Diario del Cesar
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Crimen de mujer embarazada sigue en la impunidad

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Un año y poco más de seis meses han transcurrido desde el homicidio de Yolainis Beatriz Arrieta Acosta, de 20 años, asesinada al interior de una humilde residencia ubicada en la manzana 68 de la invasión Brisas de La Popa, y aunque todavía no se registran capturas por ese hecho, los investigadores del Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, siguen tras la pista de los responsables.

Una fuente cercana a la investigación relató a este medio de comunicación que mediante los testimonios recogidos en el sector donde fue ultimada la mujer el 18 de diciembre del 2017, cuando tenía cinco meses de gestación, y a otras pesquisas aportadas por varios informantes, las autoridades ya tienen en los presuntos verdugos, cuyos nombres permanecen bajo reserva a fin de no entorpecer el proceso.

“Con la información que dieron las personas que estaban en el lugar cuando sucedió el crimen y otras personas que minutos antes vieron algunas actitudes extrañas en ese sector, se hizo la investigación pertinente y mediante reconocimiento de imágenes, ya se tienen identificadas a los presuntos responsables del hecho. Pero todo hace parte del proceso investigativo que se desarrolla”, dijo el informador.

 

EL CRIMEN

 

La gestante recibió un mortal disparo en el tórax a las 9:15 p. m. del lunes 18 de diciembre cuando se encontraba en compañía del soldado regular Javier José Obeso De La Hoz, quien desde hacía un mes atrás era su compañero sentimental.

En su momento, el hombre dijo a AJÁ & QUÉ VALLEDUPAR que el hombre que segó la vida de su pareja entró a la vivienda fabricada con láminas de zinc y los intimidó con un arma de fuego.

“Yo acababa de llegar no hacía mucho a la casa, estábamos hablando cuando un tipo armado entró y nos dijo que nos quedáramos quietos y que entregáramos el celular que tenía un amigo que estaba conmigo ahí, luego le arrebató el celular y le pegó el disparo a Yolainis en el pecho”, indicó.

La víctima tenía poco tiempo de haber llegado a Valledupar desde su lugar de origen y tres días antes de su muerte, se había mudado de las torres de Nando Marín, donde vivía con una tía, a Brisas de La Popa con una amiga. Era madre de dos niños de 2 y 4 años de edad, y esperaba una criatura de cinco meses de un hombre que vive en la invasión Altos de Pimienta, por lo que no se descarta que el crimen respondiera a un lío pasional.