Diario del Cesar
Defiende la región

Los avances del país en materia de energía renovable

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Colombia por su situación geográfica y sus riquezas naturales tiene todo el potencial para desarrollar proyectos de energía renovable no convencional. Sin embargo, sus indicadores en esta materia no muestran mayor avance y la disminución del rezago en proyectos con fuentes renovables es un fenómeno reciente.

Hace poco se anunció la aprobación de la primera licencia ambiental para la generación fotovoltaica en una granja solar por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla). El proyecto, será desarrollado por Celsia y está ubicado cerca a Valledupar. Hace unos meses, la Anla había hecho un anuncio similar para un proyecto de energía eólica en el departamento de La Guajira.

En ambos casos, los requerimientos para la aprobación son muy exigentes. Se busca que en los proyectos se involucre la comunidad, se la consulta previamente y se establecen acuerdos para llevar a cabo un plan de manejo ambiental y otros temas sociales, todos buenos antecedentes para futuros emprendimientos.

Desde la promulgación de la ley 1715 de 2014, el país está empeñado en hacer una revolución de las energías renovables. El propósito es pasar de una participación actual inferior al 2 % al 10 % en el total de generación eléctrica y esa es definitivamente una política que va en la dirección correcta, pero cuya realización requiere tiempo e instrumentos adecuados para lograrlo. Los beneficios que trae son importantes, pero los retos también lo son.

Hay grandes ventajas en diversificar la matriz energética. La más notoria es la necesidad inminente de reducir el riesgo que plantean los factores hidroclimáticos al sistema eléctrico nacional. Si bien Colombia cuenta con un sistema eléctrico relativamente bajo en emisiones de carbono, que no depende de energéticos importados y cuenta con suficiente capacidad de generación, el gran problema que tiene es su fragilidad frente a eventos como un fenómeno de El Niño y que puede llevar a un apagón o a aumentar los precios de la energía. En el largo plazo, también es conveniente que a la matriz energética se incorporen este tipo de tecnologías que permiten un aumento de la inversión en energía, teniendo en cuenta que los costos de las renovables han bajado muchísimo en la última década.

Los retos son grandes y hay que enfrentarlos. Las energías renovables tienen una serie de peculiaridades que ponen a prueba la institucionalidad colombiana. La expedición de las primeras licencias ambientales por parte de la Anla muestra que se están teniendo en cuenta esas particularidades. También se ha avanzado en ofrecerles interconexión y garantizarles un financiamiento adecuado, como ya hace la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN).

Donde las cosas no pintan bien es en lo relacionado con el principal obstáculo para el desarrollo de algunas renovables (solar y eólica), como es la confiabilidad de su suministro de energía. Este depende de la luminosidad y de la fuerza de los vientos, factores que no son controlables por el hombre. Esto representa un problema a la hora de asegurar un suministro estable, algo que sí garantizan la hidroelectricidad y las térmicas. El cargo por confiabilidad, del esquema colombiano, que exige oferta de energía firme, no funciona en este caso. Una explicación, según algunos, de las dificultades que tuvo la primera subasta de energía renovable realizada a finales del mes pasado y que deberá ser corregida en la próxima subasta.