El nombre de este fenómeno climático fue asignado originalmente por pescadores peruanos a una corriente cálida que aparece cíclicamente en Navidad en el mar pacífico peruano y por aparecer en Navidad se le asoció con la llegada del niño Jesús, pero los estudiosos del tema para los años 60’ descubrieron que esos cambios bruscos de temperatura en el mar no solo ocurría en el Perú, sino que tenían ocurrencia en todo el pacífico tropical con influencia en otras zonas del globo terráqueo.
Se conoce al fenómeno del niño como un patrón climático recurrente que genera cambios de temperaturas en las aguas de la parte central y oriental del pacífico que provoca calentamiento o enfriamiento de las mismas de manera brusca, lo cual afecta las precipitaciones en la zona de influencia, afectando el clima en otras zonas, repercutiendo en las lluvias las cuales se vuelven esquivas, lo cual puede mantenerse entre 8 y 10 meses, muy a pesar de que se viene estudiando este fenómeno por la comunidad científica no se ha podido determinar con precisión cuales son las causas que lo provocan.
La escases de lluvias tiene un fuerte y negativo impacto en distintos sectores, afectando por un lado la economía al golpear duramente el sector agrícola y pecuario, pues resulta obvio que con pocas lluvia los cultivos se afectan las consecuencias de la sequía y la mayoría quedan a la mitad del proceso productivo, mueren los animales como consecuencia de la misma y hasta las industrias que utilizan el agua en sus procesos productivos, enfrentan dificultades para culminar con éxito la cadena productiva, y no podía faltar hacer mención a las penurias que se vive en los hogares por la escases del preciado líquido, pues los acueductos tampoco reciben la cantidad suficiente de agua para abastecer a las ciudades, toda vez que los ríos se secan ante la ausencia de lluvias que aumentan su caudal.
Frente a esta realidad no podemos continuar con la irresponsabilidad de desperdiciar el agua, no tenemos cultura de cuidar con celo este vital elemento que nos brinda la naturaleza a la cual día tras día destruimos sin comprender que con ello nos destruimos así mismos, deben entonces las autoridades tomar las acciones correctivas correspondientes tales como limitar el abuso que se hace de las escasas aguas de los ríos y en nuestro caso del río Guatapurí, cuyas corrientes se utilizan para irrigar fincas, cultivos y casa fincas sin control alguno, tarea que corresponde a Corpocesar que poco o nada hace al respecto y por otro lado, curiosamente en los sectores estratos 4 y 5 particularmente se observa cómo se desperdicia el agua potable lavando vehículos en las calles, sin que la Policía actúe e imponga las sanciones que para estos caso consagra el Código de Policía, todo ello en detrimento del agua que tanta falta nos hace.
*Abogado