Diario del Cesar
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Un grande que ‘aterriza’ con humildad en el Valle

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Quizás cuantos músicos vallenatos perdieron sus contratos por un vuelo retrasado o porque los dejó el avión en las afugias que representa un vuelo comercial con la puntualidad y los protocolos.

Al que sí no le pasará esto más es a Silvestre Dangond quien ya está utilizando su recién comprada nave, una inversión que por primera vez realiza un artista de música vallenata, un avión que ya besó la pista del aeropuerto de Valledupar, terminal aérea a la que hace algunos años, ni la esperanza de abordar un vuelo particular tenía este artista que se gestó de la nada.

El cielo vallenato fue testigo este pasado viernes del sobrevuelo de esta aeronave que vale en ‘plata blanca’, unos 6.000 millones de pesos colombianos, la que oronda traía en sus entrañas a Silvestre Dangond, quien presentó en sociedad el moderno aparato.

Aparte del chubasco que le tocó capotear en una mañana de invierno, otras nubes de curiosos y periodistas esperaron el aterrizaje, para ver descender al hombre que se atrevió a proponer gustos y comodidades a los artistas vallenatos, muchos de los cuales a pesar de su trayectoria siguen transportándose en ‘coche balas’ y chalupas.

 A eso de las 10 de la mañana el fuselaje se posó en la tierra de los acordeones, después de haber partido desde Miami, el cantante  quien sube y desciende de aviones permanentemente, no pudo ocultar la satisfacción de llegar a su tierra, con la satisfacción de ser él, el dueño del moderno jet.

“Se podía aterrizar en cualquier parte del mundo: en New York, Londres, España, pero la satisfacción de aterrizar en mi tierra me da la satisfacción de conseguir lo que con tanto sacrificio he trabajado, esto no tiene precio. Hay que darle gracias a Dios, a los ‘silvestristas’ y a quienes me han apoyado”, fueron algunas de las palabras del astro, mientras les prometía a los periodistas que en cualquier momento los metería a todos en el avión a “darles una vuelta con susto y todo”, acotó el urumitero.

En el anecdotario que quedó de Diomedes Díaz, se recuerda la vez en que una periodista la preguntó por qué si Vicente Fernández andaba en su jet privado, porque no lo hacía él, que cuándo se compraría su avión, a lo que respondió con esa jocosidad y sabiduría campesina: “yo tenía pensado comprarme uno, ha sido mi idea toda la vida, pero es que Oñate está vivo, y quien lo aguanta, metiéndome avispas, espichándome las llantas, metiéndome culebras para que choque en el aire y me mate, entonces voy a hablar con mi compadre a ver si me compro uno y le regalo uno a él, mientras Oñate esté vivo no compro avión”.

Dangond ya comenzó a moverse por Colombia y el mundo en este HawkerBeechcraft 800XP, avión mediano con capacidad para 9 pasajeros y Valledupar tenía que ser testigo de su grandeza, luego de haberlo visto caminar descalzo por sus calles. Misericordia y agradecimiento a Dios fueron sus palabras más sonoras entre las personas que fueron a recibirlo.