Diario del Cesar
Defiende la región

´Santrich´, pateó el Acuerdo de Paz

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Dice un sabio adagio popular: ´Lo que mal empieza, mal termina´. ¿Que podríamos esperar los colombianos de este proceso de paz acordado con las Farc, cuando el mayor interés de sacarlo adelante eran que estuviera adobado de la mayor dosis de impunidad posible?.

Lo que acaba de ocurrir con ´Jesús Santrich´ es producto de esas zonas oscuras que le dejaron al Acuerdo y frente a las cuales los interesados se resisten a que sean revisadas o modificadas. ´Santrich´ es el cuarto alto jerarca de las Farc que patea el Acuerdo de Paz y los colombianos solo vemos el fraude solventando en la esperanza de la susodicha paz.

Acosado no por el fantasma del narcotráfico sino por la irrefutable realidad de su vínculo con ese delito después de haber firmado el Acuerdo, ´Santrich´,  optó como el mafioso, esconderse de la justicia y a esperar otra oportunidad para que le perdonen sus delitos. 

Otro que también hizo lo mismo fue alias ´Iván Márquez´ quien bajo el argumento de que su vida está en peligro, abandonó Bogotá y luego desapareció de la zona transitoria de reincorporación de Miravalle, en Caquetá. Cabe preguntar: ¿qué problemas de seguridad puede tener Márquez, por ejemplo, que sean más graves y previsibles que los de “Timochenko”, “Pablo Catatumbo” o “Pastor Alape”?

El exjefe guerrillero acusa incluso falta de garantías jurídicas y la “desfiguración de la JEP”, mientras que los colombianos cuestionan la laxitud de ese tribunal y su excesiva condescendencia, con él, al no comparecer y desatender llamados y fechas de aplazamiento de sus diligencias.

La decisión del Consejo de Estado de despojarlo de la investidura de senador, al no ocupar el escaño, es apenas la consecuencia lógica de la creciente separación de Márquez del conjunto de las actividades de reincorporación e integración a la civilidad.

El decreto resumió las alternativas muy fáciles de Márquez para sortear sus problemas y diferencias: “tuvo la posibilidad de diseñar salidas concertadas con su partido (la Farc), para no sacrificar su obligación de promover la reintegración política colectiva”.

Resolver sus amenazas de seguridad, ante la protección y garantías que le otorgaba su condición de senador, era muchísimo más fácil, claro, que esclarecer su mención y vínculos con una conspiración para enviar 10 toneladas de cocaína a EE. UU. junto a “Jesús Santrich” y otras personas.

Ese tal vez sea el fondo de la acumulación de desplantes de alias “Iván Márquez” frente a un proceso de negociación y desarme en el que no cree, según se desprende de sus propias palabras: fue “un grave error haber entregado las armas a un Estado tramposo”.

El cálculo que deben hacer el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas, además del conjunto de movimientos y actores políticos, está en el influjo —negativo para este caso— que tiene Márquez entre guerrilleros rasos y mandos medios, en lo que parece el irreversible rearme de, por lo menos, el 40 % de ese grupo dañino y anacrónico.

Hay espacio, según informe de este diario, para que el “desaparecido” líder subversivo se convierta en figura articuladora, en lo político e ideológico, de unas disidencias igualmente penetradas e instrumentalizadas por el narcotráfico internacional.

El doble e histórico desprecio de “Iván Márquez” al Estado y la institucionalidad colombianas cada vez deja menos dudas de la orilla a la que ha vuelto: la de la ilegalidad. Primero alentó el contraestado con el ejército irregular y brutal que fueron las Farc, y ahora reniega del generoso, complejo y paciente proceso de negociación en Cuba.

Junto a “el Paisa”, “Romaña” y “Aldinever”, “Iván Márquez” y ahora ´Jesús Santrich´  se aleja de la construcción de la paz y se adentra en un nuevo capítulo de agresiones contra la sociedad, las instituciones y el Estado colombianos. Igual que hace 33 años, parece haber abandonado su curul, y la civilidad, para retomar la senda de las armas, esa que tiene por destino asegurado la violencia y el crimen.