No ha sido una buena semana para la economía mundial. Una semana plagada de noticias negativas y estrepitosas que asustaron a los mercados y sobre todo permitiendo que regrese el fantasma de la tan mentada recesión mundial. Y desde luego que Colombia no es ajena a esos vaivenes. Todo lo contrario, se siente mucho los impactos externos por lo débil que es nuestra economía y en general la de toda Latinoamérica. De ahí el dicho que cuando a los norteamericanos les da tos, ya nosotros tenemos tosferina.
Los mercados se inquietaron por los datos chinos que mostraron el debilitamiento de su economía, con una producción industrial en su nivel más bajo en 17 años y una tasa de desempleo elevada. Alemania también produjo una muy mala noticia, porque anunció que su PIB retrocedió 0,1 % entre abril y junio, con ese desempeño el motor de Europa está al borde de la recesión.
En el actual contexto de contracción del crecimiento económico provocad por la crisis económica mundial, vale la pena volver a los principios fundamentales y recordar cuáles son las fuerzas motrices del crecimiento económico. Hace ahora cincuenta años largos que se constató que no es posible explicar el crecimiento económico recurriendo exclusivamente a los tradicionales factores de producción de la tierra, el trabajo y el capital, pues hay un importante factor residual del crecimiento que se debe atribuir al aumento de la productividad impulsado por el progreso técnico o innovación.
La propiedad intelectual es uno de los mecanismos indispensables gracias a los cuales los conocimientos se pueden plasmar en bienes comerciales. Los derechos de propiedad intelectual crean condiciones seguras para que se invierta en la innovación y constituyen un marco jurídico para comerciar con los bienes de propiedad intelectual. Cuando se examinan las estrategias para superar la crisis económica y para lograr una expansión sostenible tras la crisis, conviene dar preferencia a la inversión que se destina a crear nuevos conocimientos y a mantener un sólido sistema de propiedad intelectual que asegure el adecuado equilibrio entre las necesidades y los intereses de los productores de conocimientos, los inversores y la sociedad.
La mayor oportunidad para la innovación radica quizás en el campo de las tecnologías limpias y las fuentes de energía sustitutivas. Si, en el futuro, el uso de las tecnologías que reducen las emisiones de carbono ha de repercutir en el costo de dichas tecnologías, nos encontraríamos en la situación de tener que renovar por completo la masa de capital, igual que si ese capital hubiera sido destruido por una catástrofe. La transición a las tecnologías limpias y a las fuentes de energía sustitutivas se llevará a cabo. Lo que no está claro todavía, como en el caso de la crisis económica, es la duración de la transición, si serán cinco o cincuenta años. Los derechos de propiedad intelectual tienen que ver con dicha transición pues, igual que las medidas tributarias, pueden ser utilizados para fomentar la actividad innovadora. A ese respecto se han dado los primeros pasos en varios países en los que se han instaurado procedimientos de carácter abreviado para tramitar las solicitudes de patentes correspondientes a los ramos de las tecnologías limpias y las energías sustitutivas.
La crisis económica se ha desatado en momentos en que el mundo de la propiedad intelectual vive grandes transformaciones. El mayor valor que adquieren los bienes inmateriales en la economía del conocimiento explica que la demanda de derechos de propiedad intelectual haya alcanzado picos inusitados en los años previos a la crisis, en los cuales se han presentado anualmente 1,7 millones de solicitudes de patentes, lo cual agrava el problema del atraso en la tramitación de las solicitudes. La geografía de la producción de tecnología cambia rápidamente, y ahora el 26 por ciento anual de las solicitudes internacionales de patente procede del Asia Nororiental (el Japón, la República de Corea y China), y esa cifra no cesa de crecer. Las universidades y los institutos de investigación recurren habitualmente al sistema de propiedad intelectual, que ya no es el coto cerrado de la industria. La innovación colectiva está muy difundida y gracias a ella ha sido posible acrecentar mucho más la colaboración en seno del mundo económico y en el plano internacional en lo que se refiere a las labores de investigación y de comercialización. Se ha suscitado una amplia polémica en la esfera internacional sobre la cuestión del equilibrio entre los derechos de los titulares de la propiedad intelectual y el beneficio social de los nuevos conocimientos, y también se debate la cuestión de la justicia distributiva.
La combinación de malas noticias se dio después de que hace unos días se intensificó la guerra comercial entre las dos primeras potencias económicas. El problema ahora es que la guerra comercial se está trasladando a los mercados de valores. Si bien ayer muchos índices se recuperaron, lo cierto es que la volatilidad bursátil demuestra el temor que tienen los inversionistas ante las señales que está produciendo la economía.
Puede haber un exceso de sensibilidad. Los mercados se ponen en rojo ante cualquier mala noticia. Para el hemisferio norte se espera un final del verano en que los indicadores bursátiles se van a comportar como una montaña rusa.