Diario del Cesar
Defiende la región

Una errónea interpretación

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Como era de esperarse el Ejército Nacional retiró la polémica directriz a sus tropas revelada por el diario estadounidense The New York Times, entendida como la reactivación de la tenebrosa práctica de los falsos positivos que tanto daño le provocó a la institución y a la misma democracia colombiana, capítulo que como perversa sombra nos persigue.

El general Nicacio Martínez, comandante del Ejército Nacional ha sido categórico en sus explicaciones toda vez que no hay dudas que el documento fue malinterpretado y quien medianamente pueda tener una comprensión del mismo, llega a la inequívoca conclusión que quien hizo las apreciaciones se apresuró..

Todos los días la misma comunidad le pide a la fuerza pública mayor contundencia contra la delincuencia en sus distintas manifestaciones. Y como bien lo anota el general Martínez, exigir ser más efectivos no quiere decir que se produzcan más bajas o neutralizaciones

El pasado fin de semana el prestigioso periódico norteamericano publicó de su corresponsal en Colombia un informe que contiene declaraciones y documentos sobre reuniones de los mandos militares y sobre instrucciones para atender la situación de orden público y la manera de enfrentar a los grupos de violencia que azotan a la Nación bajo las más distintas denominaciones e intereses. Y según la interpretación de su autor, ellos dan a entender la posibilidad de que se presione a los generales a producir resultados en números de bajas o de operaciones que involucren civiles, lo cual revive los temores sobre el posible regreso de los ‘falsos positivos’ que se produjeron hace más de una década, causando la muerte de inocentes.

El presidente Iván Duque y su Ministro de Defensa han sido categóricos en afirmar que el Gobierno condena cualquier maniobra u orden que tenga ese sentido. Mientras el ministro Botero anunció que pediría a la Fiscalía las investigaciones que sean del caso, el Primer Mandatario afirmó: “Mi obligación con los colombianos es que todas las políticas, directrices, órdenes y acciones de la Fuerza Pública estén apegadas a la Constitución y a la ley y en sintonía con la directriz de cero tolerancia a la violación de derechos humanos”.

No es pues el momento para atacar a los estamentos militares ni para llevar a la picota pública al Comandante del Ejército, quien ha cumplido una carrera de muchos años y merece el respeto antes que las acusaciones arteras con las cuales se pretende crear incertidumbres. De otra parte, la información del New York Times no puede ser motivo para amenazar o descalificar a su autor, sino una oportunidad para demostrar la transparencia de nuestras instituciones castrenses. En momentos en que la violencia se ha recrudecido el deber es combatirla con la ley en la mano y no de espaldas a ella.

Pero también debe pedirse respeto por las Fuerzas Militares, por su compromiso con la defensa de los derechos humanos y por su entrega para defender la vida, honra y bienes de los colombianos. Que sus comandantes expliquen lo que sucede es algo normal en la democracia, así como es inaceptable que se amenace a cualquier periodista, no importa su nacionalidad, por cumplir su deber de investigar e informar.