El desarrollo económico no debe darse a cualquier costo. La idea de tener un crecimiento sostenido, generando riqueza monetaria, pero también social para todos los actores de un país se convierte en uno de los pilares para órganos multilaterales como la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Estas entidades tienen una apuesta conjunta para que factores como el bienestar social, laboral y medioambiental estén en la cabeza del fortalecimiento económico.
El hecho de que las industrias crezcan o que se cree empresa de manera desbordada no suele ser el mejor camino económico para las naciones. Al menos así quedó estipulado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se firmaron en 2015 y en los que Colombia también acordó tener políticas de crecimiento acordes con las necesidades que se derivan del cuidado de factores que van más allá de las finanzas de una nación.
Para poner un ejemplo: una de las necesidades mundiales más importantes tiene que ver con la urgencia de que parte de la población mundial cuente con acceso a fuentes de energía para suplir necesidades básicas de sobrevivencia. En esa materia el Banco Mundial ha estimado que en los próximos 11 años el 8 % de los ciudadanos del mundo “vivirán a oscuras”. Sin embargo, dice el organismo, “América Latina podría sacarse una buena nota en esta asignatura pues casi tres cuartas partes de los países están en vías de alcanzar el acceso universal para 2020, y para 2030 se espera que la región logre un acceso casi universal, con Haití como el único país con una tasa de acceso inferior al 90 %”.
Y esa necesidad reviste precisamente una oportunidad de negocio para aquellas empresas generadoras de energía eléctrica, ya sean privadas o estatales, con la idea de conectar a más personas, pero de manera sostenible. El pasado miércoles, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, hizo un llamado de atención sobre las oportunidades que tiene el sector de generar fuentes de energía renovables, con la idea de reducir el impacto medioambiental, pero también para abrir la puerta a un nuevo portafolio de negocio.
“Un 80 % de la reducción de emisiones de CO2 dependerá de las medidas encaminadas a lograr un uso eficiente de la energía (…) Actualmente unos 840 millones de personas no tienen acceso a este servicio. En Colombia, el Gobierno Nacional avanza en la meta de llevar energía eléctrica a 100.000 nuevos usuarios, unos 500.000 colombianos, en el actual cuatrienio”, dijo el Ministerio de Energía en una nota de prensa entregada el pasado 3 de julio.
¿Qué más importa?
Sin embargo, las necesidades van más allá de tener una conciencia del cuidado medioambiental. Contar con políticas escalables en temas de empleo, comercio internacional, y hasta de integración regional son otros puntos que merecen atención. Los 164 miembros de la Organización Mundial de Comercio han pedido que se fijen reglas de juego claras para que tanto grandes naciones como aquellas que se encuentran en vía de desarrollo tengan las carreteras de circulación acordes para hacer parte del fortalecimiento comercial universal (ver Paréntesis).
Por ejemplo, una explotación responsable de los recursos para su aprovechamiento comercial es otro de los pendientes. El caso de la subvenciones de pesca, que no es otra cosa que la sobrepesca en algunas regiones del mundo, pretende demostrar cuán importante es tener un consumo responsable de ciertos alimentos. Saber cuál es el nivel de demanda que pueden llegar a tener, para así mismo racionalizar tanto su producción como venta.
Juan Carlos González, embajador de Colombia ante la OMC, le había dicho a EL COLOMBIANO que “el 60 % de las especies de peces está al límite y el 30 % está en estado de sobrepesca. Si los países no nos ponemos de acuerdo sobre cómo trabajar para que no existan subsidios que propicien el fenómeno, nos vamos a quedar sin el producto. A diciembre se deberá haber negociado un acuerdo multilateral sobre ese apartado”.
Así mismo, Roberto Azevêdo, director general de la OMC, aseguró que “los miembros del organismo ya han cumplido una meta clave del que propugna la erradicación del hambre, al suprimir las subvenciones (subsidios) a la exportación de productos agrícolas en 2015. Los miembros están debatiendo cómo abordar las subvenciones a la pesca perjudiciales. Continuaremos trabajando para que el comercio siga cumpliendo plenamente su función de motor del crecimiento, el desarrollo y la erradicación de la pobreza”.
Un ojo al trabajo
Más allá de que los trabajadores del mundo tengan las condiciones laborales necesarias para desarrollar un trabajo digno, que se cierre la brecha salarial entre hombres y mujeres, o que las empresas paguen salarios justos a los empleados, la necesidad de generar oportunidades laborales acordes a las exigencias y nuevos mecanismos de negocio que llegan con la tecnología será fundamental para garantizar que el ingreso de los ciudadanos guarde relación con sus necesidades financieras.
El 13 de febrero de este año la Organización Internacional del Trabajo publicó su informe sobre expectativas laborales para 2019. En el documento llamó la atención el dato que daba cuenta de que la mayoría de las 3.300 millones de personas empleadas que hay en el mundo, no cuentan con la seguridad económica suficiente, bienestar material, ni igualdad de oportunidades.
Y llama más la atención que existan 700 millones de personas en situación de pobreza extrema o moderada a pesar de contar con un empleo. Una de las explicaciones está en que “la tasa de participación laboral femenina fue de solo el 48 % en 2018, muy inferior al 75 % de la tasa masculina”, según se lee en el informe. Al respecto, Deborah Greenfield, directora general adjunta de Políticas de la OIT, dijo que “el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8 no solo se refiere al empleo pleno sino a la calidad del mismo (…) La igualdad y el trabajo decente son dos de los pilares del desarrollo sostenible”.
La pobreza laboral, de acuerdo con la OIT, se reducirá si se aplican las medidas necesarias para que la desaceleración del crecimiento de la economía mundial se detenga. Se prevé que sólo contando con políticas que estimulen la creación de empleo digno a través del uso de plataformas digitales, por ejemplo, pueda darse un descenso en esa materia.
Empleo y medioambiente
Párrafo aparte merece el efecto de las fuertes oleadas de calor a consecuencia del calentamiento global y su incidencia en la generación o consolidación de algunos empleos. Según el mismo organismo multilateral, tanto el agro, como el sector constructor deberán hacer algo para mejorar las condiciones de trabajo de sus empleados.
De no generase políticas reales que mitiguen ese impacto, se podrían perder 2,2 % de las horas laborales, cifra que se traduce en la desaparición de 80 millones de puestos de trabajo, según estimaciones de la OIT.
Una fuerte caída en algunos de los más importantes indicadores de competitividad generaría pérdidas a las empresas por valores cercanos a los 2.400 billones de dólares. Mejorar en términos de infraestructura, adecuar zonas de hidratación, cambios en los horarios de trabajo, así como recesos prolongados podrían ayudar a mitigar ese riesgo.
“Otros sectores particularmente en riesgo son los de bienes y servicios medioambientales, recogida de basura, emergencias, trabajos de reparación, transporte, turismo y deportes, así como determinadas formas de trabajo industrial”, dice el informe.
La tarea conjunta de un desarrollo económico sostenible necesita además de buenas intenciones, inversiones reales. La Secretaría General de las Naciones Unidas había tasado el 24 de septiembre de 2018 en al menos 5.000 millones de dólares las inversiones para alcanzar los objetivos .
El Colombiano