Diario del Cesar
Defiende la región

Indígenas enseñan a cuidar el agua como madre y fuente de vida

INICIATIVA QUE IMPACTA COMUNIDADES EN VALLEDUPAR

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En la Sierra Nevada, Corazón del Mundo, donde se alzan los picos más altos de la costa colombiana, el agua no es solo un recurso: es madre, guía espiritual y pilar del equilibrio natural. Así lo entienden los pueblos indígenas Kankuamos, Wiwas, Arhuacos y Koguis, custodios de esta región sagrada, que han emprendido un camino de enseñanza hacia la protección del líquido vital.

Desde la cosmovisión indígena, el agua está íntimamente relacionada con el existir del ser humano. El vínculo hombre, agua y naturaleza hacen parte de la identidad cultural de las comunidades. Implica una profunda conexión espiritual con el agua, una comprensión de la interconexión entre la naturaleza y la humanidad, y una responsabilidad compartida para garantizar el acceso a este recurso vital para todos.

Por ello, Emdupar S.A. E.S.P. en alianza con el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga (AMB), dio inicio en Valledupar, a un programa de educación ambiental basado en el conocimiento ancestral de las comunidades indígenas. El evento, enmarcado en el contrato 031, anexo 13, marca el inicio de un proceso de formación donde la cosmovisión indígena será el eje pedagógico.

La iniciativa busca generar conciencia sobre el cuidado del agua, la conservación del medio ambiente y la gobernanza de los recursos naturales. Desde una perspectiva profundamente espiritual y pedagógica, facilitadores indígenas como Adriana Arias, Orfelina Carrillo, Carmen Clara Pacheco, Heidy Mindiola y Jorge Armando Rincones, miembros de la Fundación Fundam, comparten sus saberes con estudiantes de cinco instituciones educativas y líderes comunitarios de varios barrios de Valledupar.

En el acto de lanzamiento de la iniciativa se contó con la participación además del agente especial de Emdupar, José Luis Palomino López, el director del proyecto AMB, gestores comerciales de Emdupar, Carlos Royero.

EL AGUA ES SAGRADA

“Para nosotros el agua es sagrada. Es la madre agua. Enseñamos a los niños con cuentos e historias, como la leyenda del río Guatapurí y su guardiana. Así comprendemos el ciclo del agua, no desde lo técnico, sino desde el corazón”, explica Adriana Arias, indígena kankuama y una de las facilitadoras del proceso.

La pedagogía indígena arranca desde la infancia: enseñarles a los niños la procedencia del agua, su importancia espiritual, y su vínculo con la vida. A través de relatos, ilustraciones y visitas guiadas, los niños aprenden a no dejar la llave abierta, a lavar con baldes, a reciclar y a advertir en casa sobre el desperdicio.

“Nuestros niños ahora les dicen a sus padres que no dejen la llave abierta, que hay que cuidar el río. Esa conciencia que se siembra en casa es lo que buscamos multiplicar”, añade Arias.

La formación se extenderá a instituciones como Leonidas Acuña, Milciades Cantillo, Consuelo Araujo Noguera, Comfacesar y San Joaquín; así como a líderes de los barrios Altos de Comfacesar, Los Mayales, Mayales Aeropuerto, Francisco de Paula y San Joaquín.

VIGILAN LA REFORESTACIÓN

Desde la Comisión de Territorio y Medio Ambiente de los pueblos de la Sierra, se realizan labores de vigilancia y reforestación con especies nativas en las cuencas altas. El proceso exige permisos y evaluaciones para garantizar que no se afecten nacederos, lagunas ni fuentes hídricas.

“La Sierra es la estrella hídrica de Colombia. Nuestra responsabilidad como pueblos indígenas es protegerla para que las futuras generaciones también puedan vivir de ella”, concluye Adriana.

José Luis Palomino López, agente especial de Emdupar, manifestó que el proyecto busca dinamizar la capacitación y formación de líderes comunitarios y estudiantes de colegios en el cuidado del agua a través de la cosmovisión de los pueblos ancestrales para la protección del ecosistema. El proceso está diseñado para el área urbana de Valledupar y las comunidades lideradas por las Juntas de Acción Comunal, con la proyección de llegar a los corregimientos, principalmente a Guatapurí, Sabana Crespo, Atanquez y Chemesquemena.

Esta alianza entre la sabiduría ancestral y la educación formal representa un paso importante hacia un modelo de desarrollo más armonioso y consciente, donde el agua no se vea solo como un recurso, sino como lo que es para los pueblos originarios: vida, espíritu y herencia sagrada.