En estas vacaciones observé la impresionante cantidad de turistas que cubrían por completo, literalmente, la playa de El Rodadero, sus calzadas y una buena franja del mar. Nunca vi tanta concentración humana en este balneario. Puse algunas fotografías en mi cuenta de Twitter @mclacouture.
La afluencia de turistas a estas playas aumenta de manera progresiva desde hace poco más de medio siglo, después de convertirse en el lugar preferido de los samarios en los tiempos en que era un paraje solitario y silvestre a apenas 5 kilómetros de Santa Marta.
Hicimos bastante inversión y promoción para fomentar el turismo y los resultados están a la vista, sumado a que los acuerdos de paz trajeron tranquilidad y constituyeron un punto de partida para un nuevo ciclo turístico.
Llegaron y llegarán en mayor número los turistas, lo cual es una excelente noticia. Es evidente que el país cambió y que hoy este sector tiene perspectivas promisorias como generador de desarrollo económico. Cualquier esfuerzo que hagamos por organizar las playas, sofisticar los servicios, mejorar la infraestructura, diversificar los destinos, formalizar la hostelería y el comercio redundará en bienestar para todos.
El turismo de sol y playa es el más apetecido, contamos con el producto y hay que preservarlo, evitar que se desprestigien los destinos y desparezcan los visitantes. Debemos mirar las buenas prácticas de otros países que tienen playas públicas y concesionadas, modelos de distribución de carga adecuada, manejo de control de desperdicios y redistribución de recursos para cuidar y asegurar el futuro de las públicas. Es hora de que hablemos claro, nos sinceremos y veamos que hay otros mecanismos que pueden ayudar a tener un turismo sostenible. Abramos la discusión existen normas para que los Comités de Playas ayuden a prevenir los abusos y el desorden en las playas. La Ley 1558/2012 los crea y da las herramientas. Otro aspecto fundamental son los planes de ordenamiento territorial, que deben reglamentarse para incorporar la actividad del turismo, prevenir impactos ambientales, socioculturales y económicos negativos.
Es importante tomar medidas, no solo en Santa Marta y sus alrededores costeros, que están más expuestos y llamados a recibir cada año a más turistas. Ojalá se pudiera multiplicar el trabajo que se ha hecho en la playa de Inca Inca que, a diferencia de Bahía Concha, cuenta con una planificación sobre el uso de la playa, descargue, regulación para deportes náuticos sin motor y para aquellos con motor, además de manejo del ruido.
Es fácil advertir las oportunidades, todos las reconocemos, pero no estamos aplicando las normas, ni cumpliendo con los compromisos, ni ejerciendo la autoridad para que tengamos un turismo para siempre. O ejerciendo mal, como el permiso de la Secretaria de Interior de Cartagena de conceder por 15 días un espacio en la playa para un evento musical que por obvias razones no cumple con los requerimientos de decibeles mínimos que establece el Código de Policía y, además, cierra un espacio importante de la playa.
Insisto en la importancia de una discusión abierta y clara sobre el turismo sostenible y el compromiso que todos vamos adquirir. Un buen lector comentó recientemente sobre mi insistencia en alertar sobre la urgencia de tomar medidas urgentes ante el creciente aumento del turismo, pero es que si no lo hacemos nos arrollará el éxito.
*ExMinistra de Estado