por pedro perales téllez
Si alguna nación ha usado los Derechos Humanos o el concepto de democracia como instrumento para la intervención y la violación de la soberanía de otros pueblos, esa ha sido la potencia del norte. Muy a pesar del cese de la Guerra fría, que se piensa terminó con el desmoronamiento del sistema socialista que lideró la URSS, los Estados Unidos continúa su perpetua modalidad de instrumentalizar argumentos para invadir territorios y violentar soberanías. Fue lo que previó el Libertador cuando hizo su juicio sesudo sobre lo que presagiaba USA en su papel de “defender la democracia” occidental así fuera perpetrando toda clase de fechorías. Porque fue así como asumió el papel de gendarme del mundo, usando la fuerza a motu proprio, y en los tiempos presentes utilizando organismos como la ONU con el fin de darle visos de legalidad a sus sistemáticas acciones imperialistas en el mundo.
De esa dirección proviene el Informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, sobre la situación política, económica y social a la que ha sido empujada la República Bolivariana de Venezuela, con alta cuota de los Estados Unidos y de los países que le sirven de cómplices en su arremetida contra su sistema de gobierno. El susodicho informe sería una felonía más en el proceso de desprestigio de la Revolución Bolivariana si no se tuvieran antecedentes de lo que ha significado en el inmediato pasado la publicación de un libelo de las características del que Bachelet ha presentado ante dicha comisión. Informe repleto de imprecisiones, de información no verificada, ni verificable, de errores, omisiones y falsedades, en un minucioso análisis, ha calificado la investigadora Pascualina Curcio el conocido panfleto. Porque ha esa característica la que ha sido instrumentalizada por el gobierno yanqui para sus más recientes invasiones a otros países.
Con la mentira de las armas de destrucción masiva en Irak, cuyas pruebas la humanidad sigue esperando, se invadió dicha nación, se asesinó a su presidente y se ocasionó la muerte de más de un millón de personas. Con un informe -del que parece calcado el de Bachelet- de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Navy Pally, presentado en febrero de 2011, se abrieron las puertas para la invasión de Libia: como en Irak, se asesinó al presidente Kadafi, no hay cifras concretas sobre las decenas de miles de muertos y Libia es hoy un estado fallido, con dos gobiernos y una guerra cruel e inclemente. Con otro sartal de mentiras, las potencias occidentales, con USA a la cabeza, iban por Bashar Al Assad y Siria. Las intenciones eran las mismas: quedarse con toda esa franja geográfica de valor geopolítico inestimable por donde fluye el petróleo del MedioOriente. Solo que Rusia y China los trancaron en su política guerrerista de sicariato económico, como dice John Perkins.
¿Es el mismo cometido que pretende el informe de Bachelet? No hay otra forma de entenderlo. Venezuela es el único, y será el último, país del mundo, con reservas de petróleo para 500 años ycon materiales raros para las tecnologías del futuro. Y es a eso que apunta la voracidad de las potencias occidentales. Por lo que para sus propósitos malévolos hay que desprestigiar el Socialismo del siglo XXI. Poner a Maduro como el peor de los gobernantes, incluso más que Pinochet o Videla. No reconocerle ni un logro, que son muchos, positivo a la revolución…Y Bachelet parece que hizo bien la tarea para ese zarpazo.