Diario del Cesar
Defiende la región

Guacoche restaura su tejido social

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Guacoche es un corregimiento a 15 minutos, en carretera, de Valledupar.   Su cultura y tradición es mantenida por el Consejo Comunitario Los Cardonales, una comunidad afro que enfrentó amenazas, hostigamientos y masacres cometidos por el Bloque Norte de las Autodefensas.

La guerra se encrudeció hacía los años 1997 cuando grupos al margen de la Ley arremetieron con asesinatos frecuentes contra líderes sociales.  Fueron 10 años en tinieblas, así lo recuerdan sus moradores.

Es poco lo que la violencia deja recordar del Guacoche colonizado por las negritudes que escapaban de la esclavitud española, un terreno con tierra árida donde se cultivaban varios productos de pancoger por sus ciudadanos y comunidades indígenas –Arhuacosy Yukpas – que se paseaban con frecuencia.

Se les iluminó la vida el pasado 27 de agosto cuando fueron visitados por Andrés Castro, director general de la Unidad de Restitución de Tierras, URT, encargado de dar a conocer la demanda colectiva que confirma la vulneración de derechos territoriales de 274 familias guacocheras.

En medio de la emoción, directivos de la URT, comunidad y medios de comunicación, la joven Felicia Bracho Oñate se encargó de recordar aquel corregimiento bañado por los ríos Cesar, Marquesote y Río Seco.

Y dijo: “Fue pasando el tiempo y empecé a apreciar como los negros araban mi tierra para sembrar mis suelos que eran solitarios, desérticos, vestían de rosas; mis ríos cobraban vida al ser visitados para poner en práctica  la pesca.  Fue un espacio que noté que atraía mucho, un escenario que usaron además para comadrear, compartir comida, cantar canciones de cunas”.

Lo anterior, habría sido acabado –o quebrantado – por varias balas durante una larga década. Y se podría remendar, al recuperar 156 hectáreas y 9.489 metros cuadrados pertenecientes a unas 826 personas acentuadas.

Así lo recordó Algemiro Quiroz, presidente del Consejo Comunitario de Comunidades Negras Los Cardonales (Guacoche) quienes por años han luchado para recuperar lo que siempre fue de ellos y sus ancestros.

La necesidad imperiosa de requerir a los estamentos judiciales fue provocada por terceros, quienes aprovecharon su huida – y su espíritu de liderazgo atemorizado a causa de los tiros- para apropiarse de sus terrenos.  Así lo recuerda.

El 27 de agosto pasadas las 10:00 a.m. se presentó la solicitud ante jueces y magistrados de la URT en Valledupar, siendo identificadas como las primeras víctimas afrodescendientes del Cesar que luchan por una restauración colectiva.

“El estado ha hecho presencia realizando obras de envergaduras y efectuando sanación mental a través del programa Papsivi que ayudó a restaurar el tejidosocial”, agregaba entre sonrisas.

HISTORIAS, TINAJAS Y TRADICIÓN

Hacía el 2006 los paramilitares comenzaron a adherirse a un proceso de reconversión social que, de inmediato, celebraron estos afectados a quienes les tomó dos años recuperarse del flagelo violento.

La cultura y tradición no es menos importante, siempre viaja y se desplaza con ellos.  Así lo dice Tirza Elena Bula Toncel madre, docente y tinajera empeñada bajo el cielo guacochero a enseñar el arte que agrupa la mezcla de barro, agua, sol y amor.

Su abuela Carlina Bula, de las primeras tinajeras, fue reiterativa en darle sus conocimientos. Los adquirió rápido, a los ocho ya moldeaba y hoy, con más de ellos, lidera una fundación de 44 mujeres y un hombre (su esposo) quienes trabajan por rescatar esta vieja, pero valiosa práctica.

“Invito a la juventud a que si Guacoche se representa por ser un pueblo tinajero no dejemos perder esta tradición y luchemos por mantenerla de generación en generación.  De tanta violencia que hubo este arte es una forma de salir y decir lo logramos. La tinaja nos representa ante el mundo”.

Ha impartido capacitaciones a jóvenes junto a una respetada tinajera, Edilma Chinchilla.

‘SOY GUAJIRA PERO ME SIENTO GUACOCHERA’

El recorrido de DIARIO DEL CESAR estuvo llena de muchas experiencias: por un lado se escuchaban historias de hijos que vieron asesinar a sus padres, aquellos héroes que luchaban por los derechos de su comunidad; pero otras, entrevieron como esta zona de unas 400 viviendas, varias fincas, flora y fauna aún mantienen el ‘sabor’ que los caracteriza.

Ahí estaba Rosa Leticia Cuadrado Ramírez, pese a su edad – unos 65 años – se veía radiante y con fuerza; realizaba un baila adornada de un vestido de pilonera ante los directores general y territorial de la URT, y la encargada de Asuntos Étnicos de la entidad.

La sorpresa: es una guajira que hace 54 años llegó a vivir al corregimiento, acompañada de su esposo, miembro de las negritudes.  Desde entonces se siente de esta parte de Valledupar.

Aunque vivió la guerra iniciada un 6 de abril del 97, cuando varios hombres con fusiles y armas arremetían al interior de las viviendas, hoy dice no respirar miedo ni temor, alegrándose de que sí puede salir en paz.

Eso sí, solo sabe bruñir la tinaja, la forma de sacarle el brillo al material: “La tinaja significa para muchas familias beneficios y eso ayudó indiscutiblemente a crecer nuestro pueblo”.

POR LA RESTITUCIÓN COLECTIVA

Con el respaldo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la Unidad de Restitución de Tierra confirmó que esta comunidad étnica acentuada entre las inmediaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta se le vieron vulnerados sus derechos territoriales

El Consejo Comunitario fue identificado por el Estado el pasado 2 de abril del 2008 luego de la resolución emitida desde el Ministerio del Interior considerando son una población privados de la libertad, movilidad, uso y ocupación de su territorio, e inhabilitados en sus prácticas culturales, económicas, políticas y  sociales.

También se pretende el alivio de pasivos generados por no pago de obligaciones tributarias y de servicios públicos; terminar el proceso de titulación del territorio; crear el reglamento de uso y manejo de los territorios comunales; liderar una campaña sobre la propiedad colectiva; y que varias entidades del Estado realicen un proceso de ordenamiento étnico que le permita a la comunidad recuperar las tradiciones perdidas.

Ante el medio Andrés Castro director de la URT nacional explicó: “Lo que se va a logar con la restitución es el reconocimiento del territorio, a este Consejo, y una pretensiones con las que se busca que la comunidad cuente con agua potable, servicios públicos, salud y vivienda. El Estado colombiano trabaja para que estas comunidades tengan un mejor modo de vida y para preservar las costumbres y tradiciones”.

ADEMÁS…

La Unidad, reveló que avanza en las caracterizaciones de 58 territorios de comunidades étnicas (afros e indígenas), que han sido presentadas ante la justicia. A la fecha, las autoridades han proferido 17 sentencias de tipo étnico, de las cuales dos han ordenado el restablecimiento de derechos territoriales sobre más de 125.786 hectáreas a 1.516 familias de los consejos comunitarios Renacer Negro (71.010 hectáreas); y Río Yurumanguí (con 54.776 hectáreas).