Diario del Cesar
Defiende la región

Una casa para los colombianos

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En América Latina estamos siendo testigos de un doble fenómeno tan masivo como preocupante: la urbanización en pobreza. En la última década, las ciudades han crecido un 13% en promedio, pero esta cifra no ha estado acompañada por mejoras en la calidad de vida. Hablamos de ciudades donde uno de cada cuatro habitantes vive en pobreza monetaria, donde la informalidad laboral alcanza 48% y donde ahorrar para una cuota inicial o acceder a un crédito formal parecen barreras insalvables.

Colombia no es ajena a esta realidad. Es cierto que nuestros indicadores son mejores a los promedios de la región -con un déficit cuantitativo de 6,8% frente a 10% latinoamericano, un déficit cualitativo de 22% frente a 24%, y solo un 10% de la población viviendo en barrios informales, comparado con 17% regional-, pero aún estamos lejos de cerrar la brecha. La tarea no es solo mejorar el desempeño del sector vivienda, sino hacerlo en sintonía con el desarrollo social. Y para lograrlo, mi propuesta es clara y urgente: garantizar una casa a los colombianos.

Cuando uno recorre el país y le pregunta a la gente con qué sueña, qué espera del sistema financiero, la respuesta es simple y contundente: tener una casa digna. Por eso, propongo un marco que condense los pilares sobre los que debemos construir la política de vivienda del futuro. Lo llamo CASA: Calidad, Acceso, Sostenibilidad y Alternativas a la propiedad.

Empecemos por la calidad. Hoy, casi 4 millones de hogares en Colombia habitan viviendas con deficiencias. Al ritmo actual, el déficit cualitativo podría reducirse a 19% para 2030. Pero podríamos hacerlo mejor. Si ampliamos los instrumentos de intervención, si dejamos que el ciudadano elija qué necesita su vivienda -reconstrucción, reforzamiento estructural, mejoramiento integral- y lo acompañamos con crédito y subsidio, podríamos reducirlo incluso a 17%. Un “Mi Casa Ya” de mejoramientos no es una utopía, es una urgencia.

En cuanto al acceso, podríamos pensar que reducir el déficit cuantitativo a 6% en cinco años es una meta razonable. Pero, ¿por qué no aspirar a 3%? Lograrlo implicaría recuperar el ritmo de ventas VIS por encima de las 150.000 unidades anuales. Para ello, debemos revisar el subsidio familiar de vivienda: ¿Debe ser monoparamétrico? ¿Debería incluir un subsidio a la cuota? ¿Cuál es el esfuerzo fiscal necesario para garantizar su funcionamiento?

La tercera dimensión es la sostenibilidad. Colombia ha dado pasos importantes: hoy contamos con más de 20 millones de metros cuadrados certificados con Edge. Pero desde la banca aún podemos hacer más. ¿Por qué no incentivar proyectos sostenibles con subsidios verdes o con tasas preferenciales a los proyectos que cuenten con una certificación compatible con las taxonomías del sector?

Por último, las alternativas a la propiedad. Durante años creímos que ser propietario era el único camino para superar el déficit habitacional. Hoy, sabemos que no es así. Figuras como el coliving, el multifamily o el senior living no solo responden a nuevas dinámicas demográficas y culturales, sino que representan oportunidades para diversificar la oferta. Pero para que esto sea una realidad primero debemos caracterizar estos modelos, reglamentarlos y permitir que la banca los acompañe.

Tenemos una oportunidad histórica. Colombia puede, y debe, superar sus brechas en vivienda, pero también innovar, pensar distinto, construir mejor. La vivienda no es solo un sector económico: es el corazón de cualquier estrategia de desarrollo humano sostenible.

*Presidente de Asobancaria