nunca aprendió a tocarlos, aun teniendo cercanía familiar con Juancho Polo Valencia, a quien en una oportunidad siendo niño, le daño un acordeón por estar tratando de curiosearlo.
Hoy, con todos esos recuerdos, retornó a Mariangola con algunos de sus hijos, a recibir este homenaje que le brindaron en esa tierra que lo acogió en la juventud, en donde tuvo la oportunidad de cambiar las palancas de los cambios de un bulldozer por los pitos, y las orugas, por los fuelles, lo que le ha dado reconocimiento hasta de los fabricantes industriales del instrumento, quienes lo han visitado en muchas oportunidades, quedando asombrados por su ingenio.
Domingo Rafael Vega hoy cuenta con 76 años orgulloso de ser visitado por los principales músicos del folclor vallenato los que adquieren sus productos o afinan sus acordeones, entre estos: Jorge Oñate, Aníbal Velásquez, Juancho De la Espriella, Álvaro López, Cocha Molina, Alfredo Gutiérrez, la familia Zuleta, y otros grandes del vallenato.
Son muchas delegaciones extranjeras que también lo visitan atraídos por su ingenio, entre estas, recuerda: a argentinos, mexicanos, chilenos, gente de Australia, Holanda, Venezuela, Costa Rica, y hasta unos alemanes de la propia Honner, reconocida fábrica de acordeones.
Se marchó feliz, así lo demostró el popular ‘Mingo’, quien sintió la nostalgia por esa tierra llena de magia que le brindó el homenaje, en donde tanto tiempo sintió el aire de las sabanas del Diluvio, EL que le abrió el entendimiento para sacar la casta de un arte que lo tiene como un avezado fabricante de este instrumento representativo del vallenato.