La vida cotidiana de Nicolás Maduro es una zozobra permanente por mantenerse en el poder. Por ello no gobierna y su mayor experticia es en el arte de fabular, de ideologizar todos los temas, de acomodar versiones y de inventar cuentos para distorsionar la dura realidad que se vive en Venezuela. Así, por ejemplo, si hay racionamiento de la luz es por un sabotaje de los gringos; si escasean los medicamentos y la comida es porque se la traen para Colombia, y lo último que se inventó es que los paramilitares introducen el café para nuestro país.
En la hermana república, según el director ejecutivo de Fedeagro, Pedro Vicente Pérez, ha disminuido la producción de café en los últimos veinte años. La caída más fuerte en la producción del grano se produjo en los últimos 10 años. En 2007 se produjo un millón de quintales (allá lo miden así) aproximadamente, y a partir de 2008 se dejaron de exportar grandes volúmenes. Venezuela comenzó, entonces, a importar café, en el 2010, de Nicaragua de donde se trajo una nueva modalidad de la roya por no aplicar las medidas sanitarias correspondientes.
La producción cafetera en el vecino país fue descendiendo hasta el punto de que entre 2017 y 2018 sólo alcanzó los 450 mil quintales. Y la expectativa que hubo por la cosecha entre octubre de 2018 y febrero de 2019 no fue alentadora. Ello se debe en una alta proporción al hecho de que no hay divisas para traer fertilizantes para la agricultura. Hay fuga de caficultores a otras actividades, a otras ciudades y a otros países. Recuperar la producción y suplir las necesidades internas toma tiempo y requiere apoyo oficial.
Lo que no recuerda Nicolás Maduro es que Colombia exporta café desde fines del siglo XIX; inclusive, a comienzos del siglo XX -1913- las exportaciones llegaron al millón de sacos de 60 kilos, a dos millones en 1921 y a tres en 1930. Como dice David Bushnell, Colombia se había erguido como el segundo productor mundial desplazando a Venezuela y sólo superarlo por Brasil, y parte del café que antes se clasificaba como venezolano era de origen colombiano, lo que ocurría era que se exportaba por el Lago de Maracaibo. Hoy representa menos del 2% del PIB y una proporción menor del 10% de las exportaciones colombiana.