Diario del Cesar
Defiende la región

La urgencia por una Policía renovada

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El nombramiento del general William Oswaldo Rincón Zambrano como nuevo director de la Policía Nacional no solo ha despertado debate en los círculos institucionales y políticos, sino que también marca el inicio de una etapa crucial para el cuerpo armado más cercano a la ciudadanía. No son pocos, ni de baja monta, los desafíos que tendrá que enfrentar este oficial en un momento en el que el país atraviesa una de sus coyunturas más sensibles en materia de seguridad, orden público y confianza institucional.

Más allá del ruido político que ha generado el hecho de que el general Rincón fuera llamado de nuevo al servicio activo, tras haber pasado a uso de buen retiro, lo cierto es que la discusión de fondo va mucho más allá de los temas de precedencia o escalafón. La prioridad nacional está, sin duda, en garantizar que el mando policial esté a la altura de los retos que impone la creciente inseguridad urbana, el recrudecimiento de la violencia rural y las amenazas directas al proceso democrático en curso. En pocas palabras, la tarea del nuevo director será restaurar la autoridad, la confianza y la efectividad de la Policía en todos los niveles.

Hoy el país vive un momento de gran tensión en materia de seguridad ciudadana. Los índices de homicidios, extorsiones y hurtos se mantienen en niveles preocupantes; bandas criminales operan con altos niveles de impunidad; y los entornos urbanos, en especial las grandes capitales, enfrentan la sensación colectiva de que la delincuencia va un paso adelante de las instituciones. En zonas rurales, el panorama es igual o más complejo: disidencias de las Farc, estructuras del Eln y grupos de economías ilegales continúan ejerciendo control territorial, cobrando vidas y afectando la gobernabilidad local.

En este contexto, el liderazgo del general Rincón Zambrano deberá ser firme, técnico y cercano a la ciudadanía. No basta con recuperar la disciplina interna o imponer un mando vertical; se requiere también una profunda transformación cultural dentro de la institución. El país demanda una Policía moderna, transparente y humana, capaz de respetar los derechos de las comunidades sin perder eficacia frente al delito. La legitimidad institucional, tan erosionada en los últimos años, debe volver a ser una bandera de orgullo y confianza para los colombianos.

Uno de los desafíos más inmediatos del nuevo director está relacionado con el proceso electoral en marcha, que ya muestra signos de vulnerabilidad en varias regiones del país. Las amenazas contra candidatos, las presiones armadas en zonas rurales y los intentos de interferencia en la voluntad popular son factores que ponen en riesgo la democracia. Por ello, el general Rincón deberá actuar de manera coordinada con el comandante de las Fuerzas Militares y con los organismos de control para garantizar que los comicios se desarrollen en un ambiente de tranquilidad y legitimidad. Blindar el proceso electoral será una prueba temprana y definitiva de su gestión.

La Policía, bajo su mando, está llamada a recuperar la presencia efectiva en los territorios. No basta con operativos puntuales o reacciones mediáticas ante los hechos violentos; se requiere una estrategia de inteligencia preventiva, con mayor articulación interinstitucional y con un enfoque de seguridad humana. El ciudadano común, ese que teme salir de noche o que se siente desprotegido en el transporte público, espera respuestas concretas, no discursos. Y esas respuestas deberán venir de una Policía que vuelva a ser símbolo de protección, no de temor ni de distancia.

El reto también pasa por fortalecer la moral interna del cuerpo policial. Muchos hombres y mujeres de la institución, especialmente en las regiones más apartadas, laboran en condiciones difíciles, con recursos limitados y con escaso reconocimiento. El liderazgo del general Rincón tendrá que inspirar respeto y motivación, con políticas de bienestar y formación que dignifiquen la carrera policial y premien el mérito, la honestidad y el servicio.

Finalmente, este nuevo ciclo institucional debe estar marcado por la transparencia y la rendición de cuentas. Los casos de corrupción, abuso de autoridad o connivencia con el delito han minado la confianza de la ciudadanía. Recuperarla implica actuar con contundencia frente a cualquier irregularidad, sin contemplaciones ni protecciones corporativas. La Policía debe ser ejemplo de rectitud, no de opacidad.

El general William Oswaldo Rincón Zambrano tiene ante sí una tarea monumental. Su experiencia, su trayectoria y su disciplina serán puestas a prueba en un país que reclama orden, justicia y seguridad con urgencia. La ciudadanía espera resultados y una nueva manera de hacer las cosas. La historia reciente de Colombia ha demostrado que sin una Policía fuerte, ética y cercana al pueblo, no hay paz ni estabilidad posibles.

El tiempo apremia y los desafíos son múltiples, pero también hay una oportunidad única: la de liderar la transformación que devuelva a la institución su verdadero sentido de servicio público. Que este nuevo capítulo de la Policía Nacional se escriba con autoridad, con transparencia y con resultados tangibles. Esa será la verdadera medida del éxito del general Rincón Zambrano y el punto de partida para una Colombia más segura y confiada en sus instituciones.