Todos deberíamos tener derecho a disfrutar de una segunda oportunidad, pero el miedo al fracaso es lo que nos impide hacerlo.
Si te detuviste a leer este artículo es por qué estás en busca de respuestas emocionales y en tu corazón hay un ardor por algo que un día no fue, pero que en el fondo tienes confianza en que la segunda vez podría ser para siempre.
Equivocarse puede ser una oportunidad de aprendizaje y el punto de partida hacia una vida mejor
¿Vale la pena correr el riesgo por esa persona o por ese proyecto? ¿Por qué confías en esto ahora? ¿Por qué ves el potencial?”, Si la respuesta es positiva, adelante”.
Intentarlo otra vez es muy válido. Ese intento está lleno de incertidumbre, de dudas, miedos…es un acto de valentía, compasión y esperanza en el poder transformador del perdón y la reconciliación.
Recuerda que la primera vez siempre encontrarás cosas por mejorar, muchas de esas cosas se echarán a perder, pero pueden volverse a restaurar.
Hay áreas en las que estaremos crudos, no sabemos cómo asumir la responsabilidad, somos primíparos y nos equivocamos.
¿Acaso no es de humanos equivocarse? En la era del amor propio estamos tan enfocados en que nadie puede hacer nada en contra de nosotros y se nos olvida un gran detalle y es cuántas veces hemos sido nosotros los que hemos fallado.
¿Acaso tu corazón no ha gritado: déjame intentarlo otra vez?
Les propongo una mirada más compasiva hacia la toma de decisiones pasadas y pensar en que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad, sea cual sea el caso.
Lo digo porque he visto personas tocar fondo, salir de estar privados de la libertad y están brillando, matrimonios secos que vuelven a florecer, hijos que se van de casa y vuelven con el corazón en la mano transformados.
Pero, yo digo ¿habrá algo imposible de lograr con un corazón sincero delante de Dios?
Muchas veces he escuchado: es que si doy una segunda tengo que dar una tercera, cuarta quinta. La gente no cambia. Es lo que dicen.
Voy a dejarte algo bien claro, tú no tienes que hacer nada. La segunda oportunidad se da desde la conciencia, y con honestidad hacia ti mismo, asumiendo el rol en el que fallaste la primera vez con mucha responsabilidad,
¿Es malo o no es malo dar una segunda oportunidad? La respuesta la tiene tu corazón, la respuesta es la voz del cambio que has asumido en tu vida en esas aéreas oscuras, donde había sombra y tú lo reconociste.
La segunda oportunidad más que buena o mala, es un proceso de aprendizaje y construcción interior a la que nos sumergimos con total madurez sin asegurar cuál sea el resultado.
Si piensas en que perderás el tiempo o no valdrá la pena, pues mi consejo es no lo hagas porque ya tú mismo te diste la respuesta.
Las oportunidades fallidas pueden ser una excelente oportunidad para aprender y crecer. Analiza lo que salió mal y usa esa información para tomar mejores decisiones y crecer.
Seamos compasivos y dejemos la incredulidad a un lado. Deja que los frutos te hablen de que la raíz ha sido transformada.