Diario del Cesar
Defiende la región

Las consecuencias económicas de Mr. Trump

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A medida que pasan las semanas, la popularidad de Trump va descendiendo al mismo ritmo que insiste en sus disparatadas políticas tanto domésticas como internacionales.

Las últimas encuestas reveladas en EE. UU. dan cuenta que ya en este momento son más numerosos quienes están en contra suya que quienes están a favor.

Y lo que es más inquietante para el huésped de la Casa Blanca: su núcleo fuerte republicano -hasta ahora sólido como una roca- se le ha empezado a erodar. Su renuencia a que se divulguen los archivos de sus relaciones con Epstein está jugando un papel demoledor.

Pero acaso donde le esperan peores resultados en el futuro a Trump es el campo de los “hermosos aranceles” que es su caballo de combate predilecto. Y que cada vez utiliza como arma arrojadiza para propósitos diferentes de los estrictamente comerciales.

¿No le gusta la justicia brasileña cuando juzga a Bolsonaro? Entonces ahí van aranceles del 50% para las exportaciones del Brasil y sanciones para el magistrado de la Corte Suprema, el juez Moraes, que lo está juzgando. ¿No le gustan las respuestas de Putin sobre la paz en Ucrania? ahí le va entones amenazas de nuevos aranceles. ¿No le gusta que India compre petróleo a Rusia? Tome para que lleve un incremento de aranceles del 50%. Es un payaso en la escena internacional. Cree    que manda en todo el mundo y lo que hace es el permanente ridículo. Más temprano que tarde se le revelará el resto de los países maltratados.

Además de constituir unas injerencia indebida y vituperable en la soberanía judicial de otros países, será un tipo de actuación que terminará acabando de enredar la escasa lógica que aún soporta su atolondrada retahíla arancelaria. Cada vez más casuista e improvisada.

Paul Krugman, quien es quizás el más prestigioso economista internacional del mundo y premio Nobel de economía, viene escribiendo una estupenda bitácora, casi diaria, de los disparates económicos que entrañan las políticas de Trump. Fue Krugman quien reveló desde la primera hora, por ejemplo, que las amenazas de aranceles contra los países que tenían déficit comercial con los Estados Unidos (en la cuenta de bienes y servicios) estaba falseada pues no tomaba en consideración la cuenta de servicios en la cual los EE.UU. son superavitarios con el resto del mundo.

Y recientemente, con motivo de las  negociaciones con el Japón y con la Unión Europea, en las que se les ha obligado a estos importantes socios de los Estados Unidos a comprometerse a hacer cuantiosas inversiones en el territorio norteamericano para escapar de la guillotina arancelaria, ha anotado Krugman que los asesores de Trump parecen haber olvidado la regla de oro de las cuentas internacionales de los países, según la cual cuando ingresan capitales a un país, por un lado se contabiliza dicho ingreso como crédito pero, en virtud del principio contable de la partida doble, se registra también un débito a cargo del país receptor y en favor del país inversor. Con lo cual la política de Trump lo que está logrando es aumentar en vez de disminuir su déficit de balanza de pagos con el resto el mundo, que proclama como la meta final de sus repetidos discursos en favor de los aranceles al comercio internacional.

Los últimos cálculos disponibles indican que después de todas las marchas y contramarchas de Trump (todos los días cambia los porcentajes de sus amenazas arancelarias y las fechas en que entrarán en vigor) todo lo que está logrando es que los aranceles promedios cobrados por los Estados Unidos a sus importaciones se eleven en promedio de un ad-Valorem de un 3% al 15%.

En el entretanto, todos los esfuerzos del multilateralismo se han destrozado al impulso de los caprichos de Trump, y se ha activado el Tsunami del aumento de precios a los consumidores que tarde temprano recibirán el golpe de este revolcón arancelario que- a la postre- ningún beneficio va a traerle ni a los Estados Unidos ni al mundo en su conjunto.

Esperemos que cuando la Casa Blanca inaugure la ampliación de su sala de bailes que acaba de anunciar con gran fanfarria, puedan celebrar no tanto los beneficios de las políticas económicas de Mr. Trump sino su salida de la Casa Blanca.

*Exministro de Estado