POR
NIBALDO RAÚL
BUSTAMANTE DE LA CRUZ
Una noche fría y lluviosa fue cómplice de la noticia más trágica para la familia de un periodista. Aquel jueves 16 de septiembre de 1999 silenciaron la pluma que un día denunció la ola criminal y las alianzas entre fuerzas del Estado y grupos armados ilegales.
Eran las 10:45 de la noche cuando la fatal noticia sorprendió a la familia de Guzmán Quintero Torres, el mismo que fue asesinado en la cafetería de un establecimiento comercial de la calle 17 de Valledupar cuando departía con varios colegas.
Veinte años después del suceso que enlutó al periodismo cesarense, el homicidio del comunicador social continúa en impunidad, tal como lo aseguró Yuri Quintero Torres, hermano de la víctima.
“A él lo mataron como a las 10:30 de la noche, había llovido mucho, 15 minutos después una prima me llevó la noticia a mi casa en el barrio San Jorge, luego vine donde mis padres en Los Fundadores para avisarles, eso fue terrible, una tragedia para nosotros”, aseguró Yuri Quintero.
El tumulto de gente se aglomeró en los alrededores del hotel Los Cardones, pleno centro de la capital del Cesar, mientras que el cadáver del jefe de redacción del Diario El Pilón yacía en medio de un charco de sangre.
Ese día la noticia fue precisamente un periodista. Las balas asesinas no le permitieron escribirla porque fueron dirigidas a él; los renglones de la tragedia fueron plasmados por sus colegas del medio impreso.
“En la mañana, el mismo día de su muerte, hablé con él en la Casa de la Cultura porque Guzmán fue a buscar a su camarógrafo Vladimir Pacheco; le dije que hiciera un pare, que se fuera de la ciudad, quise prevenirlo porque por las calles de Valledupar circulaba el rumor de que iban a asesinar a un periodista. Días antes habían matado a una mujer que vendía sopa en la vía a Patillal, la misma que Guzmán había asesorado para que colocara una denuncia sobre las alianzas entre el Ejército y los paramilitares. La víctima fue Saida, Maestre”, recordó Yuri Quintero.
Sin embargo, después de 20 años las esperanzas en que el crimen no quede en la impunidad, la familia Quintero Torres no da su brazo a torcer. “Hace dos años el proceso literalmente comenzó, porque 15 años atrás la situación estaba embolatada porque la SIJIN quien estuvo a cargo del hecho estaban al servicio de los paramilitares, esos investigadores crearon cuatro hipótesis falsas alejadas de cualquier realidad, implicaron a falsos testigos, pruebas falsas y todo lo tergiversaron”, lamentó.
Pero las cosas parecen tomar un rumbo a favor de la familia Quintero Torres porque el jueves anterior un fiscal de derechos humanos estuvo en Valledupar para apersonarse del hecho, situación que devuelve las esperanzas para encontrar los responsables del crimen.
“En 2016 empezó la investigación, hay una nueva orientación hacia la verdad, pero estamos muy preocupados porque en 85 días el caso puede prescribir y lo pueden archivar porque han pasado 20 años, por ahí hay una información por confirmar que se podía ampliar a 30 años por tratarse de un periodista. Incluso pedimos al fiscal que el hecho sea declarado de lesa humanidad, en el libro Quiénes y por qué asesinaron al periodista está plasmada la verdad, ahí está la compilación de las notas periodísticas que Guzmán publicó y que motivaron su muerte”, advirtió el hermano del comunicador inmolado.
Las amenazas no se hicieron esperar. Era notorio el disgusto de los militares ante las denuncias realizadas por el periodista en cada una de sus notas. “Blanco es gallina lo pone, todos saben quién mató a Guzmán Quintero Torres”, dijo.
La familia Quintero Torres se asentó en Valledupar huyendo de la violencia que en los años 60 azotaba a El Carmen, una humilde población de Norte de Santander. Guzmán tenía tres años cuando llegó a Valledupar en brazos de su padre, un ebanista de ojos claros y piel clara que no disimula su original acento.
Por el asesinato de Guzmán Quintero Torres hubo dos personas capturadas que, presuntamente, trabajaban para las Autodefensas, una de ellas murió y el otro se encuentra preso, según reconoció Yuri Quintero.
El comunicador debía cumplir 54 años, sin embargo, las balas asesinas le impidieron ver crecer a sus dos hijos. “Uno de ellos es abogado y tiene 26 años el otro tiene 22, ellos siempre vivieron en el barrio Guatapurí”, concluyó el hermano del periodista asesinado.