Diario del Cesar
Defiende la región

Santos y el ´conejazo´ del plebiscito

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El dos de octubre hace nueve años ganó el No en el plebiscito. Lo hizo contra todo y contra todos. Un triunfo milagroso, de David contra Goliat.

El Gobierno intentó ensuciar ese triunfo heroico diciendo que fue resultado del miedo y las mentiras. Fue al revés. Para empezar, Santos y sus funcionarios cambiaron las reglas del juego para desequilibrar la cancha y favorecer el Sí, bajaron el umbral del 50 al 13%, negaron financiación pública a la campaña del No y al mismo tiempo invirtieron miles de millones en la del Sí, enmermelaron medios y periodistas, engañaron a la opinión con propaganda que el tiempo probó falsa.

Y fueron muchas las trampas y mentiras de Santos y los promotores del Sí. Resalto solo algunas: Dividieron el país entre “amigos y enemigos de la paz” y se les llenó la boca para sostener que “la guerra ha terminado”, estigmatizaron a quienes defendimos el No aunque lo que buscamos era precisamente una paz real, una de verdad, y advertimos que el remedo que se pactaban solo conduciría a más violencia. Además de las “disidencias’, que jamás entraron a la negociación, tampoco los jefes negociadores se desvincularon del narcotráfico, Márquez, Santrich, el Paisa, Romaña, las “reincidencias”, volvieron a matar. Hoy no hay paz y las Farc no solo siguen vivas sino que tienen 7.925 hombres entre enfusilados y redes de apoyo.

Amenazaron con más violencia, y además en las ciudades, si triunfaba el No. “Si el plebiscito para la paz no se aprueba, volveremos al conflicto. Tenemos información de que las Farc están preparadas para la guerra urbana”, dijo Santos. ¿Quiénes fueron entonces los que sembraron miedo?

Dijeron que con el pacto “las Farc se cambian de bando y acordamos que nos ayuden a erradicar el narcotráfico de Colombia”, hablaron de un “cambio de paradigma” en la lucha contra el narcotráfico y de un “histórico nuevo enfoque”. Para el 2013, cuando todavía se seguía con las políticas de Uribe, en el país había solo 48.000 hectáreas de coca y la producción de cocaína se había desplomado a 290 toneladas. Como dijimos los defensores del No, todo cambió tras la firma en el 2014 del componente de narcotráfico. Santos pactó con las Farc un largo listado de incentivos perversos al narcotráfico y tomó decisiones que, desde prohibir desde el MinSalud el uso del glifosato hasta tratar el narcotráfico como un delito conexo al político, qexplican en buena parte que hoy estemos inundados de coca y los grupos violentos mejor financiados que nunca.

Santos también afirmó que “está claro [que] tiene que haber una pena privativa de la libertad” y que si las Farc decía que “no quiere ser la primera guerrilla en el mundo que entrega las armas para irse a la cárcel, nosotros les decimos, pues el mundo ha cambiado”. Ya sabemos el resultado: ni cárcel ni ningún tipo de pena privativa de la libertad. Fue lo que dijimos que aseguraba la JEP, sobre la que también advertimos que sería un tribunal de impunidad de facto y de persecución de los militares y policías, como ha sido.

Santos también sostuvo que las Farc no tendrían curul directas en el Congreso, “gratis no, se la tienen que ganar, tienen que ir a campaña”. Siete años llevan ahí pontificando de ética los criminales y ya la JEP les aseguró que podrán seguir haciendo política sin restricción alguna.

En fin, nada les sirvió a Santos y a los promotores del Sí. La victoria del No fue un triunfo de la ciudadanía y de la opinión argumentada. El No ganó por la fuerza de sus ideas, por sus posiciones en defensa de la democracia y la justicia, por el acierto en resaltar las mentiras del Gobierno y los enormes problemas del pacto, en particular la impunidad, el premio a los criminales dándoles beneficios y prerrogativas que no tenemos los que nunca hemos delinquido, y los incentivos para el narcotráfico y nuevas violencias. El tiempo nos ha dado la razón.

Que no venga Santos de nuevo a mentir. Como queda visto, es absolutamente falso que el “nuevo” acuerdo haya corregido las observaciones que teníamos los promotores del No. La verdad es que tanto él como sus cómplices traicionaron a sus electores, mintieron a los colombianos y, aunque esta semana hayan dicho que no, le hicieron un conejazo monumental al No y a la democracia.

*Abogado