Diario del Cesar
Defiende la región

Los aranceles de EE.UU y la economía colombiana

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La llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos no ha sido ni silenciosa, aburrida o continuista. El gran negociador se ha hecho sentir como pocos presidentes de la historia reciente, y si bien, no ha logrado apagar los conflictos en Medio Oriente y Ucrania, sí pudo reordenar el comercio de su país con los vendedores y compradores de bienes y servicios. La estrategia siempre ha sido la misma de poner precios muy altos cuando se tiene la ventaja de ser el consumidor anhelado y a partir de esa posición empezar a negociar hasta llevarlo al punto de ganancia planeada.

Una suerte de disparar muy alto para conseguir el objetivo; a sus principales socios comerciales, Canadá, México y China, les subió el arancel y los mantiene en “modo negociación”, de tal manera que EE.UU. ya ganó, pues reducirá el déficit comercial que mantiene con docenas de países en todo el mundo. Y de sus principales socios pasó a los mercados emergentes que tienen en el motor de la economía mundial su principal mercado de materias primas, y también logró otro punto para su mercado alineando sus intereses políticos y económicos de paso.

Es novedoso el concepto de “mínimo global de 10%”, un arancel globalizado que protege la producción local y se convierte en un incentivo proteccionista para sus empresarios. Hay otro nivel, que es el de 15% para el grupo de países que tienen superávits comerciales con EE.UU., una suerte de universos o de pilares con los que se empieza a mover el intercambio de bienes y servicios; el gran convidado de piedra de todo este nuevo periodo es la Organización Mundial del Comercio que poco ha pintado en esta fase y a donde seguramente llegarán demandas por desconocer tratados de libre comercio.

No se puede negar que hay un esfuerzo enorme por reestructurar el comercio internacional con costos incalculables en el crecimiento y la inflación. Las altas valoraciones de las acciones de las empresas de EE.UU. en las principales bolsas de valores son una consecuencia del “modo arancel” del tono que está tomando la economía. En lo que tiene que ver con Colombia, es un gran alivio para los exportadores que el país no esté en el grupo de 20% y 15%, como sí lo están países competitivos con productos nacionales como son Brasil, con 50%; Ecuador, con 15%; y Vietnam, con 25%; solo para citar los que le muerden participación en el mercado del café, las flores y los bananos.

A Colombia se le dejó 10% porque tiene vigente un tratado de libre comercio con EE.UU. que ha beneficiado más al mercado del norte y que es superavitario para ellos, no para Colombia. Nuestro país mantiene a EE.UU. como principal socio comercial, un punto a favor con el que no cuentan Brasil, Perú o Chile, en donde China ha desplazado al motor de la economía global. Ahora, en el último año de la presente administración, es imperativo que haya un plan para redoblar las exportaciones colombianas a EE.UU. basados en que hay una ventaja arancelaria y hay un TLC de por medio.

Hay que mejorar la competitividad del café, las flores y las frutas colombianas, al tiempo de que se debe reforzar la venta de petróleo, todos productos dorsales de las ventas colombianas. No se puede actuar con ideología cuando se necesitan compradores de los bienes y servicios que acá se producen y EE.UU. es el mercado natural, el objetivo es ver y darse cuenta que hay una gran oportunidad para mejorar la producción, la logística y la experiencia del consumidor estadounidense con los bienes y servicios colombianos.

¡Es el momento de actuar!