Diario del Cesar
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Niños estudiantes del “El Turco” Gil realizaron cadena humana y social

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Frente a la residencia que podría ser desalojada mañana 20 de junio, los Niños del Vallenato se amarraron las manos junto al maestro “El Turco” Gil como protesta simbólica para evitar su retiro del inmueble.

 Es de recordar que el día de mañana vencerá el plazo que el banco le otorgó al ‘Turco’ Gil para pagar el embargo que reza sobre la casa en la que está situada la escuela. De no realizar dicho pago, será desalojado.

POR:
NINOSKA
REYES URDANETA

“Si yo tuviera plata comprara esta casa para regalársela a mi maestro, ´El Turco´ Gil”. Así lo cantó Juan David Atencia, el joven invidente que desde los siete años está bajo la formación del ‘Turco’, y quien desde los once reside en la vivienda que hoy está a punto de ser desalojada por el banco a causa de una deuda que se ha convertido impagable para el maestro.

Y precisamente ayer, la residencia sirvió de escenario para que los Niños del Vallenato, agrupación formada por “El Turco” Gil, realizaran una cadena humana como símbolo de protesta ante la medida solicitada por el banco Davivienda y ejecutada por el Juzgado Tercero Civil del Circuito en Oralidad de Valledupar.

Vestidos con sus trajes de gala, tal y como se le presentaron en una oportunidad a Bill Clinton y como se le han mostrado a importantes personalidades por el mundo, un grupo de once niños y jóvenes entrelazaron sus manos con el maestro y con una cuerda las amarraron simulando que jamás se separarán del hombre que los ha enseñado a ser músicos y mejores personas.

El acto simbólico se llevó a cabo la mañana de ayer a escasas horas de cumplirse el plazo de desalojo, pero estos pequeños artistas mantienen la fe y la esperanza de que la entidad financiera abortará la medida para que el maestro Gil siga tomando de la mano a las nuevas generaciones que llevarán el vallenato por el mundo.

En medio de la reunión, Juan David Atencia, un joven de 20 años, que hoy día toca el acordeón, canta y versea gracias a la sabiduría del maestro Gil, mostró el rostro más triste y con su acordeón en el pecho solo dijo en voz alta: “Si yo fuera el dueño del banco, jamás le quitaría esta casa al maestro, ya él la tiene más que paga con la enseñanza que ha dado a miles de niños en esta tierra vallenata”.

Juan David, caminó hacia el patio de la residencia que conoce por sus cuatro costados a pesar de su dificultad visual. Intentábamos ayudarlo y solo decía, “estoy bien, caminen y nos sentamos”.

Ya debajo de un palo de mango, sentados en una vieja silla de madera y rodeados por un improvisado escenario, árboles y un pequeño radio que sonaba al fondo, Juan David se abrió a contarnos lo que siente con esta dura situación que está pasando su padre, como él mismo lo catalogó.

VEO LA VIDA A TRAVÉS DE LA MÚSICA

Con un diálogo fluido y coherente, el joven artista contó que a raíz de la muerte de su abuelo, quien fue el primero en llevarlo a la escuela de música de Andrés Gil, sus padres decidieron dejarlo en la casa del maestro por cuanto no contaban con recursos económicos para traerlo cada semana a la escuela.

“Tengo viviendo aquí nueve años. Es mi casa, mi refugio y el de muchos niños que residen en zonas retiradas de la ciudad y se forman como acordeoneros, cajeros y guacharaqueros en la academia. Todos quedaríamos sin hogar si el desalojo llega a materializarse”, exclamó.

Las lágrimas empezaban a asomarse, pero su actitud aplomada permitió mantener la conversación y tras varios suspiros continuó.

Manifestó que el maestro Gil es el ser más importante en su vida, fue quien olfateó su talento y aunque inicialmente la idea era enseñarlo a tocar la caja, “El Turco” Gil le montó en el pecho su acordeón y lo enseñó a ver la vida a través de la música.

“Mi adolescencia la he pasado en este paraíso que se mueve con instrumentos musicales. Si tuviera dinero la comprara, no para mí, sino para mi gran mentor. Me aseguraría que esta casa quedara aquí para mis hermanos de crianza, para los artistas del futuro”, dijo con emoción al imaginarse que ese sueño se le hiciera realidad.

“Otro de mis sueños es invitar a mi maestro a comer iguana, pero pagando yo, porque él siempre me invita. Yo no tengo como retribuirle a ese señor lo que ha hecho por mí y por los niños de Valledupar”, comenta.

Juan David, en medio de sus sueños, dijo entender la posición del banco porque son procesos financieros que forman parte de la cotidianidad, pero deben existir otras formas de cobrar la deuda. Deberían pensar no en el ahora, sino en el mañana. “Como van a faltarle el respeto a alguien que es un patrimonio cultural de Colombia, a un hombre que ha hecho tanto por la música vallenata. Si yo fuera dueño del banco dejaría esa deuda en ‘0’”, resaltó entre risas.

Exclamó que la protesta que realizaron en la puerta de la casa busca despertar la buena fe de las instituciones involucradas en el problema. “Esta noche será crucial para nuestras vidas, dormiremos pensando que mañana ya este espacio no será nuestro hogar. Se apagan los acordeones y “El Turco” Gil pasará a ser historia, pero yo seguiré a su lado hasta el resto de sus días”.

OJALÁ Y DIERAN PLAZO

Andrés “El Turco” Gil al hacer referencia a la pequeña protesta afirmó que fue un acto simbólico de los Niños del Vallenato. El plazo para el desalojo de la residencia termina mañana y no hay vuelta atrás. “La medida es contundente y el jueves esperaré las acciones a tomar por parte del banco. Estoy en manos de Dios y espero seguir continuando con mi labor”, refirió el gran maestro.